“Ganar el Herralde era la mayor ilusión que yo tenía en mi proyecto literario”

Entrevista con Luis López Carrasco, ganador del Premio Herralde de novela y profesor de la UCLM en Cuenca

Luis López Carrasco es el ganador del Premio Herralde de novela de 2023, uno de los galardones literarios con más prestigio de nuestro país, que han obtenido nombres tan importantes de la literatura en castellano como Álvaro Pombo, Javier Marías, Félix de Azúa, Vicente Molinta Foix, Roberto Bolaño o Mariana Enríquez. En su faceta como cineasta fue premiado con dos Goyas por su documental El año del descubrimiento, que aborda la problemática de los cierres industriales de 1992 en la ciudad de Cartagena. Pero además, este murciano nacido en 1981 es profesor en la Facultad de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la UCLM en Cuenca. Todo un currículum sobre el que charlamos con él en esta entrevista.

¿Qué ha supuesto para ti recibir un premio con el Herralde de novela, que tiene una nómina de ganadores realmente sonora?
El premio Herralde es un premio que tanto como lector como cuando trabajaba de librero era un premio muy definitivo, tanto por el criterio de la editorial Anagrama como porque han premiado obras muy influyentes, como las recientes Lectura fácil, de Cristina Morales o Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez. Y hay una novela, El testigo, de Juan Villoro, que para mí ha sido muy importante. Así que ha sido realmente apabullante recibir este premio, ganar el Herralde era la mayor ilusión que yo tenía en mi proyecto literario.

Imagino que cuando uno se presenta a un premio al que concurren más de 1.500 novelas, aunque queda la ilusión de ganar, se sabe que es muy complicado de obtener.
Claro, es tremendo porque es un premio al que concurre mucha gente, no sólo de España sino también de América Latina. Es abrumador, yo estoy que todavía a veces no me lo creo. Es la mayor ilusión que yo tenía desde los 20 años, es alucinante y no tengo palabras para definirlo.

¿Ha supuesto un antes y un después en cuanto a difusión de tu obra y a posicionamiento mediático?
Es pasar de la nada al todo. Ya publicar en Anagrama es lo mejor a lo que uno puede aspirar, pero si además es con el premio Herralde es extraordinario. Mi libro anterior, que publiqué hace unos 10 años, salió en una editorial muy pequeñita, no tuvo prácticamente distribución, y este libro ha entrado por la puerta grande, no hay otra manera de decirlo. El desierto blanco se ha distribuido por todo el mercado hispanoamericano y se va a traducir al chino y al inglés, una auténtica pasada.

¿Qué tal está funcionando el libro?
Creo que bien, no tengo datos de ventas, pero está funcionando bien. Los lectores que me escriben y me llaman o la experiencia de las presentaciones está siendo muy buena. Estoy muy satisfecho.

“Proyectos de novelas tengo bastantes, lo que no tengo todavía es tiempo para poder escribirlas”

Tú estudiaste Cinematografía pero veo que has alternado cine y literatura. ¿Cómo es tu producción literaria, tienes algo en mente?
Los libros los he ido pensando durante muchos años y cuando he conseguido tiempo los he ido escribiendo poco a poco. Proyectos de novelas tengo bastantes, lo que no tengo todavía es tiempo para poder escribirlas. Ahora, desde el punto de vista académico, estoy con el doctorado y mi actividad en la universidad es mi principal fuente de ingresos. Por otro lado tengo los proyectos cinematográficos, que también están parados desde que gané los dos Goyas con El año del descubrimiento y es verdad que tengo más ideas de novelas que de películas, y con la dificultad tan tremenda que supone financiar un largometraje ahora mismo me veo con más ganas de abordar proyectos literarios, intentado hacer un relato de la sociedad española de los últimos años, que es mi objetivo primordial.

¿Estás trabajando en alguna novela en este momento?
No, ahora mismo no puedo, tengo mucho trabajo y me encantaría, pero no puedo.

