La recuperación del privilegio rodado de Alfonso VIII supone un hito clave para conocer el origen de la ciudad y, en particular, de la Catedral cuya construcción fue posible gracias a su contenido. El pergamino, de 828 años de antigüedad, ha vuelto al Archivo Catedralicio tras un prolongado viaje que no sólo ha sido en el tiempo. Las autoridades policiales tienen constancia de que llegó a estar en la capital colombiana de Bogotá.
El contenido del documento es un privilegio real por el cual el rey Alfonso VIII dona los diezmos que pertenecen a la Corona al Cabildo de la Catedral de Cuenca en las tierras de Huete, Monteagudo,…y en otras zonas de la provincia de Cuenca, mientras se reservaba algunos como, por ejemplo, de carácter militar. El responsable del Archivo, Ángel Martínez Catalán, precisa que «es una donación directa del rey, de sus diezmos, que le pertenecen por regalías y los está donando directamente al Cabildo, que estaba naciendo en ese momento. Eran rentas que se incorporaban a las rentas episcopales sobre todo, también, para poder hacer la Catedral».
El Archivo Catedralicio tenía constancia de que existía este documento porque existía una copia simple que se hizo en el siglo XVIII por Domingo Ibarreta, un fraile dominico. «Pero no teníamos el documento original. Por tanto, no se podía estudiar por parte de científicos codicológicos ni paleógrafos porque no estaba aquí el original. A partir de ahora se podrá estudiar, así como la sigilografía del sello, la rueda. Por eso se llama privilegio rodado. El mismo sello de plomo colgante de valida el documento, también lo tiene dibujado dentro del documento. Este documento era importante que lo recuperáramos en la Catedral para ponerlo a disposición de la comunidad científica y que pueda ser estudiado como debe. Y, además, que se pueda conservar de forma adecuada en el Archivo donde tenemos los medios adecuados. En el Archivo de la Catedral hay 25 documentos que son más antiguos que este, que es del año 1195».
Sello de plomo, cordones, huella del sol…
El responsable del Archivo Catedralicio asegura que «el documento está en perfecto estado. Con la copia simple teníamos algunos elementos como el sello pero no teníamos los cordones, con sus colores que suelen ser amarillo y cárdena, para representar el poder real. Y con este también tenemos el anverso, la parte posterior, del documento. También aporta mucha información. Haciendo unas pesquisas hemos detectado que son unos 36 documentos los que faltan de este Archivo y que tengamos constancia de que hayan estado alguna vez aquí».
El material es pergamino «procedente de terneras jóvenes. Se nota que a este pergamino le ha dado el sol. Tiene marcas de luz, quizás haya estado expuesto bajo un cristal. La parte más clara es la piel que da a la carne del animal y la más oscura es la que da al pelo. En este caso se ven incluso los renglones a lápiz que pueden servir para saber dónde se cortaba. También incorpora las firmas de los obispos que había en Castilla y en León que sirven para dejar constancia y validar el documento», señala Ángel Martínez.


