Victoriano Molinero es un joven conquense de 16 años que se marchó a Canadá en septiembre del año pasado para hacer 1º de Bachillerato allí. Concretamente el menor estuvo viviendo en Kitchener, en la región de Waterloo. Lo que ni sus padres ni él se imaginaban era que, durante ese curso, una pandemia azotaría al mundo y les pillaría a 6.256 km de distancia.
El guion así expuesto, con los kilómetros de distancia y la relativa soledad que podía sentir Victoriano, hizo que los padres del joven se preocuparan por si acaso se “derrumbara”. Su progenitor, Santiago Molinero, admite que esa era “la mayor preocupación que tenían en casa”.
El curso marchaba con normalidad pero, cuando el coronavirus se asentó en el planeta, había que tomar decisiones de manera urgente y, entre padres e hijo, acordaron que lo mejor para el menor era quedarse allí, debido a que consideraban que “era más seguro porque en España estaban las cosas muy mal”.
El vástago ha querido contar en Voces de Cuenca su experiencia desde que el día 23 de marzo cerraron los institutos en el país norteamericano y, a su vez, ha ensalzado el sistema educativo de Canadá, donde dice que “desde el primer día de curso” hacían muchos trabajos online por lo que, para él, “no fue difícil la adaptación cuando llegó la COVID-19”.
Cuando sus padres y él tuvieron que tomar una decisión, el joven decidió quedarse porque “quería acabar el curso y practicar inglés”. Durante los meses más fatídicos en España, allí las restricciones eran mucho menores que aquí.
“Las mascarillas no eran obligatorias y podíamos salir a la calle en grupos de 4 o 5 personas, hasta hace poco que lo ampliaron a 10”. Además, añade que “allí desde el principio rastreaban muy bien los casos y encontraban rápidamente los focos de contagio, por lo que enseguida tenían localizado el problema y buscaban soluciones”. Él cree que “allí se hizo todo mejor”, algo que confirma también su padre.
Según cuenta, para él fueron más duros sus inicios en Canadá que los meses que estuvo allí durante la pandemia.
Un curso entero después, el joven volvió a su casa felizmente tras un año particular y de gran aprendizaje para ambas partes.