El Centro José Guerrero de Granada alberga ya la exposición ‘El pequeño museo más bello del mundo. Cuenca, 1966: una casa para el arte abstracto’, una selección de más de 40 de las obras del Museo de Arte Abstracto Español -gestionado por la Fundación Juan March- que comienzan una gira por distintas sedes de Europa y América coincidiendo con el cierre parcial del centro museístico de las Casas Colgadas con motivo de las obras de climatización de sus salas y que se extenderá hasta principios de 2024.
Aunque la inauguración tendrá lugar esta tarde, por la mañana se ha llevado a cabo la presentación de esta muestra, en la que ha participado el concejal de Cultura, Turismo y Patrimonio Histórico, Miguel Ángel Valero, junto con el director de Exposiciones y Museos de la Fundación Juan March, Manuel Fontán; el director del Centro José Guerrero, Francisco Baena; y distintas autoridades locales y provinciales granadinas.
Valero ha destacado en su intervención el valor que se tuvo en su día para poner en marcha este Museo de Arte Abstracto Español en Cuenca, pues “hablamos de un grupo de artistas, encabezados por Fernando Zóbel, a quienes se tildó de ‘locos’ por empeñarse en abrir este pequeño gran museo en una ciudad que por entonces no tenía ni asfaltadas muchas de sus calles. Y de un alcalde, el recientemente fallecido Rodrigo Lozano, que tuvo la visión de coger el guante y ceder un espacio tan emblemático para nuestra ciudad como son las Casas Colgadas para que se convirtieran en la sede que acogiera esas grandes e innovadoras obras de arte. ‘Locos’ que en realidad no lo eran, sino que eran unos visionarios, lo que demuestra que hay que tener siempre la mente abierta y dejarse guiar por el corazón”.
En la muestra que hoy se ha inaugurado en Granada, que se podrá visitar hasta el 4 de septiembre y que viajará posteriormente a Barcelona, a Dallas (Estados Unidos) y Koblenz (Alemania), se exhiben más de 40 obras de 34 artistas, entre ellas algunas de las más definitivas de la generación de pintores abstractos que dominó la segunda mitad del siglo XX, como Elena Asins, Sarah Grilo, José Guerrero, Eva Lootz, Manuel Millares, Pablo Palazuelo,
Antonio Saura, Soledad Sevilla, Antonio Tàpies, Jordi Teixedor, Gustavo Torner, Fernando Zóbel y José María Yturralde, entre otros, o escultores como Jorge Oteiza, Eduardo Chillida y Martín Chirino.
Completa la exposición una selección de obra gráfica, libros de artista, fotografías y documentación perteneciente a la Biblioteca y Centro de Apoyo a la Investigación y el Archivo de Artistas Abstractos en España de la Fundación Juan March. En total, 80 artistas están representados en ella.
Exposición en el Centro José Guerrero
En el Centro José Guerrero, un edificio con ciertas similitudes espaciales con el museo conquense, las obras están distribuidas siguiendo un orden bastante cronológico, aunque matizado en favor de la coherencia plástica y conceptual de las piezas, según se muestran habitualmente en los espacios del Museo de Arte Abstracto Español.
La planta baja, donde da comienzo el relato, muestra el peso histórico del grupo El Paso (1957) por medio de algunos de sus protagonistas fundacionales: obras de Luis Feito, Manuel Millares, Antonio Saura y Pablo Serrano, principalmente de finales de los 50 y primeros 60, en las que se reconocen algunos de los rasgos programáticos del movimiento, como la reducción cromática y la factura expresionista. Se añade una obra de esa época de Néstor Basterretxea.
La primera planta continúa aquel impulso, que atraviesa toda la exposición, sumando a Rafael Canogar, profundizando en el trabajo con la materia de Modest Cuixart, Francisco Farreras y Lucio Muñoz, añadiendo los grafismos de Sarah Grilo y Manuel H. Mompó, introduciendo las esculturas de Eduardo Chillida y Martín Chirino, y dando paso al color con José Guerrero y Antonio Lorenzo.
En la planta segunda, Manuel Rivera da pie desde El Paso y su peculiar uso de la materia a los grandes planos de Eva Lootz, Pablo Palazuelo, Antoni Tàpies y Gustavo Torner, así como a evocaciones más atmosféricas que enlazan con Fernando Zóbel y derivan en la obra de la siguiente generación de pintores, formada en el ejemplo de estas abstracciones y presente aquí con Miguel Ángel Campano.
Finalmente, en la planta mirador se presentan los trabajos más geométricos y construidos trazando su genealogía desde Jorge Oteiza y el Equipo 57 a finales de los 50, siguiendo con Eusebio Sempere en los 60 y profundizando sobre todo en los 70 con José Luis Alexanco, Elena Asins, Gerardo Rueda y Jordi Teixidor, acompañados de una fosforescencia de José Guerrero y una tela de Albert Ràfols Casamada de los 80. Si la muestra comienza con la dominancia del negro, concluye en blanco.
Además del recorrido por salas establecido por las grandes obras, se presenta una línea de tiempo con los principales hitos del Museo de Cuenca ilustrada con documentos, fotos, dibujos, obra gráfica y algunos originales de pequeño formato.
Acompaña a la exposición una publicación editada en español e inglés, ampliamente documentada y con textos de Francisco Baena y Manuel Fontán del Junco (‘Un museo de artistas para un país de artistas sin museos. Sobre esta exposición’), María Dolores Jiménez- Blanco (‘Una nueva mirada al abismo: la abstracción informalista española y sus contextos (1955-1978)’), Ramón González Férriz (‘De la guerra fría al pop: el mundo antes y después de 1966’), Santos Juliá (‘España, 1966’) y María Bolaños (‘El futuro empieza hoy: los comienzos de un pequeño museo moderno’), entre otros.