Pablo Cambronero procede de la localidad conquense de Villagarcía del Llano, pero es diputado en el Congreso por Sevilla. Allí le llevó su trabajo como Policía Nacional, labor que dejó en pausa cuando empezó su carrera política en el parlamento andaluz con Ciudadanos. En marzo del año pasado abandonó el partido naranja, pero no su condición de parlamentario. Ahora está en el Grupo Mixto, lleva una cifra de preguntas parlamentarias de récord, 670, y se define como “una especie de rebelde con causa».
¿Cómo ha sido el camino desde Villagarcía del Llano hasta acabar de diputado en el Congreso por Sevilla?
Es una larga historia. Yo soy policía nacional y debido también a mi trabajo vine asignado a Sevilla y aquí comencé mi vida. Me casé, tengo dos niñas y ya me quedé aquí, ya llevo unos 15 años aproximadamente. Mis raíces son de Villagarcía del Llano, toda mi familia es de allí, de hecho somos todos autóctonos de allí y allí paso casi todos los veranos y otras visitas. Ha sido un proceso en el que yo me afilié a Ciudadanos, estuve colaborando con ellos de forma ocasional y al final me propusieron presentarme a primarias. Entré al parlamento andaluz en primer lugar y después al Congreso.
¿Entraba entre tus planes salir del pueblo o fue una situación que vino después de que se te asignara Sevilla como destino?
Estudié Derecho en Albacete y claro, a los diecisiete años ya estaba fuera de casa. Empecé trabajando en Albacete en un despacho, pero siempre pensaba en opositar. Tuve la suerte de aprobar el primer año para policía y a partir de ahí vinieron varios destinos y acabé en Sevilla. ¿Si había pensado salir del pueblo? Claro, cuando empiezas a moverte al final la vida la terminas haciendo en otro lugar.
Pero sigues estando pendiente de tu pueblo. Una de tus últimas preguntas parlamentarias era referida al estado de la atención sanitaria en Villagarcía del Llano. Según dices es «prácticamente imposible recibir atención sanitaria».
Pues sí, estoy muy puesto en los problemas que tienen pueblos pequeñitos como puede ser Villagarcía del Llano con poco más de 700 habitantes y de los demás pueblos que forman parte, entre comillas, de «La España Vaciada». Están perdiendo servicios públicos constantemente. Aunque hay atención sanitaria, es cierto que debido también a los problemas de Covid y a los nuevos sistemas de coger cita, y a otros muchos factores, pues era casi imposible recibir atención sanitaria. Entonces, eso lo que provoca también es más éxodo todavía del pueblo y que el pueblo quede como una especie de ciudad-dormitorio para los que han decidido quedarse a vivir allí. Cada vez son menos.
¿Cuáles serían sus propuestas para abordar este problema?
Es cierto que el pueblo, debido también al envejecimiento de la población tiene unas especiales necesidades en cuanto a sanidad, es evidente. La propuesta era lo que hacía no tanto tiempo funcionaba. Es decir, tener un servicio de atención sanitaria fija con un médico asignado y no que estuviera cambiando cada poco tiempo y cada vez se vaya reduciendo más la atención al público. Lo que ha habido toda la vida y que últimamente estamos viendo que no está sucediendo.
“Estamos viendo que cuando el sector primario se hunde, y tenemos la prueba clara en la guerra de Ucrania, pues todo se hunde al mismo tiempo”
¿Y usted por dónde empezaría para solucionar este problema?
Desde luego es un problema super difícil, de solución complicada, porque es una tendencia que se ha ido consolidando con el tiempo. Pero claro, si no se ayuda a los sectores primarios, léase agricultura y ganadería, y al resto de los sectores que han ido trabajando. Por exponer el ejemplo del pueblo, los que instalaron varias empresas que han visto que no han tenido ningún tipo de facilidad económica para instalarse y para continuar con sus actividades allí, pues evidentemente no se fija población. Lo que hay que hacer es, a mi modo de verlo, poner facilidades a todo aquel que quiera quedarse en el pueblo. No hablo de economía, si no también de facilidades burocráticas y fomentar el sector primario de una manera decidida. Porque estamos viendo que cuando el sector primario se hunde, y tenemos la prueba clara en la guerra de Ucrania, pues todo se hunde al mismo tiempo, sube inflación y lo pasamos realmente mal. Ahora que tenemos a nuestro sector primario bastante abandonado creo que es el momento de recuperar las inversiones, las ayudas y que los agricultores y ganaderos puedan seguir con su actividad de una forma solvente. Esto también va a hacer que mucha gente se quede en el pueblo y que se modernicen las explotaciones.
Vienes de Ciudadanos, un partido de ámbito estatal, y ahora estás en el Grupo Mixto compartiendo espacio con formaciones como el Partido Regionalista de Cantabria, Coalición Canaria o Teruel Existe. ¿Qué análisis haces de esta presencia y auge de partidos regionalistas y nacionalistas? ¿Los ciudadanos sienten que los partidos nacionales ya no atienden sus territorios?
