Roberto García Peñuelas, nacido en Sevilla en 1993, se interesó desde pequeño por el dibujo y el mundo del cómic, graduándose en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca y formando parte de la primera promoción del Grado Superior de Cómic de la Escuela de Arte Cruz Novillo. Desde antes incluso de acabar sus estudios y ya afincado en Cuenca definitivamente, consiguió un contrato con la editorial ciudadrrealeña Serendipia, con la que ya ha publicado en tres obras: ‘Hernán Pérez del Pulgar’, ‘Amelia. Historia de una lucha’ y ‘Sevret’.
¿Cuándo notas tú que quieres dedicarte a ser dibujante?
Bueno, fue un recorrido en verdad como la inmensa mayoría de dibujantes. Empecé a una edad muy temprana, ya muy pronto con tres, cuatro años me di cuenta de que disfrutaba mucho de dibujar. Obviamente, siendo tan pequeño uno no aspira tampoco a dedicarse a eso, mis aspiraciones estaban dentro de lo que aspira un niño a esas edades: pues quiero ser medico, abogado, policía… lo que se nos ocurra. Pero, cuando estaba en el instituto, originalmente aspiraba a una carrera dentro del campo de la medicina. Pero iba viendo durante los años del instituto que cada vez iba dibujando más y se me iba dando mejor y era algo que realmente disfrutaba haciendo. Me di cuenta que a lo mejor tirar por ahí realmente es lo que yo aspiraba. Cuando acabé el instituto, hice el bachillerato de Artes, la carrera y el máster y, cuando ya no sabía muy bien por dónde tirar, resulta que me escribe un amigo y me dice que van a poner un Grado Superior de cómic en la Escuela de Arte Cruz Novillo. Ese mismo año fui parte de la primera promoción, me apunté y, en el verano del primer año ya había encontrado trabajo con una editorial de Ciudad Real, y hasta ahora.
¿Entonces fue salir y ya tener contrato?
No había salido siquiera, estaba en el verano entre el primer año y el segundo. Fui al salón del cómic de El Provencio y allí estaban los editores de Serendipia. Les entregué un portfolio con los trabajos más presentables que tenía y les gustó. Hicimos un librito de ilustración sobre la Orden de Calatrava y como aquello funcionó bien, nos lanzamos a hacer el primer cómic: ‘Hernán Pérez del Pulgar’. Y hasta el día de hoy.
Y, ¿si no hubiese sido el cómic, en qué ámbito artístico te habrías gustado estar?
El cómic siempre había sido una opción que tenía presente, pero también estuve haciendo teatro en bachillerato; durante la carrera aprendí a modelar en 3D, cosa que también disfrutaba bastante; y el máster originalmente lo estudié porque era de Investigación y una carrera como profesor universitario también me llamaba la atención. Pero bueno, como acabé el máster y no sabía muy bien por dónde tirar porque se presentaron varias opciones, cuando me llamó el amigo y me dijo que iban a poner el grado de cómic en la Escuela, esa pequeña pulsión de pequeño de dibujar y hacer historietas y cómics, finalmente se me planteó la oportunidad definitiva de tirar por ahí. Decidí jugármela y no me salió mal.
Mateo es un referente no solo a nivel de dibujo, también a la hora de encarar la profesión en general.
¿Qué tiene el cómic que no tenga otros medios, como la literatura?
Para mí personalmente, que me gusta el dibujo, la parte visual es lo que más llama la atención. El cómic tiene una cosa que he comentado alguna vez con compañeros de profesión, con un amigo que es dibujante de cómics y vive aquí en Cuenca, Mateo Guerrero. Mateo planteó una vez una cosa de, que al contrario que en el cine, videojuegos u otros medios que pueden tener un público más grande, los dibujantes de cómic no estamos atados a un presupuesto. Si nosotros tenemos una idea de la escena que queremos plantear y de la secuencia que queremos hacer, los ángulos de cámara que colocar y qué queremos que aparezca en la escena, no nos constriñe el tener un presupuesto limitado para llevar a cabo nuestras ideas. Él, por ejemplo, dibujó un cómic que se llama ‘Gloria Victis’ sobre un auriga romano y carreras de carros en el circo. Muchas de las escenas que él plantea serían prácticamente impensables llevarlas al cine, porque todos los gastos que conlleva sería impensable. Yo cero que el cómic, en general, tiene esa ventaja, esa libertad de poder llevar a cabo ideas que no habría ninguna manera de hacerlo en otro medio.
