«En la Antártida, lo que más me ha fascinado siempre son dos cosas: la luz y el silencio»

Entrevista con Pepe Molina Cruz, videógrafo participante en dos Campañas Antárticas del CSIC y que presenta ahora un documental con el resultado de sus viajes

Nacido en Cuenca de madre de Chillarón y padre de Valhermoso de Fuente, Pepe Molina se licenció en Humanidades por la UCLM. Formado como periodista, realizador, cámara de vídeo-fotografiía y piloto de dron, ha colaborado con varios medios nacionales e internacionales. Actualmente combina su trabajo de como freelance con la docencia en centros de formación y en la producción de proyectos personales, como “EVANESCET, los últimos glaciares”. Recientemente ha estrenado un nuevo documental grabado en la Antártida sobre el deshielo, en colaboración el CSIC y la Comisión Polar Española.

¿Cómo llegaste a dedicarte a ser videógrafo profesional?

En mi época de universidad me habría gustado hacer algo de tele, comunicación audiovisual o periodismo, pero en los años 90 esa opción no existía en Cuenca. Así que hice Humanidades porque siempre me han gustado la historia y la literatura. Pero siempre con la opción de hacer algún postgrado fuera, porque siempre me había chiflado viajar y lo unía mucho a la fotografía, porque desde pequeño siempre me ha gustado mucho la foto y siempre tenía una cámara. Mi lenguaje siempre ha sido la imagen y la fotografía. Así que, cuando consigo un par de becas y esa libertad de la juventud de poder viajar, empiezo a utilizar la cámara a saco.

¿Y de esos viajes surge tu idea sobre hablar de naturaleza y el cambio climático?

Es casi al contrario. Utilicé el poder irme para poder hacer las imágenes. El proyecto de entornos más naturales viene bastante después. Hace seis años que empecé con el proyecto de los glaciares y su desvanecimiento. Andaba buscando, desde hace tiempo, algo tanto a nivel artístico como visual y por convicción personal, involucrarme en algo que mereciese la pena. Y que no tuviese un fin, que fuera un trabajo de largo recorrido en el que poder desarrollar gran parte de mi vida. Cuando tuve la oportunidad de hacer un viaje con Fernando Moleres, pues la verdad es que me quedé fascinado y tuve una iluminación con el tema.

¿Es importante la convicción personal para estos proyectos?

Yo lo encuentro primordial, personalmente. Te puedes establecer un proyecto en base a muchas cosas. Por economía, evidentemente, porque también tienes que comer; porque te gusta lo plástico; porque te llega… no lo sé. Pero si unes casi todo, va a ir mejor. Le vas a poner más alma. Es muy importante que sea personal, que te guste, que no te fijes en querer hacer las cosas porque ya se ha hecho una cosa u otra. Cuanto más puro, personal y rangos se unan, más sincero. Es lo que me funciona a mí.

¿Cómo empiezas a centrarte en los proyectos de viajes?

Llegué a Barcelona a hacer el postgrado de fotoperiodismo. En esa época hubo un cambio en la prensa y en el negocio audiovisual en el que se popularizan mucho los vídeos. Empiezan a demandar publicaciones con pequeñas cápsulas de vídeo. En esa época yo colaboraba con El País Semanal para este contenido. Y, Fernando Moleres, que es un increíble fotógrafo y amigo, pasaba por allí en un estudio cercano, e hicimos buena amistad. Me comentó que tenía que ir a Chernobyl para un reportaje y me propuso ir para hacer yo el vídeo. Ese fue nuestro primer viaje. A raíz de ahí él ya estaba trabajando sobre el Ártico y el hielo en un reportaje fotográfico, el desvanecimiento… me contaba sus historias y me enseñaba sus fotos y yo flipaba. Una compañía de material fotográfico quería hacer unos vídeos sobre él trabajando, y ahí es cuando yo le puedo acompañar y descubro estos sitios. Y wow… la primera vez que llegué a Groenlandia fue un shock. Poder ver esas grandes masas de hielo. Tú tienes muchas referencias visuales de cosas que has visto: desiertos, deltas, montañas… Pero no de icebergs de muros de hielo de 40 o 50 metros de alto. Yo aluciné. Me lo tomé muy en serio y empecé a buscar financiación para hacer un trabajo más exhaustivo sobre los glaciares. Para mí, los glaciares reúnen de una manera muy visual, directa y artística lo que es el calentamiento global y el cambio climático. Es una tilde, un acento a todo lo que el ser humano, en esta era antropocéntrica estamos realizando.

«No creo que haya una solución directa para el cambio climático, pero puede haber una ralentización»

Y de ahí surge Evanescet Glaciares.