Sí, está claro que la política es oportunismo. Y evidentemente hay muchas formaciones que han visto que ese abandono de la España rural pasaba por el peor momento, o el mejor momento, por decirlo de alguna manera. Entonces, han creado su opción política, algo totalmente legítimo, sobre, precisamente, la denuncia de este abandono. Y además en las provincias poco pobladas se dan las circunstancias que por la situación electoral que tenemos estas formaciones se han podido presentar y han podido sacar los votos suficientes como para tener un escaño en el Congreso. Es una situación nueva, que está además proliferando muchísimo y que, sinceramente, yo no la veo con malos ojos.
Lo que pasa es que claro, el problema viene a ser tanto localismo en el Congreso de los Diputados es que también se pierde un poquito la noción de lo que son problemas generales y de las auténticas soluciones que se tienen que tomar en el El Congreso de los Diputados. El Congreso de los Diputados que, además, está ultra saturado. Si tenemos unas doscientas y pico leyes pendientes de tramitar, que no va a haber tiempo de tramitarlas de una forma viable, de una forma razonable, claro, saturar a este tipo de cámaras legislativas con estas iniciativas tan localistas lo que genera es que no unas ni otras se aprueben. Lo cual es bastante frustrante. Si que es cierto que el sistema tiene una cámara alta, una cámara de representación territorial, que creo que sería el sitio adecuado para que estas iniciativas fueran, que es el Senado. Pero las instituciones son las que son, estos partidos existen, van a existir, y creo que van a proliferar todavía más. Y es totalmente legítimo, y sus reivindicaciones muchas veces son bastante acertadas.
“El problema viene a ser tanto localismo en el Congreso de los Diputados, también se pierde un poquito la noción de lo que son problemas generales”
Ciudadanos, el partido en que inició su carrera política, vino en parte a tratar de contrarrestar el auge de los partidos nacionalistas.
Claro, es que las circunstancias son importantes. En el caso de Ciudadanos, nació como contrapunto, por decirlo de alguna manera, al nacionalismo radical catalán, y evidentemente aquí estábamos hablando de legitimidad o no de las pretensiones. Había ya un movimiento en Cataluña que pretende derogar la Constitución en un territorio del Estado y claro, esto tiene muy poco que ver con las peticiones regionalistas o municipalistas incluso de estos partidos de la «España Vaciada». Los matices son importantes. Ciudadanos nació como contrapunto, pero a la ilegalidad, no a este tipo de partidos. SI que es cierto que un partido nacional tiene que guiarse por grandes políticas, defender por ejemplo un modelo liberal económico. Pero claro, cuando entras en los regionalismos, Ciudadanos ha estado muy implantado al igual que otros partidos en los territorios y evidentemente tienen que hacer peticiones regionalistas o municipalistas.
Ahora estás en el Grupo Mixto, tras tu decisión de abandonar Ciudadanos. ¿Cómo se vive este paso de tener un partido, con su estructura, a ir por libre?
Esto es lo que más miga tiene. El paso de Ciudadanos, que tenían una infraestructura básica, un código moral y ético, en fin, tenían todos los sistemas para poder trabajar con unos criterios férreos. Claro, eso era muy “encorsetante” para mi. Es cierto que estaba muy cómodo con la ideología de Ciudadanos pero había ciertas cosas en las que me resultaba complicado compartir e incluso defender en el Congreso. Yo comenté esa situación, no se llegó a un acuerdo, por desgracia, y abandoné Ciudadanos. Si que es cierto que me quedé en el Grupo Mixto para intentar hacer todo aquello que no podía hacer desde el Grupo Parlamentario de Ciudadanos. Y la verdad es que contento no, lo siguiente, porque si que es cierto que a través de la gente que colabora conmigo, que es muchísimas personas, y también de Carlos Enric, me ha ayudado mucho también desde las redes sociales, pues he conseguido llegar al Congreso muchísimas reivindicaciones de la gente, de sectores amplios. Y el trabajo de solo ante el peligro, sinceramente me encanta. Es cierto que no soy la persona más querida del Congreso, tengo que pelear muy duro cada vez que tengo que hablar o cada vez que tengo que registrar algo es una pelea porque si que es cierto que hay mucha resistencia a que yo pueda trabajar, pero la verdad que con lo que estoy consiguiendo estoy bastante contento.
Respecto a esta decisión de continuar en el Congreso, en Ciudadanos, dentro del compromiso ético que adquirís, está el devolver el acta si se abandona el partido. ¿Le generó conflicto tomar esta decisión?
Fue una decisión muy difícil. Por mi trabajo como policía soy bastante, por decirlo de alguna manera, dócil. Pero evidentemente, aunque yo firme una carta ética, es así, evidentemente los compromisos de la carta ética y de la ideología de Ciudadanos se estaban incumpliendo sistemáticamente a mitad de la pandemia. Dije que la situación era complicada y bueno, decidí continuar, fue una decisión muy difícil, una decisión dura, porque hubo muchísimas personas que me dijeron de todo, escuché de todo.
Los líderes de su partido fueron duros. Recuerdo, por ejemplo, la respuesta de Edmundo Bal.
