«Mi intención es que el pregón sólo lo entiendan los conquenses»

Entrevista con Javier Cansado, pregonero de las Fiestas de San Julián 2024

Foto: Alba Córdoba

Si les digo que Ángel Javier Pozuelo Gómez es el pregonero de las Fiestas de San Julián 2024 sólo los más frikis sabrán a quién me refiero. Si les descubro que su nombre artístico es Javier Cansado todos tendrán claro de quién se trata. Cansado, junto con su inseparable Faemino, forma parte de un dúo humorístico que lleva más de cuatro décadas haciendo reír a los españoles con su humor surrealista y absurdo, de situaciones hilarantes y de una finísima forma de contar sus chascarrillos y bromas. Además de su pareja con Carlos Faemino, Javier Cansado no para de acumular éxitos, como el programa de Movistar + Ilustres Ignorantes, que alcanza este año su decimoctava temporada, o colaboraciones en radios y podcasts varios. Pero además de su indiscutible talento, Cansado ha sido designado pregonero de nuestras fiestas patronales por su vinculación con Cuenca, donde tiene fijada su residencia, alternando con Madrid, desde hace casi diez años. El jueves 22 de agosto a las ocho de la tarde a buen seguro que el parque de San Julián se abarrotará para acoger el pregón de este madrileño de nacimiento que no quiere ser hijo adoptivo de Cuenca porque prefiere que le nombren sobrino adoptivo de la ciudad.

– Comentaste en la presentación de la Feria que este va a ser el primer pregón que vas a dar en tu vida. ¿Con la trayectoria que tienes nunca te habían ofrecido hacer un pregón?

Claro, date cuenta que yo soy de Madrid y no tengo estatus para hacer el pregón de Madrid, soy un mindundi. Sin embargo, en Cuenca tengo la ventaja de ser conocido y amar la ciudad de tal forma que me he ido imbricando tanto en ella que no puedo decir que no porque es una ciudad que adoro.

– Dijiste también que de momento no has escrito nada del pregón. Qué sangre fría, porque parece que cuando uno encara una cosa que no ha hecho nunca se suele hacer con tiempo para que no te pille el toro.

Sí, pero yo soy español, soy procastinador y dejo todo para el último día. De todas formas, he ido atesorando ideas, dándole vueltas a cosas y tengo muchas ideas, porque el problema de este pregón es que tienes que hablar a la gente de la ciudad a la que pertenecen, entonces qué les vas a contar que les pueda sorprender. Estoy dándole vueltas a una óptica de la ciudad que he ido dándole vueltas desde hace tiempo y luego contaré mi relación con la ciudad, a la gente que me sigue o que le intereso les va a sorprender las cosas que les voy a contar de la ciudad.

Foto: Alba Córdoba

– Imagino que siempre con un toque de humor.

Claaaro, ese es el tema, pero tiene que ser un mixto, porque tampoco tengo que hacer una actuación. Para mí sería fabuloso escribir un monólogo sobre la ciudad, pero tampoco es eso, porque hay que contar cosas que no caben en un monólogo. Tengo una idea bastante clara de lo que voy a hacer, voy a contar mi relación con la ciudad, que es muy jugosa, salpicada de bromas, mi intención es que el pregón sólo lo entiendan los conquenses, que incluso aunque sean de Cuenca pero no de la ciudad no sepan de qué estoy hablando, esa es la idea.

– Los que te seguimos desde hace muchos años te llevamos viendo por la ciudad desde hace bastante tiempo. ¿Qué relación tienes con Cuenca en este momento?

Tengo mucha relación afectiva, emocional, tengo raíces familiares, pero eso prefiero desvelarlo en el pregón. Lo que sí te puedo contar es que hace unos 10 años vinimos a actuar al Auditorio Faemino y yo, que llevaba sin venir muchos años, flipé con la ciudad. Había dejado de venir durante veinte años por determinadas circunstancias y cuando volví flipé, y eso que sólo estuve una tarde, un par de horas, así que en cuanto pude me vine a un hotel a pasar unos días, seguí flipando y empecé a venir más, alquilé una casa, luego compré una casa y hace nueve años que vengo continuamente, mis días libres los paso en Cuenca.

– ¿Estás aquí más que en Madrid?

En Madrid tengo mi centro de trabajo, pero estoy más tiempo en Cuenca que en Madrid ahora mismo.

– Contaste también en la presentación que Faemino y tú venís todos los años a la feria de San Julián. ¿Vienes también a otras celebraciones como la Semana Santa o San Mateo?

Sí, vengo a la Semana Santa, claro. Para San Mateo lo tengo peor porque mi gira exhaustiva es a partir del 1 de septiembre y lo tengo más complicado, por eso no suelo venir tanto en San Mateo, aunque he venido alguna vez. En cuanto a San Julián, he pasado muchos aquí y una vez vine con Faemino y con Javi, nuestro manager, y flipamos, así que desde dos años antes de la pandemia venimos todos los años cinco días.

– ¿Qué es lo que más te gusta de las ferias?

Lo que más me gusta es el juego de bolos, que es de locos: medias bolas, los bolos son esqueléticos, están separados, es dificilísimo darles. Todos tenemos la idea de muchos bolos grandes que se tiran y esto es una cosa exquisita que me gusta mucho ver. Y luego, claro, el alma que tengo de niño me lleva a la feria, a los coches de choque, a disparar, nos gusta hacer lo que hacíamos de niño.

“Hace nueve años que vengo continuamente, mis días libres los paso en Cuenca”

– ¿Hablas mucho de Cuenca en tus espectáculos?

