Desde el pasado 3 de noviembre se puede visitar, en la Demarcación de Cuenca del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha (Bajada de San Martín, 5), la exposición de obra arquitectónica de Arturo Ballesteros, bajo el título ‘La Sensibilidad del Arquitecto’.
La muestra resume la obra de este arquitecto contemporáneo conquense y es, al mismo tiempo, un sentido homenaje de sus compañeros de profesión, y por extensión de la ciudad, a la bonhomía de un profesional que ha dejado una huella imborrable en la arquitectura y el patrimonio de Cuenca. Arturo Ballesteros, con 58 años de profesión a sus espaldas, ha contribuido significativamente al diseño y construcción de algunos de los proyectos arquitectónicos más representativos de la capital conquense en el siglo XX.
Arquitecto de la Diputación de Cuenca durante casi treinta años, probablemente lo más destacable de su trabajo sean las restauraciones que ha firmado, todas ellas haciendo gala de una sensibilidad artística exquisita, partiendo de una labor investigadora profunda y manifestando siempre el máximo respeto por la historia y construcción del edificio, que le ha llevado a conservar tanto el carácter como los elementos singulares de cada proyecto.
“Por la mesa de dibujo de Arturo Ballesteros, doctor arquitecto, con una carrera dilatada y con una gran producción tanto pública como privada, ha pasado una parte muy importante del paisaje urbano de Cuenca tanto en obras de nueva planta como en restauraciones en el casco antiguo”, destacó en la inauguración de la exposición Juan José Ramón, presidente de la demarcación de Cuenca del COACM, dejando claro en el acto que sólo su categoría como persona está por encima de su valía profesional. En el acto, estuvo presente el propio homenajeado, rodeado de su familia y amigos.
La cuidada selección de planos y dibujos que se puede admirar en la visita sorprenderá a los profanos puesto que recalca que todos los proyectos de Ballesteros están admirablemente integrados en el paisaje urbano de Cuenca, al tiempo que pone en valor en la visita o el paseo por la ciudad. Por eso, con esta exposición tan especial, la demarcación de Cuenca del COACM invita a los ciudadanos a explorar el legado patrimonial de Arturo Ballesteros a través de una colección de obras que capturan la esencia y la importancia de sus proyectos más icónicos. El propio arquitecto siempre ha dicho que “la mejor intervención es aquella que pasa desapercibida”, manifestando así su enorme respeto por la restauración arquitectónica. “Después de una larga e intensa carrera profesional, queda patente que es Arturo ha cumplido con ambas premisas en todo aquello que ha hecho”, añade Juan José Ramón.
Cada pieza refleja su profunda conexión con la arquitectura y su pasión por la estética, al tiempo que transmite las emociones y las experiencias que han sido parte integral de su larga y exitosa carrera, respetuosa siempre con la conservación del patrimonio.
Pese a ser muchos los ejemplos maravillosos de su trabajo, es la restauración del Convento de las Carmelitas, actual Fundación Antonio Pérez, la que el presidente del COACM, Juan José Ramón destacó, como el ejemplo perfecto de la sensibilidad de Ballesteros.
“La exposición de la obra de Arturo Ballesteros supone una oportunidad única para apreciar la perspectiva de un arquitecto que ha sabido trasladar su visión artística más allá de los planos y las estructuras, dejando un legado arquitectónico imborrable en la ciudad”, afirmó también Juan José Ramón durante la inauguración.
La muestra esta abierta al público en general desde el 3 de noviembre y permanecerá en exhibición en la sede de Cuenca, de lunes a viernes, en horario de 10 a 14 horas, hasta comienzos del año 2024.
Los fondos de la exposición los integran 26 planos de 14 proyectos, tres dibujos originales y dos fotomontajes, además de un vídeo de 40 minutos con planos y fotografías actuales de sus edificios. Entre ellos se cuentan la fachada de la Diputación de Cuenca, el citado antiguo convento de las Carmelitas, el edificio de la Casa Cuna, el edificio que alberga la sede RTVE, la Iglesia de la Paz o el Complejo Parroquial San Román, así como edificios de viviendas y restauraciones de edificios particulares en el casco antiguo de Cuenca.
Esta exposición es un nuevo ejemplo de la voluntad del COACM de acercar a las sociedades locales el buen trabajo de los arquitectos castellano-manchegos en cualquier ámbito.
Biografía
Arturo Ballesteros es un conquense de los que han nacido en Madrid de manera circunstancial, puesto que a los pocos días de venir al mundo, ya estaba en Cuenca. Su familia siempre tuvo una fuerte vinculación con la ciudad serrana.Su infancia se vincula al Escardillo, un barrio que aquel momento -años sesenta- se podía considerar de intelectuales. De hecho Federico Muelas, poeta, periodista, editorialista y guionista cinematográfico español perteneciente a la generación del 36, vivía allí en sus estancias conquenses.
Se formó en Madrid, aunque siempre pasaba las vacaciones en Cuenca. Debido a sus facultades con el dibujo estudió en la escuela de Artes y Oficios de Madrid, junto a Marco Pérez, gran amigo de su padre. Puede ser que esta facilidad le hiciera decantarse por la carrera de Arquitectura, porque por tradición familiar habría sido el Derecho y, por su interés cultural y artístico, la música. “De mi formación en el Colegio del Pilar, recuerdo a un profesor, muy humanista, que nos mandaba hacer un tebeo, y, a su vez, hacía un concurso. Gané las 4 veces que lo convocó. Probablemente si me hubieran seguido estimulando, habría sido periodista. Lo de caer en la Arquitectura fue casualidad. Yo habría sido músico, porque los Ballesteros todos eran muy musicales”, ha dicho en alguna ocasión el arquitecto.
De sus estudios de Arquitectura hay que destacar que entonces era una carrera que empezaba con dos años de exactas un año de bellas artes.
En su etapa de formación trabajó con algunos de los más grandes, como Chueca Goitia, Julio Cano Laso, Miguel Fisac o Fernández Alba. Ya entonces destacaba su interés por la investigación, que luego ha continuado a lo largo de su carrera profesional.
Chueca Goitia y Julio Larrañaga fueron sus mayores influencias. De ellos, Arturo Ballesteros aprendió la sensibilidad a la hora de restaurar, el detalle de las luces, la necesidad de atender a la funcionalidad, y, sobre todo de no alterar el ambiente general del edificio. Una restauración bien realizada es la que no destaca sobre la esencia de la arquitectura. “De Chueca Goitia he aprendido que se debe tener sensibilidad a la hora de restaurar para que, con una intervención actual, siga pareciendo que todo está en su sitio, sin entorpecer el ambiente general del edificio”, reconoce el arquitecto.
Arturo Ballesteros es el colegiado número 19 de la demarcación de Cuenca del COACM, y siempre ha formado parte de los cargos directivos de la demarcación, desde los tiempos de la Delegación del Colegio de Madrid, hasta la creación del colegio regional, del que fue vocal de la Junta Directiva hasta bien entrado el siglo XXI.