La beatificación sacerdote Millán Garde Serrano, natural de Vara de Rey martirizado durante la Guerra Civil, ya tiene fecha. Se celebrará el próximo 30 de octubre en la Catedral de Santa María de Tortosa, según ha informado en un comunicado el Obispado catalán. El pasado El 29 de septiembre de 2020 el papa Francisco autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto concerniente al martirio de este religioso conquense y de otros tres sacerdotes operarios. Se completa así el reconocimiento de este grupo de los mártires de la Hermandad.
«Damos gracias a Dios por el maravilloso testimonio de estos sacerdotes operarios, hijos de Mosén Sol. Cuando repasamos los relatos de sus martirios, reconocemos a cuatro sacerdotes de diversas edades y procedencias, asesinados en lugares distintos, pero que nos cuentan a una sola voz el misterio de su amor a Jesucristo, capaz de llegar a morir por él», señala en el texto firmado por el reverendo José Ayllón.
BIOGRAFÍA
Garde realizó sus estudios en el Seminario de Cuenca y fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1901. El varaderreño ingresó en la Hermandad de Sacerdotes Operarios el 12 de agosto de 1903. Obtuvo la Licenciatura en Derecho Canónico en el Seminario de Toledo.
Trabajó como prefecto en los seminarios de Toledo, Badajoz, Cuernavaca (México), Querétaro (México). También fue administrador en el seminario de Astorga y director espiritual en los seminarios de Valladolid, Salamanca y León, donde llegó en 1935.
El inicio de la Guerra Civil le sorprendió en su pueblo, donde había ido para pasar las vacaciones. Durante más de un año, permaneció escondido en varias casas, lo cual le permitió poder celebrar la Eucaristía y llevar la comunión a varias personas.
Finalmente fue detenido el 9 de abril de 1938 y conducido a la cárcel de Cuenca y después a la checa instalada en el seminario. Su estado de salud se agravó a causa de los maltratos que recibía todos los días y fue trasladado al convento de carmelitas descalzas, también convertido en prisión. Sólo sobrevivió nueve días, falleciendo el 7 de julio de 1938. Sus restos se encuentran en el mausoleo de la Hermandad en el Templo de Reparación de Tortosa.
Un compañero de calabozo declaró: “Don Millán es un santo. Cuánto nos consuela a todos y con qué alegría sufre tantos malos tratos. Siempre está alegre y algunos días no se puede tener en pie por las palizas que le dan; pero no se queja ni enfada con sus verdugos, por lo que le llaman el cura loco”.