Se refiere habitualmente como MENAs a los menores extranjeros no acompañados, es decir, niños, niñas y adolescentes que llegan a un país sin la compañía de un adulto. Actualmente en Cuenca hay un único centro con menores extranjeros cuya titularidad ostenta la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha localizado en Rada de Haro, que lleva multitud de años en funcionamiento y cuenta con diez plazas.
Al margen del trabajo que hace la Junta, son varias las organizaciones que trabajan con menores extranjeros no acompañados. ACCEM es un ejemplo de ello, pues cuenta con un centro en la provincia, localizado en Cuenca capital. En la región ACCEM cuenta con siete centros, uno por provincia excepto en Albacete, que cuentan con tres. Los centros son de ocho plazas y en cada turno hay un educador mínimo, pudiendo llegar a los dos educadores por refuerzo. Braulio Carlés, responsable de ACCEM señala que «se trata de centros abiertos en los que intentamos que los menores lleven una vida normalizada en institutos, en colegios y formaciones». Y así es que llegan a la media edad.
A la luz de la criminalización que sufren estos menores por los delitos de cometen algunos de ellos, Braulio señala que «los chavales están con los problemas propios de un menor que vive en una familia desestructurada y nuestro trabajo es acompañar, apoyar, integrar y recuperar que salgan de esta situación de inestabilidad». En esa reinserción la sociedad juega un papel esencial para Braulio porque «el MENA tiene dos problemas con la criminalización, que es migrante y que es menor, y es esencial recuperar la cordura ante las barbaridades que se están diciendo y nos deben trabajar a las entidades que tratamos de ayudarles y ofrecerles un nuevo camino».
El Estado ostenta competencias en materia de nacionalidad, inmigración, emigración, extranjería y derecho de asilo tal y como contempla el artículo 149.1.2.ª de la Constitución Española, por lo que deben adoptar las medidas más favorables para con las personas menores de edad. Además, la política migratoria debe potenciar la integración social de los migrantes y sus derechos según el artículo 2 bis de la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social (LOEx).
El asunto legal es aún más específico en lo que se refiere a menores extranjeros. A este respecto es preciso mencionar lo dispuesto en el artículo 10.3 de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, de modificación parcial del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil (LOPJM), que establece que las personas menores de edad extranjeras que se encuentren en España tienen derecho a la educación, asistencia sanitaria y servicios y prestaciones sociales básicas, en las mismas condiciones que las personas menores de edad españolas.
Sin embargo, cuando estos menores cumplen los 18 años son obligados a abandonar los centros de acogida, pasando en 24 horas de ser considerados niños a tener la edad legal para ser tratados como adultos sin contar con el permiso de residencia. Los jóvenes abandonan los centros sin documentación y sin posibilidad de obtener una plaza en los hogares de emancipación, por lo que muchos acaban durmiendo en la calle.
Youssef Bourtal es uno de esos jóvenes a los que la vida les cambió en apenas 24 horas. Bortual llegó hace cinco meses a España, con tan solio 17 años. Su patera desembarcó en Canarias tras 24 horas en alta mar en un viaje complicado. Cuando llegó le atendieron efectivos de Cruz Roja y, tras una breve estancia en las islas llegó al centro de menores de Alcaudete. El pasado mes de enero cumplió los 18 años, por lo que, por ley, debía abandonar el centro en el que se encontraba ese mismo día. Para evitar que el joven acabara en situación de calle la subdelegación del Gobierno se puso en contacto con Cáritas de Cuenca, que acogió en el primer momento al joven.
Youssef señala que, tras cumplir los 18 años «mi manera de pensar ha cambiado mucho, he entendido que tengo muchas más responsabilidades». El joven tiene en la cabeza superar la barrera cultural y lingüística, algo para lo que no deja de formarse e intentar integrarse en la comunidad aunque, señala, «conseguir los papeles está siendo el trámite más difícil».
Fue gracias a Cáritas que Youssef encontró un nuevo hogar y una red de apoyo para poder buscar un futuro y tener una oportunidad en España. El joven dice sentirse muy agradecido y comenta que «me han tratado muy bien, me están enseñando el idioma». El día a día de Bourtal es muy parecido al de cualquier otro chico de su edad «entre semana, estoy estudiando por la mañana español, luego como, salgo un rato con mis amigos a jugar al fútbol y voy a la biblioteca a seguir estudiando».
Aunque ahora su vida es lo más normal posible y dice que ha tenido «la suerte de encontrarme con gente buena», la historia de Youssef no es idílica. El joven, que abandonó Marruecos en busca de una vida mejor, comenta como en Canarias lo trataban mal «no comía, no dormía y me robaron las pocas cosas que pude traerme de mi país» además, Bourtal apunta que sufrió malos tratos por parte de los educadores «nos pegaban y nos hacían recoger basura».
A pesar de estas circunstancias Youssef comenta que en Cuenca y, especialmente en Cáritas, le han hecho sentirse acogido a pesar lejos de su familia, con la que «hablo de vez en cuando porque mi madre está sola en Marruecos y no podemos llamarnos tanto como me gustaría». Por ello señala que le gustaría hacer su vida aquí «yo tengo el título de peluquero en mi país, y me gustaría poder trabajar aquí en Cuenca, traerme a mi madre a vivir aquí conmigo y abrir nuestro propio negocio», señala.