Sí, fueron duros e incluso llegaron, como Edmundo, a imputar un delito, lo cual me parece un auténtico disparate tratándose de un abogado del Estado, pero bueno. Entiendo su frustración, su indignación. Entiendo que eso les hacía daño. Pasaban de diez a nueve escaños y aparte dejaban un verso suelto que además tenía mucho guardado en la recámara para poder registrar, no para ir contra ellos, si no para poder registrar todo aquello que me estaban contando. El tiempo ha conseguido que toda esa marea de insultos y esas historias cesen y la verdad que el trabajo realizado después ya habla por mí, no tengo que justificarme excepto por la gente que me pide ayuda y estoy muy contento, sinceramente.
“Es cierto que no soy la persona más querida del Congreso, tengo que pelear muy duro cada vez que tengo que hablar”
Incide mucho en su derecho a la representación política, y ahora lo está ejerciendo con una gran cantidad de preguntas parlamentarias, ya ha superado las seiscientas. Cuando lleva este volumen tan grande de preguntas, con la colaboración de otras personas, ¿le preocupa la labor de filtrado y comprobación de todas estas cuestiones? ¿Considera que es útil para el ciudadano?
Básicamente me preguntas si son preguntas al peso. Mira, pasa una cosa, yo recibo quizá, no te exagero, unas 15 o 20 cuestiones diarias. Es cierto que he establecido mecanismos para ello, con un perfil en Twitter, con una página web, y estoy recibiendo muchísimos asuntos. ¿Por qué utilizo compulsivamente el sistema de la pregunta parlamentaria? Porque la pregunta parlamentaria pretende simplemente eso: preguntar y comprobar. Es cierto que el Gobierno, como no quiere dejarme hablar bajo ningún concepto, contesta todas mis preguntas. Si no lo hiciera, yo tendría el derecho a presentarla de forma oral. Como ellos no quieren, me contestan a todo. Es una pequeña ventaja que tengo con respecto a otros parlamentarios. Debido a la política de no querer que yo hable, pues me contestan a todo.
De momento llevo unas 670 preguntas, todavía, ni una, se ha demostrado como un hecho falso. He preguntado por cosas muy polémicas: sobre patrimonios de ministros, sobre actividad pública, gastos en chiringuitos, etcétera. Y todas y cada una de ellas, ninguna ha sido negada o han dicho que no sea cierto lo que yo he preguntado. Mi objetivo, simplemente, es el control de la actividad pública del Gobierno.
Tal y como está articulado ahora mismo el reparto de fuerzas en el Congreso, las votaciones son muy ajustadas. ¿Cómo gestiona, en su situación, que cada voto cuente y pueda cambiar el resultado de una votación?
Es muy interesante y desde luego me da la oportunidad también de saber y de conocer cuales son los modos y sistemas y a qué está dispuesto un gobierno por hacer valer una de sus iniciativas. Es muy interesante para mi porque yo estoy viviendo esto de una forma muy, muy laboriosa, porque tengo que leerme las iniciativas antes de votarlas. Cuando lees la iniciativa te das cuenta de que muchas de ellas tienen un título muy rimbombante, pero dentro se esconden unas quince o veinte líneas. Si que es cierto que el Gobierno sabe que no tiene muchas veces todos los apoyos necesarios y realiza sus consultas. Yo no estoy predispuesto ni al no, ni al sí, ni a la abstención, simplemente leo las iniciativas, analizo con arreglo a la ideología que tengo y con arreglo a la medida que quieren aprobar, y con ello decido.
“Hay veces que incluso los problemas más graves son los que se encuentra un policía y eso te hace también reaccionar de forma política”
Mencionaba antes que por su trabajo como policía era, de alguna manera, «dócil». ¿Cómo es el paso del Cuerpo de Policía, con sus exigencias, a uno de los principales centros de decisión política del país?
La profesión de policía, tengo que decir que es una profesión muy política. Muchos compañeros conmigo coinciden, de hecho hay varios compañeros en la Cámara, aunque no se sepa. Esta profesión te hace conocer realmente cuáles son los problemas de la sociedad. Hay veces que incluso los problemas más graves son los que se encuentra un policía y eso te hace también reaccionar de forma política. ¿Cómo lo llevé yo? Ha sido un proceso muy natural, pero al mismo tiempo muy rápido. No te da tiempo a analizar cómo estás. Ahora con la legislatura ya en su fase final, analizas todo desde una perspectiva con el tiempo ya cumplido y sí que es cierto que quizás, si tuviera que repetir ese proceso que he seguido, pues a lo mejor no me hubiera atrevido.
Hablando de idas y vueltas, ¿te planteas volver a tu pueblo en algún momento?
Como todo hijo de vecino, claro, por supuesto. Lo que pasa es que claro, la vuelta es muy difícil ahora mismo, tengo dos niñas pequeñas aquí en Sevilla, de seis y tres años, y eso me plantea un horizonte de en torno a veinte años que tengo que estar con ellas. Pero, ¿plantearme volver? Por supuesto, toda mi familia está allí.
Por cierto, cuando vas por Villagarcía del Llano, ¿te conocen más por tu labor de diputado o por ser «hijo de» o «nieto de»?
Ah, no. Yo soy el hijo de Ceferino, allí ni diputado ni leches.