¿Te centras en la España contemporánea, en momentos muy importantes de la historia reciente de España?
Sí, en Futuro hablé de la Transición, en El año del descubrimiento el telón de fondo era la desindustrialización del año 92, y en El desierto blanco hablo de lo que fue la crisis económica del 2008 desde esta perspectiva de ciencia ficción. Llevo desde el año 2012 trabajando en un proyecto que vuelva a contar la historia de las diferentes generaciones que vieron cómo cambiaba su vida con la crisis. Ahí tengo todavía cosas que contar.

Desde el punto de vista cinematográfico otro hito fundamental fue la obtención de dos Goyas por el documental El año del descubrimiento. Otro momento de explosión.
Sí, pero una explosión controlada, porque el trabajo diario me sigue ocupando mucho y es lo que me da de comer.

El desierto blanco se ha distribuido por todo el mercado hispanoamericano y se va traducir al chino y al inglés”

Me ha llamado la atención que en literatura trabajas en el terreno de la ficción pero en el cine lo haces en el del documental. ¿Te planteas hacer cine de ficción en algún momento?
Cuando era estudiante todavía me di cuenta de que la ficción era muy difícil de producir y que estaba escribiendo muchos guiones narrativos, de ficción, que se amontonaban y no los hacía. Eso me hizo pensar que igual todo lo que es ficción tenía más sentido desarrollarlo literariamente. Eso dejó un espacio de posibilidad de cara al cine muy abierto y el cine que yo he hecho está marcado por el hecho de que toda la ficción la iba a volcar en lo literario. El año del descubrimiento se puede considerar un documental, pero las pelis anteriores son una mezcla de ensayo fílmico, cine experimental, etc… La no ficción es un territorio muy amplio y muy creativo, donde se pueden hacer más cosas que en la ficción y en ese ámbito me he movido muy a gusto. No me importaría hacer ficción en cine, pero hay algo que tiene el cine y es que se nutre de personas existentes, y ese carácter de registro material de la realidad es uno de sus valores fundamentales, y eso es lo que me ha atraído hasta el momento.

He leído que participaste en la fundación de un colectivo llamado Los Hijos, que es una plataforma de cine experimental. ¿Siempre te has movido en ese ámbito de la experimentación o ha sido sólo una de las vertientes de tu carrera?
En la escuela de cine hice algún corto de ficción, pero en mi último año ya hice una especie de mezcla de ficción con documental con metacine y mis primeros trabajos los hice con Natalia y Javier, en el colectivo Los Hijos, que fue nuestro inicio de cara a mover las películas, a ir a festivales internacionales, a museos, etc…., de hecho ahora acabamos de volver los tres de la Universidad de Michigan, donde el departamento de lenguas romances han dedicado una semana a que diéramos seminarios y mostráramos nuestra obra. Los Hijos ha sido un espacio de formación y ha sido muy bonito porque además estoy acompañado. También hemos programado en centros de arte o a preparar material docente. Yo en lo educativo empecé por mi actividad como cineasta en el colectivo Los Hijos.

También he visto que fuiste uno de los fundadores de una revista de cine llamada Los olvidados, me imagino que en recuerdo de la película de Buñuel.
Sí, fue un proyecto que duró muy poco, que formó parte de mi formación. Cuando estás empezando en el mundo del cine una manera de aprender es ver películas, y escribir sobre ellas es una manera de reflexionar y entenderlas mejor, por eso trabajar en Los olvidados me vino muy bien porque me permitió cubrir festivales de cine, la Seminci de Valladolid, el Festival de San Sebastián, el de Gijón, etc…, e ir a festivales es una experiencia de mucho estímulo, porque ves cosas que te sacan de tu zona de confort y te metes en películas de las que no tienes ni idea y te descubres sólo en esos lugares.

