Vargas Llosa, el Nobel de Literatura que definió Cuenca como «paz y quietud»

El periodista conquense José Vicente Ávila tuvo la oportunidad de entrevistar en exclusiva al novelista en su visita a la ciudad.

En la madrugada de este lunes ha fallecido el peruano Mario Vargas Llosa, el premio Nobel de Literatura en 2010 y considerado como uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos. En 1987, el escritor visitó la ciudad de Cuenca invitado por su amigo pintor Gerardo Rueda, donde conoció el Museo de Arte Abstracto Español y el casco viejo de la capital.

El periodista conquense José Vicente Ávila tuvo la oportunidad de entrevistar en exclusiva al novelista en su visita a la ciudad. Un encuentro que se forjó como «fortuito», pero que Ávila preparó el día anterior gracias a que su amigo Gerardo Rueda le chivó la visita del Premio Nobel. Ávila cuenta que Vargas Llosa llegó a Cuenca el 1 de noviembre de 1987 con su esposa de entonces y sus tres hijos, en un día «espléndido pese a ser ya finales de año».

«Gerardo Rueda me dijo que iba a ser una visita privada, pero me avisó para que apareciera al día siguiente por el Museo como turista para que el director no se molestara», sostiene Ávila, que entonces dirigía Pablo López de Osaba. El periodista por entonces colaboraba en La Gaceta Conquense, y contactó con el fotógrafo Ramón Herraiz para «encontrarse» con el escritor. «Me impresionó muchísimo su amabilidad y su cercanía. Escuchando al novelista y al pintor juntos, aprendí mucho más esa mañana que lo que se exponía en el museo de lo que suponía el contenido y el continente», destaca Ávila.

El periodista cuenta que hicieron el mismo recorrido por el espacio ubicado en las Casas Colgadas hasta que le hizo la entrevista, «donde estuvimos bastante tiempo hablando de Cuenca y de muchas cosas». La entrevista se publicó en La Gaceta Conquense esa misma semana, a doble página y con las fotografías de Ramon Herraiz. El titular de esa conversación fue lo que más impresionó a José Vicente Ávila: «Realmente creo que Cuenca es uno de los casos en los que el mito y la leyenda están a la altura de la realidad».

La entrevista a Mario Vargas Llosa en Gaceta Conquense. Foto: José Vicente Ávila

José Vicente Ávila destaca del encuentro con el escritor peruano su cercanía y su amabilidad. «Estuvimos paseando por el Puente San Pablo con su mujer y me cogía el brazo, tuvo un trato exquisito», cuenta. El periodista sostiene que el novelista se fijaba en los colores de la ciudad, «además era la época dorada de Cuenca, en el otoño», y el paisaje que envolvía el paseo. Comió y pasó la noche en casa de Gerardo Rueda, y para el periodista fue una experiencia «muy bonita».

El periodista además cuenta como anécdota su propuesta para que el escritor le firmara una colección de tres libros que más tarde le llevó su mujer Isabel al museo. Al director, Pablo López de Osaba, «le dio envidia y quería otro ejemplar firmado», por lo que Ávila tuvo que regalarle uno.

José Vicente Ávila manifiesta que Vargas Llosa se fue de Cuenca impresionado por la ciudad y la vista de ella desde las Casas Colgadas. Sus comentarios eran que «se respiraba paz y quietud, este es un paisaje absolutamente distinto, místico, donde uno se siente en una especie de incurso». El novelista resaltaba de la capital el contraste «conmovedor» de la piedra que la caracteriza junto al río y el verde de los árboles, pero al mismo tiempo lo «pacífico» que se sentía. «El paisaje invita a la meditación, más que a la guerra», incidió el escritor.