“La han conocido desde pequeña y han visto que realmente es ahora cuando está siendo feliz”. Paloma Alberca, la presidenta de la Asociación de Familias Transformando Castilla-La Mancha, se refiere a la evolución de su hija Marta, una adolescente trans de 14 años, y cómo su vida ha cambiado desde su niñez, en un principio en las Pedroñeras y después en Cuenca capital. Un cambio lento pero constante que estas familias han experimentado en paralelo a su pueblo, su ciudad y el resto del país.
Algunos de los últimos avances en este ámbito son la Ley Trans que aprobó el Congreso en diciembre o la ley de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI que las Cortes de Castilla-La Mancha votaron unánimemente el pasado mes de mayo. “No es lo mismo por la buena voluntad del que tienes enfrente que ir con un papel en mano y decir: tenemos una ley la cual nos ampara y lo único que queremos es los mismos derechos que tienen los demás”, defiende Paloma.
Y es que han sido muchas las barreras que han combatido y siguen enfrentando desde que Marta, con 8 años, les expresó lo que sentía. Durante el verano, antes de comenzar el nuevo curso, les dijo a sus compañeros que “cuando volviera en septiembre iba a ser una niña”. Paloma confiesa que su padre, el abuelo de la joven, fue el primero en verlo y recomendarle que contactara con alguna asociación especializada. Cuando Marta se lo contó directamente a su madre, animada por su hermana mayor, el acompañamiento de la asociación y el conocer otras familias en su misma situación sirvió para calmar esa confusión y miedo inicial.
“El camino que hasta este momento siempre has mantenido se borra y tienes que hacer un camino nuevo, sin referentes apenas. Yo me sentía desubicada completamente” manifiesta Paloma, que junto a otro padre, poco después creó la Asociación de Familias Transformando Castilla-La Mancha, con la que han llevado a cabo en Cuenca diversas jornadas informativas, entre otras actividades.
Una labor didáctica y de concienciación que Paloma reclama, por ejemplo, para el ámbito sanitario y educativo. Pone como ejemplo su primer contacto con la psiquiatra que atendía a su hija en Cuenca, de la que recuerda su falta de comprensión y su negativa a llamar a Marta por su nombre, lo que la llevó a buscar otro profesional en Madrid. Su buena experiencia en la capital y el conocimiento que ya tienen del caso de su hija le empujan a seguir allí, pero valora positivamente respecto a Cuenca que ya cuente con una unidad especializada, además de la mayor visibilización que tiene hoy el colectivo: “En comparación de hace cinco años hemos avanzado”.
Respecto a sus vivencias en el colegio y en el instituto, el relato tiene luces y sombras. Al inicio el director reaccionó “como si hubiese visto una fantasma”, pero, tras un proceso “complicado”, consiguieron que se materializara un protocolo para que en el centro se tuviera en cuenta su situación. El cambio a la ESO, lamenta la madre, “fue un horror, fue todo el curso con bullying, lo pasó muy mal”. Y critica también la incomprensión de algunos docentes al respecto. Para atajar el acoso que sufría su hija contactó con la inspección del centro, además de diversas instituciones como Educación, Igualdad o el Instituto de la Mujer. “Es una labor que los centros deben hacer. Hemos conseguido, a raíz de tener la ley en Castilla-La Mancha, que se vaya a hacer también para el profesorado una formación específica, eso también viene muy bien”, valora.
El día de la comunión de Marta es uno de los recuerdos que Paloma guarda con más cariño. “Cuando era pequeñita también quería tomar la comunión como sus compañeros, pero claro, vestida de niña y como Marta. Tuve que ponerme en contacto con el obispado y explicarles que era una niña creyente, que estaba yendo a catequesis, pero que no era ya un niño, que era una niña”, relata. La respuesta fue positiva y Marta tuvo “un día maravilloso” que acabó en Las Pedroñeras con un flashmob de la canción ‘A quién le importa’ de Alaska en el que participó toda la familia.
Paloma valora estas pequeñas victorias del día a día y también las de mayor envergadura, como la aprobación de la Ley Trans, pero sigue poniendo el foco en los pasos que a su juicio aún quedan por dar. Es crítica con que la autodeterminación del sexo requiera de la intervención de un juez antes de los 14 años. Señala que “una persona que no la va a conocer de nada tiene que decidir si esa persona es o no es quien dice ser” y que, aunque sean menores, “ellos tienen su voz y su voto y ya cada uno es libre de expresar quién es”.
Ahora, la madre aconseja a otros padres que acuden a la asociación sobre trámites relativos al cambio de nombre en la tarjeta sanitaria o el DNI, además de dar apoyo y comprensión, lo principal, ya que se sienten “perdidos”. A las familias que estén viviendo este tránsito de género, Paloma les aconseja que “escuchen a sus hijos, hijas o hijes, no solamente oírlos, sino escucharlos, prestarle atención” y “ estar para acompañarle y quererle”. Y destaca que las puertas de su organización están abiertas a todo el mundo: “estamos para ayudarnos unos a otros, es la única finalidad”.