Si te diesen la oportunidad de escribir un libro o de adaptar al audiovisual alguna de tus obras, ¿lo harías? Por ejemplo, el autor de ‘Gloria Victis’ ha escrito algún libro, y las adaptaciones son muy comunes.
Nunca he sido especialmente buen escritor, entonces no sé hasta qué punto adaptar alguna de mis obras al cine sería viable. Como todo lo que he estado haciendo hasta ahora va dentro de la corriente histórica, sí que podría ser más o menos viable el llevar una historia como esta a la gran pantalla. Si yo me plantearía hacer algo así, posiblemente necesitaría mucha ayuda, por lo dicho. Para dibujar sí que puedo ser más mañoso, pero a la hora de escribir estoy un poquito verde. Tendría que tirar de expertos y profesionales.
‘Hernán Pérez del Pulgar’, ‘Servet’, ‘Amelia’ también pero en menor medida… los tres son históricos. ¿Cuál dirías que es tu género?
Ahora mismo el histórico, definitivamente. Originalmente, cuando llevé el portfolio llevaba un poco de todo: fantasía, ciencia ficción… pero entre medias también había imágenes de armaduras medievales, que es una temática que, honestamente, siempre me ha interesado. Entonces, ahora mismo, viendo la trayectoria de dibujo que llevo y los cómics que llevo publicados, ‘Hernán Pérez del Pulgar’ y ‘Servet’ son claramente históricos. ‘Amelia’ es histórico, pero de otra manera, como tú dices. Al fin y al cabo lo que estoy contando son biografías de personajes, dentro de eso ‘Amelia’ encajaría también. En lo que estoy trabajando ahora mismo seguimos dentro de la corriente de cómic histórico. Entonces, diría que ahora mismo, tal y como están las cosas, es el único género dentro del que he trabajado. Eso no quita que tenga aspiraciones de hacer otras cosas. Soy de la generación que ha crecido viendo anime y dibujos animados en la televisión. La idea de hacer un cómic de fantasía o de algo que se salga del realismo que he estado trabajando hasta ahora es una espinita que tengo ahí y es algo que me gustaría desarrollar en un futuro.
Esta es una pregunta un poco trampa, pero ¿cómo definirías tú tu estilo de dibujo?
Uf. Tiendo a ser bastante realista. El trabajo histórico, que es en el que yo más me muevo es un poco lo que pide. Porque a la hora de búsqueda de referencias, el producto final que nosotros estamos planteando tiene que ser muy fiel a la realidad histórica del momento, dentro de lo que se pueda. Esto es algo que comento siempre, en todas las charlas que doy: hacer un trabajo histórico y que sea 100% fiel a la realidad es imposible. Hasta el día de hoy no han sobrevivido suficientes cosas como para hacer un retrato absolutamente fidedigno para hacer un retrato de la historia de nuestro país hace 1000, 500 o 200 años, ni en España ni en ningún otro sitio. Parte del trabajo histórico que nosotros tenemos que hacer es un trabajo de recreación, no solamente de coger referencias históricas y recrear el periodo histórico tal cuál era, si no de las cosas que ya no perduran o cosas que se han olvidado, aunque esté mal decirlo, inventárnoslas. Obviamente, dentro de unos márgenes, porque sí que podemos hacer un trabajo de reconstrucción en base a cosas que sí han sobrevivido. Y, hacer algo que más o menos encaje dentro de esa época que estamos contando. Volviendo a la pregunta, el estilo que yo tengo tiende más al realismo, aunque me guste hacer expresiones más forzadas o algo que se aproxime más a ese dibujo animado que mencionaba antes. Por cierto gusto personal y por dar expresividad y por dar algo de vida a eso que estamos contando, que no sea simplemente una serie de ilustraciones que muestren un periodo histórico y ya.
Buena parte de las obras que he publicado tiene el potencial de que se venda en el extranjero y de que llegue a la mayor cantidad de lectores posibles.
¿Cómo es ese proceso de investigación y documentación?
