Andoni Sierra afronta su segunda edición como director artístico de la Semana de Música Religiosa de Cuenca. Tras una experiencia el año pasado que él mismo define como de total libertad para trabajar, Sierra ha diseñado un programa en el que el sigue apostando por el talento nacional sin dejar de lado importantes intérpretes internacionales y recupera alguno de los grandes compositores habituales en la historia de la SMR: Bach, Fauré, Haydn o Charpentier.
– Me gustaría empezar sobre cómo fue su experiencia como director artístico en 2023, su primer año al frente de la SMR. ¿Qué balance haría de esa edición?
Es cierto que cuando uno llega a un festival así tiene que conocer el terreno que pisa y por dónde tienen que ir sus decisiones. El aterrizaje fue sencillo porque el festival está saneado económicamente y eso significa que la base económica está asegurada, lo que da tranquilidad para trabajar. Ese fue mi caso y tuve total libertad para trabajar y decidir lo que debía hacer. La programación del año pasado creo que musicalmente estuvo muy bien, pero es cierto que la respuesta del público fue menor de la que yo esperaba, pero no hay que buscar excusas, el público es soberano y decide. Las sensaciones fueron muy buenas porque tanto artistas como el público que asistió se reencontraron con el espíritu de la SMR, que yo consideraba que había que recuperar y toca seguir trabajando.
– ¿Hasta qué punto la experiencia del año pasado le ha servido para diseñar el programa de este año?
La línea de programación sigue siendo un poco la misma, variedad en las propuestas y formatos, atender a todos los estilos de la música sacra occidental de los últimos ocho o diez siglos, programar con coherencia según los días de calendario. En esa línea se ha mantenido, aunque este año hemos introducido algunas obras que son más populares porque el año pasado quizá faltaba algún título de los que el gran público quiere tener siempre, pero se programó con mucho menos tiempo de antelación y estábamos más limitados en lo que a las ofertas de refiere. Este año hemos tenido más tiempo y hemos programado tres grandes clásicos populares que el año pasado no había.
– ¿Cómo definiría esta sexagésimo primera edición de la Semana de Música Religiosa de Cuenca?
Creo que puede ser una SMR muy luminosa. Está construida en torno al concepto de la luz en el sentido más amplio de la palabra y hay muchas obras que giran en torno a esa temática.
“Creo que puede ser una SMR muy luminosa”
– Yo, que soy un profano en el mundo de la música clásica, procuro asesorarme antes de una entrevista como esta, y me dicen algunas personas con las que he hablado que en el programa tiene una gran presencia la música vocal, que se nota que a usted ese tipo de música le gusta mucho. ¿Es así, Andoni?
Desde luego no hay duda de que yo tengo un gran amor por la música vocal, pero no la programo porque a mí me guste, lo hago porque en realidad la música sacra cantada es, te diría, un 90% del repertorio sacro universal. La voz y el texto es fundamental en la música sacra y es muy normal que aparezca este repertorio.
– Me hablaba antes de tres obras que al gran público le gusta ver en una programación como esta. Supongo que son el Réquiem de Fauré, la Pasión según San Juan de Bach y La Creación de Haydn.
Exacto
– ¿Son las obras que forman la columna vertebral de esta edición?
No exactamente, pero sí forman el trío de ases que el gran público espera. La columna vertebral también la conforman las propuestas en formato mediano o pequeño, o el concierto homenaje a Fernando Zóbel, que también es de un gran peso artístico.
– Como en años anteriores la Semana sale de la ciudad de Cuenca, y en concreto son cuatro las localidades donde va a haber conciertos: Alarcón, Arcas, Belmonte y Cardenete. ¿La experiencia del año pasado fue buena en este aspecto?
Sí, lo fue, y sobre todo el compromiso económico y organizativo de los diversos consistorios que colaboran es real y concreto, y la SMR considera que la música que se hace en Cuenca tiene que ir más allá de la capital. Tenemos una Diputación que financia generosamente el festival y creo que es obligado visitar pueblos que, además, ofrecen un patrimonio arquitectónico extraordinario para poder acoger conciertos de este tipo.
