Quizás solamente los más ancianos del lugar, como dice el cliché periodístico, recuerden un septiembre sin fiestas de San Mateo, como lo está siendo este 2020 a causa de la pandemia. Haberlos los hubo aunque para reencontrarse con ellos haya que recurrir más a la lectura de libros y archivos que interpelar a las memorias. La cancelación de la celebración de la conquista de Cuenca (que no siempre estuvieron dedicadas al Apóstol) es un hecho histórico, pero no inédito. Las interrupciones por normativas, prohibiciones gubernamentales, guerras, obras u otros motivos han sido una intermitente constante, valga la paradoja, tanto del programa general como de uno de sus actos más icónicos: la suelta de vaquillas enmaromadas.
Hasta 1581
Desde el siglo XII hasta finales del siglo XVI se conmemoró la conquista de la ciudad de diferentes formas, en las que la suelta de toros desempeñó en ocasiones un papel protagonista. Aquellos festejos no se celebraban en torno al 21 de septiembre sino del 29 de agosto, festividad de San Abdón y San Senén, que se tenía por entonces como la fecha más probable de la toma de Cuenca. No está claro cuando cayeron en el olvido, pero al menos en el siglo XVI debió de acumularse un largo paréntesis.
Tras muchas especulaciones y discusiones eruditas, también propagandísticas, el debate sobre el día en el que Alfonso VIII ganó la plaza conquense fue zanjado en 1581 por Rodrigo Castro y García Busto de Villegas, obispo y corregidor de la ciudad respectivamente. Establecieron la efeméride en el 21 de septiembre, festividad de San Mateo. Y un año después redactaron unas normas en las que se especifica que «en cada año permanentemente y para siempre jamás» se correrán cuatro toros en esta ciudad. El para siempre jamás fue más bien un «de momento» o «hasta que se pueda» porque en 1604 se canceló la celebración de la conquista.
1604-1862
Aunque San Mateo no se celebrara durante más de dos siglos y medio, no faltaron en Cuenca antes y después de ese período fiestas taurinas, también con vaquillas, durante otras fechas del calendario como San Juan, San Julián, Corpus, San Bernabé o Santiago Apóstol. Nacimientos, bodas reales y coronaciones eran otra de las excusas para que los conquenses se lanzaran a la calle a correr delante de unos cuernos. También lo serían, años más tarde, para celebrar la proclamación de la I República Española. La restauración de las fiestas mateas llegó en 1862, ya con las vaquillas enmaromadas como uno de sus principales atractivos.
1908-1921
Tras un período de relativa estabilidad, más allá del traslado de los festejos a la parte baja en 1871 y 1884, en 1908 San Mateo volvería a quedarse sin vaquillas enmaromadas debido a la normativa promulgada por el ministro Juan de la Cierva, que prohibió los encierros populares. La decisión no sentó nada bien a los conquenses, que para expresar su descontento escenificaron una corrida simulada. Hasta 1922 no pudieron volver a torear delante de las reses. Sí que continuaron a lo largo de esos años otros actos como los de carácter religioso en la Catedral.
En este período se enmarca la epidemia de gripe de 1918. No parece que la crisis sanitaria afectase a los pocos eventos que incluyera el programa mateo, mutilado desde hace una década de su aspecto taurino. Eso sí, por los pelos. El Gobernador civil de la provincia prohibió a principios de octubre la celebración de fiestas y ferias con el fin de evitar aglomeraciones, a la vista del aumento de municipios que desde el 25 de septiembre habían declarado el estado epidémico.
1930-1940
Con gran alegría recibió la mayoría del pueblo conquense el regreso de las vaquillas por San Mateo, según los testimonios de la prensa de la época. En principio ese júbilo duraría ocho años porque ,aunque no está claro, estudiosos de lo conquense como Heliodoro Cordente y José Vicente Ávila apuntan que todo indica que durante los años de la II República Española no hubo vaquillas enmaromadas por San Mateo, aunque sí otras celebraciones. No hay referencias en la prensa de esos años a una costumbre que había sido muy criticada públicamente por relevantes figuras del nuevo régimen, como el Rodolfo Llopis -director general de Primera Enseñanza y más tarde líder del PSOE en el exilio-, en varios artículos que escribió durante su etapa en Cuenca como profesor de la Escuela Normal de Magisterio. Tras la Guerra Civil, la recuperación de Las Vaquillas llegaría en 1941.
1942
En 1942 unas obras en el pavimento en la Plaza Mayor obligaron a la suspensión de la celebración taurina. En principio se iban a trasladar a otras fechas del calendario pero finalmente no fue así, por lo que hubo que esperar hasta 1943 para que el festejo regresara y acumulara cierta continuidad. En 1968 se presentó el mismo problema, obras en el Casco Antiguo, pero entonces optó por trasladarlas a la Plaza de Toros, un experimento que no cuajó.
El de 2020 será, además, el primer septiembre sin Pasodobles en los Arcos desde 1976, sin peñas mateas desde 1978, sin concursos de gachas desde 1986, sin Cuenca Histórica desde 2011 y sin verbenas en la Plaza Mayor desde 2012.
Fuentes:
-San Mateo y la vaquilla. Heliodoro Cordente y Ramón Herraiz. Diputación de Cuenca, 1997.
-Noticias de todos los ilmos. señores obispos que han regido la diócesis de Cuenca. Trifón Muñoz y Soliva, Imprenta de Francico Gómez e hijo. 1860.
-‘Curiosidades y anécdotas de la historia de las fiestas de San Mateo de Cuenca’ en Hoy por Hoy Cuenca de la Cadena SER con Paco Auñón y José Vicente Ávila, 2017.
-Revista ‘Zurra y Maroma’ de Voces de Cuenca. Ediciones de 2010, 2012 y 2018. Textos de José Luis Miral y J.J. Domínguez.
-Rodolfo Llopis, un aire de modernidad en la Cuenca de los años 20. Clotilde Navarro y José Luis Muñoz. Diputación de Cuenca, 2007.
-La epidemia de gripe de 1918-19 en la provincia de Cuenca (tesis doctoral). Alberto González García. UCLM, 2012.