Posiblemente la parte más complicada de todo el proceso. He tenido la suerte de que, para todos los proyectos que hemos trabajado hasta ahora, he contado con la colaboración tanto de los guionistas, Javier Marquina en ‘Servet’, y de historiadores con los que hemos trabajado que son expertos en su campo. Por ejemplo, para ‘Hernán Pérez del Pulgar’ hemos contado con Honorio, un historiador de Ciudad Real que nos ha ayudado a la hora de documentarnos y de comprobar las fuentes. El trabajo es complicado porque las fuentes son escasas, y en muchas ocasiones hay que escarbar mucho, figurativa y literalmente, para dar con ello. Para un proyecto en el que estamos trabajando ahora, sin dar muchos detalles, hay cosas que estoy dibujando ahora mismo que se han excavado hace dos días, como quien dice. El trabajo es complicado por eso. A la hora de buscar referencias, saber dónde buscarlas, que realmente se correspondan con el periodo que estamos contando y que a veces no queda otra que inventarse cosas. Coges la referencia y, si no sabemos exactamente la fecha, pero más o menos nos coincide con el periodo que estamos contando, tiramos adelante con ella. Tiramos con lo que tenemos porque no nos queda más remedio.
¿Os soléis basar en personajes históricos reales?
Sí. Dentro del cómic histórico planteamos contar la biografía de un personaje que existió realmente. Aunque no sepamos a ciencia cierta todas las vivencias que llevase o, siquiera lo que se cuenta es cierto. Sí que es verdad que, aunque muchas cosas no se sepan a ciencia cierta, cuando ya hay muchas fuentes que contrastan un mismo hecho, no queda otra que llegar a la conclusión de que esos hechos son ciertos. Entonces el trabajo que nos corresponde es embellecerlos y narrar una historia a partir de unos hechos que ya nos parecen fascinantes de entrada.
¿Y cuál es el proceso de trabajo que seguís? ¿Cómo prefieres que te llegue un guion?
En los cómics que he trabajado hasta ahora era un modelo más bien abierto. Trabajamos equipo de editor, guionista, dibujante e historiadores. En mi caso el color y la rotulación las hago yo también. Durante todo el proceso estamos todos los cocineros en la cocina y todos metemos mano en el trabajo, por el simple hecho de tener una historia lo más coherente posible. Por ejemplo, con Marquina a mí me llega el guion y es un guion más detallado, donde pone cuántas viñetas hay, los planos que quiere, el texto que ponemos en cada una de ellas… Normalmente el guion funciona bien y yo puedo llevarlo a las páginas, eso no quita que yo pueda hablar con Javier y decirle «pues en esta página podríamos meter alguna viñeta más que sea un detalle que me ayude a hilar la secuencia». O en otra ocasión otro plano pueda funcionar mejor de otra manera. Del mismo modo, cuando dibujo las páginas las comparto con el equipo para ver que todo funcione bien, y si hay que cambiar un punto de vista o colocar un bocadillo en otro sitio porque fluye mejor la narración. El ritmo de trabajo que seguimos, dentro de que cada uno se centra en lo que le corresponde, luego después solemos poner eso en común y ver de qué manera se puede mejorar para que quede una obra lo más redonda posible.
¿Cómo se encuentra un guionista? Porque el dibujante con su portfolio se muestra fácilmente.
Exactamente de la misma manera. De la misma forma que un cómic es un portfolio para un dibujante, también lo es para un guionista. Volviendo otra vez a ‘Servet’, mi editor dio con Javier Marquina porque previamente ya había publicado un cómic sobre la batalla de Empel con la editorial Cascamorra. Mi editor lo había leído, le gustó el guion y quiso que nos escribiera ‘Servet’. Normalmente los proyectos en los que he trabajado hasta ahora los ha planteado el editor, y él mismo ha buscado el equipo de guionista y dibujante que lleve la idea al papel. La forma de hacer eso es viendo portfolios de ambos . Los guionistas cuando llevan cierto recorrido es un portfolio en sí, en ver si la forma en la que tiene de narrar y componer la historia te va a funcionar.
El cómic, en general, tiene esa ventaja, esa libertad de poder llevar a cabo ideas que no habría ninguna manera de hacerlo en otro medio.
¿Cuánto sueles tardar en dibujar una página?