Exacto. El anterior se reúne en un cortometraje que ganó bastantes premios nacionales e internacionales. Todo esto me lleva también «Evanescent, los últimos Glaciares«, que es el que estoy haciendo ahora. Es una serie de capítulos en diferentes latitudes: Groenlandia, Antártida, Islandia, Argentina, Chile, y otros cuantos que aún estamos diseñando, para unirlo todo en unas videoinstalaciones y videoproyecciones para lograr una visualización más sensorial y artística, no solo documental. Voy avanzando un poco en el lenguaje. Primero era más documental y eso está bien, pero ahora es un lenguaje más sensitivo, con el fin de que alguien que lo vea se haga ciertas preguntas sobre qué estamos haciendo y qué estamos perdiendo.

¿Qué estamos perdiendo? ¿Qué diferencias hay entre los glaciares de Groenlandia hace ocho años a la Antártida este año?

Estamos perdiendo sobre todo mucho tiempo. Tiempo de actuar y de no tomarlo en serio. Evidentemente es un problema planetario, muy difícil y extenso, en el que no sé la confianza que te puede quedar en el ser humano. Pero también se hacen cosas muy buenas por ralentizar el cambio climático. Sinceramente, no creo que haya una solución directa, pero puede haber una ralentización que es importante. La verdad que solo el ser humano puede salvar esto, y es paradójico. Es el que lo hace y el que lo podría salvar. Realmente, todos los indicadores que yo he visto van hacia un calentamiento que llevan hacia la pérdida de estas masas de hielo de 70.000 años. Es una pasada. Este acento es en el que intento hacer hincapié, para al menos reflejarlo. Estamos perdiendo el tiempo.

Cuando el público ve tus documentales, ¿es consciente?

Me llega, sobre todo, que se cuestionan y que se preguntan cosas. Con eso yo estoy satisfecho. Que tú te puedas preguntar o interesar por esto que ahora está más en boga, pero que sigue siendo muy reciente. Hace cinco o seis años de esto casi no se hablaba y aún hay muchas trabas, porque en cierta manera el progreso no va de la mano de la conservación, entonces es complicado. Pero bueno, también hay nuevas generaciones como la de mi hijo, en las que esto ya está en los estudios y no conciben un sitio en el que no se recicle o no se cuide. Me llega, sobre todo, preocupación.

Tu último trabajo publicado es el de la Campaña Antártica, que se ha presentado este mes en Barcelona, ¿es así?

Sí, de momento aquí en Barcelona. Ahora estamos con la distribución y de momento no lo sé, pero seguramente se pueda ver en alguna plataforma online y lo llevemos a festivales. A raíz de esta especialización, los sitios a los que voy y los trabajos que hago requieren de una producción y una logística bastante extensas. Tengo que contar con instituciones, patrocinadores de ropa, cámaras, viajes… Estuve hace años con El País Semanal haciendo un trabajo para el Comité Polar Español mientras hacía mi trabajo personal. Y, este año, he podido volver en mi segunda campaña para trabajar exclusivamente para el Comité Polar y el CSIC. Con el tiempo me he dado cuenta de que necesitaba hablar con científicos y científicas, tener un respaldo científico de lo que está pasando, no tener solo mi visión. Entenderlo realmente, que me lo contase gente experta en este tema. Hemos hecho un tándem productivo en el que hago diferentes proyectos documentales para el CSIC. Uno de ellos ha sido este documental de 30 minutos sobre el desarrollo de la Campaña Antártica Española en el buque oceanográfico ‘Hespérides’. Estuve allí dos meses, enero y febrero, con un compañero de producción de la Universidad de Málaga, Tolín García. Estuvimos en el buque desde Argentina hasta la Península Antártica, y luego en las dos bases que tiene España allí en las islas Shetland del Sur. Una base en la Isla Decepción, una isla volcánica, rodeada de fauna con pingüinos, leones marinos… Increíble ese espacio. Y luego está la base científica del CSIC en la Isla Livingstone. Allí trabajamos durante dos meses en este proyecto.

«Los glaciares reúnen de una manera muy visual, directa y artística lo que es el calentamiento global»

¿En qué consiste la Campaña Antártica que realizan allí el CSIC y el Comité Polar?

Llevan ya como 25 campañas ya. Pues cada año el CSIC se encarga de toda la logística para que diferentes proyectos científicos internacionales puedan ir a estas islas a desarrollarlos. Son trabajos de geodesia, de cambio climático, de glaciares, de introspección marina, de salinidad… Se está estudiando sobre todo cómo está afectando este cambio de temperaturas y corrientes marinas en la Antártida. Porque tanto el Ártico como la Antártida, al ser tan sensibles, tienen mucha capacidad de extrapolación al resto del planeta. Digamos que estudian allí lo que van a estudiar dentro de poco. Se desarrolla desde mitad de diciembre hasta mitad de marzo, porque luego el verano austral no lo permite.

¿Y cómo se les plantea grabar un documental de estas características?