– Arquitectónico y musical, porque, a decir de los expertos, el órgano de la iglesia de Cardenete es magnífico.
Por supuesto, sin duda alguna.
– Dieciséis conciertos componen el programa de este año, curiosamente los mismos que el año pasado.
Creo que es el número máximo. No podemos cargar con más conciertos porque hay un punto de saturación. Teniendo en cuenta que de esos dieciséis cuatro son fuera de Cuenca y que una no es sólo una cita musical sino que se proyecta también un documental, estamos hablando de 11 citas puramente musicales en la ciudad, que a lo largo de 9 días es una cantidad equilibrada.

– Concretamente en Cuenca, aunque el Teatro Auditorio es el centro neurálgico del festival, hay otras localizaciones también muy interesantes, que no por ser más espacios más reducidos dejan de ser atractivos. Me refiero a la iglesia de San Miguel, al Espacio Torner o a la Fundación Antonio Pérez.
Sin duda. Está muy bien que haya un Teatro Auditorio con sus salas sinfónica y de cámara, pero hay que procurar aprovechar todos esos espacios arquitectónicos que tienen por su acústica, historia y relación con la Semana una carga que hace que los conciertos sean especiales allí.
– Esos amigos míos melómanos me incidían en un concierto, que es el del día 25 de marzo, Lunes Santo, en la iglesia de San Miguel, con el Ensemble Clement Janequin y Les Sacqueboutiers de Tolouse. Y me decían que ellos animaban a todo el mundo a que fuera a ese concierto porque puede ser un hito de esta SMR.
Tanto unos como otros son referencias absolutas a nivel mundial en la interpretación de la música del Renacimiento y el programa que traen es precioso, de tal forma que si juntamos la calidad de los artistas con la belleza del programa creo que sus amigos estaban muy bien encaminados.
– ¿Qué otras actuaciones tiene señaladas como referencias del festival?
El mismo concierto inaugural con el coro Vocalia, que es un coro de voces femeninas extraordinario, va a estar muy bien por lo interesante del programa. El concierto del cuarteto Mandelring es estar hablando de la primera línea de la música de cámara a nivel mundial. La pianofortista Yasuko Uyama Bouvard es extraordinaria y no hay muchas ocasiones de escuchar un pianoforte en directo. El concierto de Charpentier o el concierto de clausura con Hippocampus son también citas ineludibles. A nivel musical e interpretativo hay muchas citas importantes en la Semana.
“A nivel musical e interpretativo hay muchas citas importantes en la Semana”
– La SMR si algo tiene son las fechas, con una simbiosis con la Semana Santa, no sólo desde el punto de vista procesional sino por los días de la Pasión, fundamentalmente Jueves y Viernes Santo y la Pascua de Resurrección como momento culminante de la doctrina cristiana. ¿Se programa teniendo esto en cuenta?
Para mí es algo que quizá no todo el mundo valora o percibe, pero el hecho de programar estas músicas en las fechas que corresponden tiene muchísimo valor, algo que pasa en Cuenca y en muy pocos sitios. Puedo estar equivocado, pero no creo que el Viernes Santo suene en España ninguna otra Pasión, y eso tiene mucho valor. Es el día que hay que representarla.
– Precisamente le quería preguntar por ese concierto, porque el año pasado no hubo en el programa ninguna de las grandes obras de Bach. La va a interpretar la Orquesta y Coro de la SMR, ¿qué nos puede decir de ellos?
Esta era una idea que yo ya tenía el año pasado, lo que pasa es que son cosas que hay que hacer con tiempo, y en 2023 íbamos más justos. Este año decidimos que, como hacen en otros muchos festivales de música, queríamos presentar una producción propia, que significa que la propia dirección del festival es quien conforma un grupo para un concierto. Yo mismo he seleccionado diferentes músicos, todos nacionales, que consideraba adecuados para abordar una obra como esta. Muchos de estos músicos son habituales en grandes formaciones especializadas de toda Europa y juntarlos es una muestra de que desde la SMR hay un conocimiento perfecto del mercado y una capacidad de organización suficiente como para montar un proyecto como este.