Te podría decir por plazos de cómic entero. En ‘Hernán Pérez del Pulgar’ tardamos un poco porque me pilló el último año del grado de por medio, entonces tardamos un año y algo. Con ‘Amelia’ tardamos bastante menos, porque la fecha de entrega era más estricta, entonces estuvimos unos ocho meses desde que se planteó hasta que se hizo entero. Con ‘Servet’ algo similar, unos ocho o nueve meses en concluir el proyecto. Pero entre que terminamos de montar, lo editamos y lo imprimimos siempre pasa un tiempo. Echando cuentas, yo diría que hago unas ocho o diez páginas al mes. Una cada tres días, aproximadamente. Dibujada, entintada y coloreada.
¿Cuáles son tus aspiraciones? ¿Que traduzcan tus obras a otros idiomas? ¿Trabajar en el mercado internacional?
Pues realmente sí. Dentro de lo que estoy haciendo ahora, buena parte de las obras que he publicado y en lo que estamos trabajando ahora mismo, tiene el potencial de que se venda en el extranjero y de que llegue a la mayor cantidad de lectores posibles. La aspiración obviamente es esa, poder seguir viviendo de esto y vivir bien. Y la forma de llegar a eso es que mis obras lleguen a más público.
Hemos hablado un poco sobre el proceso. Ahora toca sobre la industria. ¿Se puede vivir del cómic en España?
Es raro. Es raro que una persona pueda dedicarse exclusivamente a dibujar cómics en este país. Hace un par de días teníamos una charla en Arcas sobre creación de cómic y lo hablamos allí. En los 70-80 en España había una industria del cómic bastante potente. Ya tenía cierto recorrido, pero no sé exactamente por qué, en los 90 esa industria desapareció.. Y de repente, no sé si por falta de lectores o porque los contenidos no se supieron adaptar a los tiempos, se dejó de leer cómic en este país. Ahora mismo se está rescatando un poco esa industria y esa base de lectores que existía hace dos o tres décadas, pero hasta hace prácticamente nada, y en parte sigue siendo así, España ha tenido una cantera de dibujantes espectacular. Pero la mayoría de ellos han tenido que marcharse al extranjero si querían dedicarse a esto a tiempo completo. Ahora mismo yo tengo la suerte de poder dedicarme solamente a dibujar cómics, pero lo mío, tal y como está el panorama, es una rareza. Normalmente el que dibuja o escribe cómics en España tiene que buscar una alternativa a eso, porque sencillamente no da. No es una cuestión de que no haya suficiente industria, porque hay muchas editoriales que están sacando adelante muchos proyectos y que realmente hay una producción de cómic a un nivel aceptable. Lo que no hay ahora mismo es base de lectores para que esa producción permita vivir de ello. Esa es un poco la batalla ahora mismo, no solo generar una industria, también generar un interés por lo que se está haciendo. Y, hasta que eso suceda, el que se dedique al cómic en España tendrá que buscar una alternativa.
¿Puede que tengan culpa las editoriales grandes que ocupan todo el mercado? Porque su volumen de publicación no es comparable al de una editorial pequeña.
Es verdad que, obviamente, los plazos de producción son los que son. Y, en cierto modo, una editorial pequeña tiene difícil competir con una grande, pero no creo que esa sea una excusa. Desde hace muchos años lo que más funciona en los lectores en España y en el mundo, prácticamente, es el manga. No es que no se pueda competir, es que el lector busca una cosa. No es una cuestión de competición con las grandes, se trata de producir algo que los lectores quieran leer. Dentro de eso, el trabajo que hay que hacer es hacerlo lo mejor que se pueda y que genere interés en la gente. Si ahora mismo editoriales pequeñas, como Serendipia o Cascamorra tienen ya una base de lectores entregados que se leen prácticamente todo lo que sacan. Y eso es precisamente porque tienen una producción que interesa y que la gente quiere leer. El trabajo que hay que hacer es ese, no ya mirar a las grandes y pensar que nos están comiendo. A lo mejor influye, pero no es contra eso contra lo que hay que combatir. Hay que tratar de llegar al lector.
Lo mío, tal y como está el panorama, es una rareza. Normalmente el que dibuja o escribe cómics en España tiene que buscar una alternativa a eso, porque sencillamente no da.
En cuanto a la base de lectores, ¿cómo le va a nuestra región y a Cuenca? Porque tenemos solo una tienda especializada, en El Provencio se hace un festival de cómic y luego en Ciudad Real está el ManchaComic.