El Instituto de Ciencias del Mar del CSIC está en Barcelona. Entonces, pues a través de entrevistas a los científicos y cosas así estoy bastante en contacto, y querían hacer un proyecto más de difusión. Porque en la ciencia es muy importante que llegue al público en general. Se hacen un montón de proyectos súper punteros que el público general no puede conocer. Entonces, estaban por ver cómo hacer llegar una campaña antártica a la gente. Desarrollamos un proyecto conjunto, en este caso ellos me llaman y me ofrecen realizarlo y también hacer otro con cámaras de realidad virtual y 360º, que también presentamos el otro día y quedó muy guapo. Está diseñado para visualizarlo con estas gafas y realmente tener la experiencia y la oportunidad de poder estar en esas latitudes que, como entenderás, es muy difícil poder llegar. Requiere de una preproducción… nosotros estuvimos más de un año y medio diseñando este proyecto para que viese la luz. La verdad es que, ahora probando esto con las gafas de realidad virtual y pudiendo mostrárselo a la gente, ha gustado mucho. Imagínate estar en una playa con los pingüinos, en un laboratorio del buque oceanográfico, o acompañar a otros científicos en sus paseos por los glaciares.

Imagen de Pepe Molina Cruz.

¿Cómo son las condiciones de vida en la Antártida?

En la Antártida, lo que más me ha fascinado siempre son dos cosas: por un lado, la luz que tiene. Es completamente distinta a todo lo que había yo visto. Porque, claro, al final trabajas con la luz, y la capacidad de visión que se tiene por la distancia y por la claridad de la luz, a la vez que está nublado y tienes una meteorología tan distinta y, sobre todo, muy cambiante. Un día te puede hacer sol, nevar, llover, haber tormenta, un vendaval y luego vuelve a salir el sol. Es cambiante pero muy especial. Yo me siento muy privilegiado simplemente por haber conocido y visto esto, es increíble. Y, por otro lado, el silencio. El silencio que experimentas allí a nivel humano. No hay aviones, no hay carreteras… Yo vivo en Barcelona, que es una ciudad ruidosa. Pero es que tampoco hay una fauna presente, no hay pájaros, no hay árboles… Es una inmensidad luminosa y silenciosa. Es muy especial.

Tú comenzaste con una cámara con carrete, luego una digital, drones, 360º… ¿Cómo de importante es adaptarse a las nuevas tecnologías?

Primordial. Si no lo haces estás muerto. Tienes que ir con ello, no te lo tienes ni que plantear. Personalmente, llegará un tiempo con la edad en el que no me pueda subir al caballo de la tecnología, pero mientras que pueda… Es más, tienes que ir dos pasitos por delante, porque además ahora todo es inmediato, todo es por las redes, todo es TikTok, todo es menos de un minuto… todo pasa. Se trata de encontrar una media entre lo que se está haciendo y que tenga mucho cuerpo, que no se quede solo en un vídeo para Instagram. Que también se tiene que hacer. Pero es sobre todo entenderlo, conocerlo y estar muy pendiente. Por eso diseñamos esto con cámaras de realidad virtual.

«Todos los indicadores que yo he visto llevan hacia la pérdida de masas de hielo con 70.000 años»

Volviendo de nuevo a tu formación, ¿consideras que la situación ha cambiado, que ahora hay más oportunidades para los jóvenes de ciudades pequeñas?

A nivel audiovisual, sí. Si algo se ha conseguido es la democratización y la economía. Con una cámara réflex y una tarjeta no te la acabas en la vida. Antes con los carretes había que comprar, revelar… era muy caro. Y a nivel de estudios también. A mí me gusta mucho volver a Cuenca, aparte de por volver a casa, porque doy clases en un centro de formación que tienen cursos relacionados con lo audiovisual. Me gusta mucho entrar en contacto con los alumnos y que me cuenten. Llevamos dos años con este proyecto y me siento muy bien de poder devolver algo ahí. Por ejemplo, hemos visitado el ITAV y las instalaciones de la Facultad de Comunicación, y aquello antes era impensable. Hubo un tiempo había más prensa, había un canal de televisión… pero eso se acabó. No había nada hasta que han llegado estas generaciones con esa ayuda de las nuevas tecnologías y poder hacerlo online. Ha vuelto a resurgir la prensa diaria en una ciudad como Cuenca. Creo que hay más oportunidades, aunque también hay más gente y eso implica menos ayudas. Y hay que hacer muchas más cosas.

Y, para terminar, ¿qué puedes contar de tus próximos proyectos?

Pues ahora mismo estoy terminando otra videoinstalación de lo que hicimos en la Antártida. Y también esperando resoluciones de una Fundación para poder desarrollar un proyecto en Groenlandia y del CSIC. Ahora, más o menos como me lo planteo, es que estaré trabajando con el Consejo de Investigaciones Científicas con lo que me puedan proponer, porque soy freelance y lo que me vayan ofreciendo lo llevaremos a cabo si está claro. No solo en latitudes polares. Y aparte, empiezo a diseñar el siguiente capítulo, que será Groenlandia y Alaska, así que a buscarse la vida para poder realizar el viaje. Todo esto puede llevar un año o más de preparación.