Virginia García: «El Flamenco es sentimiento y emoción, eso nunca pasa de moda»

El 16 de noviembre fue declarado por la Unesco como Día Internacional del Flamenco. En el Centro de Arte 'Riá Pitá' de Cuenca, el interés por este arte crece hasta trascender fronteras

Cada 16 de noviembre se celebra el Día Internacional del Flamenco. Una jornada proclamada por la Unesco porque el flamenco es desde 2010 Patrimonio Cultural Inmaterial, algo que refuerza la importancia de esta expresión artística tan nuestra. En Cuenca existen diferentes centros de danza que enseñan, durante todo el año, este y otros artes arraigados a nuestra cultura. Virginia García, bailaora, coreógrafa y pedagoga de danza española del Centro de Arte ‘Riá Pitá’, vive intensamente este arte que le ha descubierto nuevas formas de enfrentarse el mundo fuera del escenario. Arriba de él, señala, conecta con sus propias entrañas y transmite su visión y sus sentimientos por este arte que ha conseguido captar a nuevos aficionados en el resto del mundo.

¿Qué significa para ti este arte tan internacional?

Para mí, la cultura española forma parte de mi personalidad y ahí engancho perfectamente con el mundo del flamenco y así lo siento, así lo vivo y así lo bailo. También es poesía, porque se habla de la vida, de las grandes pasiones, del amor, del desamor, de salud, de desencuentros…

¿Qué te ha aportado el flamenco?

A mí me ha ayudado ser cada día mejor persona, pero también me ha influido en el amor, en el autoconocimiento y a estar más conectada con el alma y con el espíritu. Además, me ha alejado del ego. Par mí es el medio que me facilita tanto la conexión conmigo misma como la interacción con el resto.

¿Qué interés despierta el flamenco entre el alumnado conquense de tu academia?

Creo que Cuenca es una ciudad muy cultural e inspira en todo tipo de artes. En Cuenca hay mucha afición por el flamenco tanto a nivel de baile, aunque no tengamos conservatorio de danza desgraciadamente, pero me parece que es una ciudad muy bailarina y hay un gran interés por la cultura y la danza flamenca. Los conquenses llegamos a conectar con este arte, que es el de las emociones y que tiene algo especial que te hace conectar con tu alma, con tu ser y con esencia. En Riá Pitá hacemos tenemos nuestras clases donde además de la danza flamenca, también tenemos otras disciplinas como la Danza Española, Sevillanas, Bata de cola, Castañuelas, Ballet Clásico o Psicodanza. Y posteriormente lo compartidos tanto en la ciudad como en la provincia.

¿Tienes alumnos de otros países interesados en el flamenco?

Ahora mismo tengo alumnas asiáticas, principalmente de Japón, pero también tengo muchos alumnos del Este de Europa o de América Latina. Además, también colaboro con ESPACU, un programa de cursos de español para extranjeros dependiente de la Fundación General de la Universidad de Castilla-La Mancha, y todos los años hacemos un encuentro de las personas extranjeras para que observen todo lo que genera el flamenco.

¿Porqué llama tanto la atención?

Es una disciplina que nace desde el sentimiento y te conecta con el sentimiento y la emoción. Además, la convierten en una disciplina muy compleja, conecta con muchas partes de una persona: la alegría, la tristeza, el enfado, la ira… que lo enriquece mucho con la música, pero también con la técnica o cómo se relacionan los bailarines, cantaores o guitarristas entre ellos. En definitiva, conecta con nuestras entrañas y eso al ser humano le atrae.

¿El flamenco está de moda o siempre lo ha estado?

Creo que siempre ha estado muy presente y desde luego que su crecimiento ha sido exponencial. Mi opinión es que ahora, al estar en una era mucho más tecnológica, cada vez es más difícil un encuentro humano. Eso el flamenco también lo siente porque es un encuentro humano. Yo me he criado bailando y cantando en la calle, eso cada vez es más difícil de encontrar. Aunque hay iniciativas que impulsan este objetivo, como el Festival de Otoño o el Estival. Recientemente he estado en Madrid y allí hacen encuentros en la calle para bailar. En Barcelona he visto lo mismo. Es fundamental compartir emociones y compartir arte y el flamenco además, requiere que se haga con autenticidad y con espontaneidad.

¿Con qué artistas te sientes más representada, cuáles son tus referencias?

Belén Maya es uno de mis iconos, gracias a uno de sus espectáculos decidí dedicarme a esto. Pero también la danza teatro de Antonio Gades, Rocío Molina, Israel Galván, Peeping Tom, el Farru, Marco Flores, Miguel Poveda, Pedro El Granaíno… siempre que puedo ir a ver espectáculos con un concepto escénico completo, coherente y con una transmisión voy porque me inspiran. Aunque al final, en el flamenco uno bebe de lo que le pasa en la vida. Ahí es donde se encuentra la fuente que da el impulso para luego poder expresarlo en la danza.

¿Cómo ves el flamenco de aquí a unos años, mantendrá su actual fortaleza?

Sí, porque las emociones no se pasan de moda. El crecimiento personal no pasa de moda, sociabilizar no pasa de moda, la necesidad y la salud que surge del encuentro con otras personas no pasa de moda y, por lo tanto, el flamenco no pasa de moda.