En base a lo poco que he visto, yo diría que bien. Precisamente cuando sacamos ‘Hernán Pérez del Pulgar’, ‘Servet’ y ‘Amelia’ lo hicimos por crowdfunding y pasaron de la meta inicial por bastante, aunque sea algo más nacional. Pero me lleva a pensar es que realmente hay un interés por lo que hacemos. Volvemos un poco al punto de antes: el trabajo que hay que hacer es el de llegar a los lectores, que tengan interés por lo que hacemos y que lo lean. Desde que me dedico a esto yo solo he trabajado con Serendipia, pero dentro de lo que se está haciendo a nivel regional es un buen trabajo, tanto de producción como de exposición, ya sea en salones, en presentaciones o sea como sea.
También puede influir la percepción que se tiene del cómic como un medio infantil. ¿Qué dirías a esa gente que no se acerca a los cómics por este motivo?
Volviendo a los años 70, el cómic en España que más funcionaba era la revista TBO y Pulgarcito. Que sí que es verdad que tenían historias más maduras como ‘Capitán Trueno’, pero buena parte de lo que se producía era orientado a un público infantil, y creo que todavía arrastra ese estigma de que es una cosa para niños. Parte del problema también es que si la industria no supo adaptarse y crecer con esa gente que los leía de pequeños, cosa que sí ha pasado en otros países. En Francia y Bélgica el cómic es una industria muy grande con una base y una cultura de lectura apabullante, que ya la quisiéramos aquí. El cómic arrastra un poco ese estigma, pero yo creo que tal y como está la situación hay que mirar mucho más allá. Tal cual estamos ahora mismo a nivel de producción de cómic para todos los públicos, si quieres infantil hay cómic infantil, si quieres algo más adulto lo tienes… Histórico, suspense, ficción… Decir que no te gusta el cómic es como decir que no te gusta la música. Puede que no te gusten ciertos tipos de música, pero es un campo tan amplio con tantos géneros y tantas cosas por descubrir que es imposible que haya algo dentro de ese concepto que no tenga ningún interés para ti.
Habiendo hablado ya de todo, la pregunta que siempre se hace: ¿cuáles son tus referentes?
Pues mira, mencionaba antes a Mateo Guerrero, que está aquí viviendo en Arcas. Yo creo que, no solamente a nivel de dibujo, porque a Mateo le conozco desde que estaba en la universidad. Él impartió un curso de cómic de unos pocos días y ya en aquella ocasión ya le pude conocer y empaparme un poco de aquello. Luego hice las prácticas del grado de cómic con él y hasta hoy hemos mantenido un contacto cercano. Mateo es un referente no solo a nivel de dibujo, también a la hora de encarar la profesión en general. A nivel dibujo, los referentes que he trabajado más… Si hablamos de cómic histórico tengo que mencionar a Jaime Calderón, que su primera obra que leí fue ‘Valois’ y posteriormente ‘Los caminos del Señor’, que es una obra anterior. Ya por gusto por el dibujo, Josep Homs, que es dibujante de ‘SHI’ e hizo una adaptación de la saga ‘Millenium’ de Stieg Larsson, y tiene un estilo de dibujo más cercano al cartoon, pero es muy fresco y limpio. Dentro del mundillo de lo que sería el estilo que tengo o que aspiro a hacer, ellos tres son mis referentes más cercanos.
Y para terminar, ¿tres recomendaciones?
Pues mira. De Homs, precisamente, voy a recomendar ‘SHI’, porque es la obra que recomiendo siempre, pero es que realmente es una obra espectacular y creo que hay que leerla. Voy a recomendar también una de las que más me marcaron cuando estaba en el instituto, que leí y atribuyo a esa obra toda la carrera posterior que he tenido por lo que me marcó: ‘La Casta de los Metabarones’, de Jodorowsky y Juan Giménez. Y ya por último, una obra que leí más recientemente: ‘El Papa terrible’, también de Jodorowsky y dibujada por Theo, una obra muy extensa. Es histórico, porque cuenta la historia del Papa Julio II, pero obviamente al tratarse de un guion de Jodorowsky es una historia… es una ida de olla, una absoluta locura. Es realmente interesante, muy entretenida. Y voy a mencionar una más, ya que me pongo: ‘El Buscón en las Indias’, de Juan Guarnido, el dibujante de ‘Blacksad’. Es una continuación de ‘El Buscón’ del Siglo de Oro siguiendo el hilo de la picaresca. Es también muy extensa y muy interesante.