Antes me has comentado que vives de tu actividad docente, porque con la literatura y el cine, al menos hasta ahora, es muy difícil vivir.
Lamentablemente este país es muy ingrato con lo que es la creación artística y el mundo de la cultura en general y un porcentaje muy elevado de los que se dedican a este mundo no pueden vivir de su actividad artística. Eso es una realidad y yo he preferido tener autonomía artística a trabajar en proyectos más comerciales, que no lo digo desde una posición de superioridad. Yo intenté trabajar como guionista de ficción en la industria, pero por lo que sea los tiempos nunca me han acompañado. Dedicarme a la universidad me permite alimentarme también de un montón de ideas, investigar, aprender diariamente y estar en contacto con gente joven, y además me permite tener autonomía para decidir en qué proyectos me meto y en cuáles no. Ahora con la novela ya no estoy en el ámbito independiente, estoy en una editorial grande y espero poder tener más regularidad creativa.

“He preferido tener autonomía artística a trabajar en proyectos más comerciales, que no lo digo desde una posición de superioridad”

¿Tu objetivo sería vivir de la literatura?
Digamos que uno tiene que hacer los proyectos en los que cree, y si con el paso del tiempo acabo viviendo de ellos, magnífico. Pero he visto a mi alrededor a mucha gente arruinada, pasándolo muy mal, cineastas a los que uno admira y cree que le va bien que realmente están muy mal de dinero. Soy muy cauteloso y después de haber vivido muchos años de precariedad tener estabilidad económica también es bueno para crear.

¿Cuáles son tus referentes cinematográficos y literarios?
Qué pregunta tan difícil. Pues desde Chantal Akerman a Steven Spielberg, mis cineastas favoritos son del rango más amplio que hay. Si tengo que pensar en mi obra, para mí fue muy importante el trabajo de gente como Joaquim Jordá en los años 70 y 80, todo lo que es el documental de la Transición, que hay obras interesantísimas. El cine de los 70 de ficción también me interesa mucho. Y a nivel literario, ahora estoy leyendo Miau, de Pérez Galdós. Hay una función de la literatura como pila voltaica o como almacenamiento de las vidas cotidianas que me resulta muy interesante, que ha tenido mal predicamento en España porque parece que el realismo social es más plano. Pero eso son tonterías, por ejemplo a nivel español lecturas recientes han sido las obras finales de Vázquez Montalbán o todo el ciclo de los años 70 de Carmen Martín-Gaite. Y una autora que ganó el premio Planeta pero que ha pasado mucho tiempo en el olvido es Concha Alós, cuya obra Los enanos es fundamental para mí.

Me gustaría terminar la entrevista preguntándote por tu actividad docente en la Facultad de Comunicación Audiovisual.
Yo pertenezco al departamento de Arte de la Facultad de Bellas Artes pero doy clase en Comunicación Audiovisual.

¿Y qué asignatura das?
Se llama Ideación y Creatividad para Proyectos Audiovisuales, de 3º de Comunicación y del doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Es una asignatura en la que desarrollamos métodos de creatividad para el alumnado para desarrollar una voz propia, ser original, encontrar maneras de no repetir fórmulas y, sobre todo, ampliarles la mirada que tienen acerca del audiovisual, no mirar cosas contemporáneas sino ver la variedad de creaciones audiovisuales que hay, desde el cine experimental hasta el video arte, el video clip, la publicidad o el cine mudo. Intento hacer una panorámica lo más amplia de las diferentes facetas que tiene la creación audiovisual.

¿Y cómo está siendo tu experiencia en la UCLM? ¿Qué respuesta tienes por parte de los alumnos?
Estoy muy contento porque me pude involucrar en la primera promoción de la facultad y lo más bonito que tienen estos estudios y esta facultad es que son nuevos y está todo por hacer, no hay inercias pasadas. Es importante combinar bien la enseñanza técnica con la histórica y conceptual. Esa mezcla entre teoría y práctica es importante, porque para motivar al alumnado hay que transmitirle muchas veces que si están en la universidad es porque van a tener una preparación académica y teórica, para una formación exclusivamente técnica vas a una formación profesional. Esos equilibrios a veces son complejos y cada asignatura tiene que ir encontrando su pertinencia, pero yo al alumnado lo veo voluntarioso, trabajador, y si no está motivado probablemente la culpa la tengamos nosotros y no ellos.