José María Yanguas oficiará la Misa de imposición de Ceniza en las Concepcionistas

La Eucaristía será a las 20:30 horas y estará acompañará musicalmente el Coro de la Capilla de Música de la Catedral de Cuenca

Este miércoles, 14 de febrero, la Iglesia Católica conmemora el comienzo de la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, celebración presente en el Misal Romano y durante la que se bendice e impone en la frente de los fieles la ceniza obtenida de quemar las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior.

Tal y como indica la Junta de Cofradías en nota de prensa, ha organizado su tradicional Misa de imposición de Ceniza dentro de su programa cuaresmal de actos y cultos. Será en la iglesia conventual de las RR. MM. Concepcionistas de la Puerta de Valencia, a las 20:30 horas. Oficiará el obispo de la Diócesis, monseñor José María Yanguas; acompañará musicalmente el Coro de la Capilla de Música de la Catedral de Cuenca, dirigido por José Antonio Fernández.

La celebración religiosa contará con la asistencia de la Comisión Ejecutiva y la Junta de Diputación de la Junta de Cofradías. Desde la institución animan a los nazarenos y nazarenas de Cuenca a comenzar la Cuaresma, tiempo de preparación para la Semana Santa, asistiendo a cualquiera de las misas de imposición de ceniza que se celebrarán en las parroquias de la ciudad a lo largo del miércoles, así como invitan a la comunidad nazarena a acompañarlos en las Concepcionistas.

Sobre el Miércoles de Ceniza

Símbolo de la fe cristiana, la función de la ceniza se recoge y describe en el artículo 125 del Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, publicado por el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos: “El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual”.