– ¿La orquesta y el coro van a tener continuidad en el tiempo o se va a formar cada año exclusivamente para la Semana?
Ojalá tuviera continuidad, porque nuestro compromiso con el talento nacional es claro. Tenemos músicos de primer orden tocando en las mejores agrupaciones del mundo. Creo que esta, entre comillas, obligación de ponernos a montar esto debiera tener una continuidad, porque estamos fortaleciendo la imagen y la labor musical del festival y debiera ser una acción que trascendiera al propio marco del festival. Si se es capaz de formar una orquesta de la SMR con un nivel alto por qué no programarla a lo largo del año cuatro o cinco veces. Así surgieron otras orquestas como las de los festivales de Budapest o Lucerna y hay otros festivales de unas dimensiones como la Semana que tienen orquestas propias que luego están presentes en la programación cultural de las ciudades donde nacen.
– ¿Qué presupuesto tiene la SMR para esta edición?
Hemos tenido la suerte de que el compromiso de las instituciones, que el año pasado fue un poco mayor por el hecho de que era la sexagésima edición, se ha mantenido para este año y contamos con un presupuesto similar al de 2023. Para lo que es la contratación artística, y en esto están incluidos cachés, hoteles y desplazamientos, tenemos aproximadamente 350.000 euros, más luego hay otros 150.000 para otras cuestiones como marketing, publicidad, publicaciones, etc….
– Me imagino que a usted le gustaría tener más dinero, sobre todo con la historia de grandes conciertos que tiene la SMR. ¿Sigue siendo un presupuesto limitado para lo que se podría hacer?
Más siempre es bienvenido, pero por otra parte es una labor bonita ser capaces de sacar una programación redonda y completa con un presupuesto relativamente limitado. Esto nos obliga a ser muy prudentes y muy cuidadosos en cómo gastamos todos y cada uno de los céntimos con los que contamos.
– Me ha comentado que la respuesta del público no ha sido todo lo buena que usted hubiera deseado. ¿Hasta qué punto el hecho de que no se pueda abordar la contratación de ciertos nombres que han estado presentes en otras ediciones hace que se resienta la asistencia a los conciertos?
Podría pasar algo de eso, pero creo que no tiene por qué ser así. Además, creo que el camino que estamos marcando es un camino importante, en parte novedoso porque la apuesta por el talento nacional no es algo que se dé en todos los festivales. Ahora también se podría traer algún grupo importante, pero nos quedaríamos con un tercio menos del presupuesto. Creo que no hay que entrar en esa «dictadura» de los nombres mediáticos, no hay que caer en eso, porque al mismo tiempo estamos poniendo sobre la mesa el valor del talento nacional. Hay mucha gente aquí que lo sabe hacer muy bien y no te piden los cachés que piden gente que viene de fuera y que no siempre son garantía de respeto al público y a la partitura.
– ¿Entonces quizá la dirección del festival va, también entre comillas, en educar a la gente para apreciar interpretaciones o grupos que aunque no tengan tanto nombre como otros sí que reúnen una calidad alta como para poder actuar en la Semana?
Se trata de diseñar una programación que musicalmente sea atractiva y que artísticamente esté perfectamente defendida, y para ello, incluso a la altura de nombres más mediáticos, no hace falta la tentación de programar a este súper director o a este súper coro o a esta súper orquesta cuando además no hay medios para ello.
– ¿Qué esperas de esta edición?
Espero lo que todo programador, que las citas cumplan con las expectativas musicales que están depositadas en ellas, que lleguemos a un gran número de público, que cuando salgan de un concierto se queden con ganas de más, como ocurrió en el ciclo de Adviento, y que se transmita esa sensación de que los conciertos de la SMR merecen mucho la pena.