Comer es una elegía a la niñez, una celebración cómplice y en la Semana Santa cobra un valor especial de fe, nostalgia y memoria. La confitería Marisol ha puesto el broche final a las comidas semanasanteras desde hace más de 60 años. Sus torrijas, pestiños y tortas de pascua son un clásico en los encuentros familiares y los bizcochos se acompañan con resolí en los gastos de las hermandades de Cuenca.
Desde 1961 la familia Serrano ha encendido cada mañana su obrador para que los conquenses tengan sus dulces. Sonia Serrano, propietaria del negocio familiar junto a sus hermanos comenta que «para nosotros ahora mismo la previsión se centra en los dulces de Semana Santa, que son las torrijas, el alajú, los pestiños, rosquillas fritas y las tortas de Pascua». Las previsiones de ventas son casi infinitas en esta pastelería, donde no dejan parar la producción «esta semana grande podemos vender kilos y kilos de dulces», pero sin duda los días en los que las ventas crecen más «son desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección», comenta Sonia.
A pesar del éxito que siempre cosecha la confitería Marisol, sus propietarios se mantienen también atentos a las previsiones meteorológicas porque «cómo viene el tiempo también nos marca mucho las reglas, porque si llueve la gente de fuera anula y eso comprometa tanto las ventas aquí en la tienda como a los locales y restaurantes a los que servimos», señala Serrano. Sea como fuere, los conquenses tienen su tradición arraigada y año tras año confían en los negocios locales, «la gente de Cuenca después de tantos años sigue respondiendo siempre muy bien, son nuestra salvaguarda», comenta la propietaria.
De todos los dulces la estrella en ventas son el alajú y las torrijas. Estas últimas son el postre más complicado de todos los dulces con sabor nazareno que realizan en la confitería «por la cantidad de pasos y elaboraciones que requieren porque el pan lo hacemos nosotros, hay que esperar que se enfríe, rebanarlo y comenzar todo el proceso de las torrijas tal y como se hace en casa». Marisol ha conquistado mucho más allá de las puertas de su pastelería, pues surten de postres a multitud de tiendas y restaurantes de la capital y la provincia. El restaurante Las Brasas, un punto estratégico de la Semana Santa conquense situado en el oratorio de San Felipe Neri, o el restaurante Don Julián son solo algunos de los restaurantes donde pueden degustarse dulces «de los de toda la vida». Los hogares también confían en Marisol para las recetas de familia, pues otro de sus productos más vendidos «son las obleas del alajú para que luego cada familia las haga en su casa con su propia receta».
La innovación es una parte esencial que ha mantenido el negocio a lo largo de más de medio siglo. Cada año los propietarias trabajan para ampliar su oferta, un trabajo que esta Semana Santa 2025 ha desembocado en una torrija con un sabor nuevo y un nuevo producto apto para celíacos. «Este año hemos hecho unas torrijas nuevas con resolí que están gustando mucho», apunta Sonia. Ella comenta que, a pesar de la innovación «siempre nos mantenemos fieles a las recetas tradicionales y los sabores de Cuenca». Además de las nuevas torrijas, Sonia afirma que «también hemos sacado alajú sin gluten, para elaborarlo con todas las garantías de seguridad se hace cada mañana en un obrador a parte para evitar contaminación cruzada».
El interior de la Confitería Marisol, un obrador con sabor a hogar




