Sí, continuamente. He contado historias como que he comprado la Balompédica, o que conocí a una hija de Sherlock Holmes en el puente de San Pablo, he hablado del agua de las fuentes del parque de San Julián, he hecho cosas muy raras mencionando a Cuenca. Y aparte de meterla en las bromas, hablo de Cuenca continuamente.

– Has dicho que estás trabajando más que nunca. Tú que vienes del underground.

Sí, nosotros veníamos de un grupo de cómicos que hacían lo que se hacía en España: imitación, chistes, etc… y nosotros llegamos entroncando con gente como Tip y Coll o Gila, buscando el surrealismo o el absurdo, que era algo que no estaba vigente, y eso en ese momento, como tú dices, era underground. No nos iba mal pero tampoco éramos unas estrellas, todavía no teníamos casa, vivíamos de alquiler. Esa manera de hacer las cosas cambió y dejó de ser underground, empezó a ser mainstream y nos convertimos en el eslabón entre esos cómicos a los que me he referido y la gente de hoy, que son unos cómicos maravillosos, muchos de ellos amalgamados aquí en Cuenca.

– Decía antes que estás trabajando más que nunca. 

Para ser sincero no concitamos nuevos clientes, digamos, porque los jóvenes están en otra línea, y aunque vienen a vernos algunos hijos de seguidores nuestros no es lo mismo. Yo pensaba que el humor era lo menos generacional que había, igual que el cine o la música tiene mucho que ver con tu generación, yo pensaba que el humor estaba exento de eso, pero lamentablemente no, así que resulta que sigues manteniendo el vínculo con quienes has crecido, pero no se incorpora nueva gente. Nosotros nos nutrimos de gente que nos ha visto toda la vida, porque, eso sí, no defraudamos, el espectáculo funciona de narices y trabajamos continuamente, pero antes llenábamos tres días un teatro y ahora lo llenamos dos (risas), así que hay que ver el vaso medio lleno.

– ¿Cuándo escribís vuestros espectáculos lo hacéis pensando en ese tipo de público?

Somos fieles a nosotros, nuestro rollo es el siempre, lo que hay es lo que hay y nos dirigimos a nuestro público.

– Vamos, a gente como yo, ya con una edad.

Sobre todo nos dirigimos a gente inteligente, esa es la base fundamental (risas).

“En el humor no hay escuelas. Otras cosas se pueden llegar a aprender, pero el humor es un intangible que está ahí, o aparece o no aparece”

– ¿El que es gracioso es gracioso y el que no, no? ¿Es algo que se puede trabajar?

En el humor no hay escuelas. Otras cosas se pueden llegar a aprender, pero el humor es un intangible que está ahí, o aparece o no aparece. Lo que sí hay es una cosa que se llama el verosímil cómico, que es que hay una persona que a ti te hace reír. Puede ser variopinta, que se haga el intelectual, que sea un menda que tropiece y se caiga, da igual, el caso es que te haga reír. Luego ya entra en juego el cerebro y pensar por qué me río, de qué me estoy riendo, qué está pasando, pero la fase previa es que te ríes. Tú ves a Chiquito de la Calzada y te ríes, está contando unos chistes que no tienen ni puta gracia, que no van a ningún sitio, pero molan, que me cuente lo que quiera, eso es el verosímil cómico. Lo difícil es discernir cuando alguien es bueno aunque no te haga gracia, eso es muy difícil, tienes que ser muy abierto.

– Tengo una curiosidad desde hace tiempo. ¿Cómo surgió la frase «qué va, qué va, qué va, yo leo a Kierkegaard»?

Foto: Alba Córdoba

Es algo concreto, lo tengo clarísimo. Televisión Española nos ofreció una serie de programas que llamamos «El orgullo del tercer mundo». Nos contrataron 16 programas y el día que quedamos con ellos les llevamos los guiones de los ocho primeros y fliparon, porque los cómicos no tenemos esa fama de llevar las cosas hechas. Entonces, el productor de TVE nos dijo que teníamos que buscar una frase que se repitiera para que fuera un enganche, un tropo, un claim, que se dice ahora. Nosotros no negábamos, porque como decías antes éramos underground, pero ellos insistían mucho. Así que pensamos que mejor no indisponernos con Televisión Española, que en esa época era muy fuerte, y decidimos hacer una frase que fuera indecible y que no hubiera un contexto en el que se pudiera meter, para darles el gusto. Al principio era todavía más pedante porque era «qué va, qué va, qué va, yo leo a Baudrillard», o sea, todavía más pedante, pero Carlos se acordó de que Woody Allen cita en Bananas a Kierkegaard y entonces dijimos, vamos a poner a Kierkegaard y si alguien de TVE nos dice algo le diremos que Woody Allen ya lo ha utilizado. Y, efectivamente, fue así, fuimos a la reunión y nos dijeron, pero esto qué es, nosotros les respondimos que a Kierkegaard lo había utilizado Woody Allen y tragaron.

– Y es una frase que os ha acompañado ya siempre y que el público corea en todos vuestros espectáculos.

Sí, hicimos los 16 episodios y metíamos la frase en cualquier situación que no tenía nada que ver con ella, un menda que roba una camisa, un tío que está fumando, es todo totalmente absurdo pero ha triunfado.

– ¿Cómo te gustaría que la gente recordara tu pregón?

Yo soy muy egoísta, así que lo primero es pasármelo bien yo, es fundamental, sé que es muy ególatra, pero es lo que hay. Luego, que la gente se ría con los chistes que voy a meter o, si meto nueve, que por lo menos se rían en ocho (risas).