Este sábado será beatificado en Tortosa el sacerdote Millán Garde, de Vara de Rey

El obispo de Cuenca, José María Yanguas, asistirá al acto junto a fieles del pueblo natal del mártir

El obispo de Cuenca, Monseñor José María Yanguas, asistirá este sábado, 30 de octubre, a la beatificación del sacerdote Millán Garde Serrano, natural de Vara de Rey, que fue martirizado en la Guerra Civil junto a otros tres compañeros de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos: Manuel Galcerá Videllet, Francisco Cástor Sojo López y Aquilino Pastor Cambero.

Se trata del último grupo de operarios martirizados que murieron durante la contienda fratricida, cuando ejercían como formadores en los seminarios de Ciudad Real, León y Baeza. La ceremonia se celebrará a las 11:00 horas en la Catedral Basílica de Santa María de Tortosa (Tarragona). Presidirá la Eucaristía de beatificación el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Junto a él concelebrarán el obispo de Tortosa, Mons. Enrique Benavent; el director general de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, Florencio Abajo Núñez; y otros cuatro cardenales, 20 obispos y más de 80 sacerdotes. Junto al obispo conquenses también asistirán un grupo de fieles de de Vara de Rey.

El oapa Francisco autorizó el 29 de septiembre a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar el decreto concerniente al martirio de Millán Garde Serrano, sacerdote natural de Vara del Rey. Nació el 21 de diciembre de 1876 y, tras realizar sus estudios en el Seminario de Cuenca, fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1901.

Ingresó en la Hermandad Siervos de Dios el 12 de agosto de 1903. Obtuvo la Licenciatura en Derecho Canónico en el Seminario de Toledo. Trabajó como prefecto en los seminarios de Toledo, Badajoz, Cuernavaca (México) y Querétaro (México). También fue administrador en el seminario de Astorga y director espiritual en los seminarios de Valladolid, Salamanca y León, donde llegó en 1935.

El inicio de la Guerra Civil le sorprendió en su pueblo, donde había ido para pasar las vacaciones. Durante más de un año, permaneció escondido en varias casas, lo cual le permitió poder celebrar la Eucaristía y llevar la comunión a varias personas.

Finalmente fue detenido el 9 de abril de 1938 y conducido a la cárcel de Cuenca y después a la checa instalada en el seminario. Su estado de salud se agravó a causa de los maltratos que recibía todos los días y fue trasladado al Convento de Carmelitas descalzas, también convertido en prisión. Sólo sobrevivió nueve días, falleciendo el 7 de julio de 1938.