Altibajos y vaivenes. Así se resume en las últimas semanas la evolución de la presencia de material genético del coronavirus en las aguas residuales de la ciudad de Cuenca que mide el sistema VATAR COVID19 del Ministerio para la Transición Ecológica. Tras el descenso registrado en el informe anterior, el más alto entre las depuradoras españolas estudiadas, en la última entrega (correspondiente a 30 de mayo-5 de junio) se informa de un aumento de 83 unidades logarítmicas.
La noticia de la subida hay que tomarla con pinzas, con varias precauciones en su interpretación. La primera de ellas es que, según advierte el Ministerio en un pie de página, hay una disparidad significativa en la tendencia de variación entre las distintas dianas analizadas. «Hay que tomarse los resultados de variación con cautela», apunta.
La segunda opera en dirección contraria de veredicto. Cuando hay precipitaciones el día del muestreo o el anterior, la muestra podría haberse diluido ligeramente, disminuyendo los niveles detectados de SARS-CoV-2. En la víspera de la toma de aguas analizadas en esta ocasión llovió en la ciudad de Cuenca, 3,4 litros por metro cuadrado según los pluviómetros de la Agencia Estatal de Meteorología (AMET), por lo que se ha podido infragiagnosticar la capacidad real de virus.
En cualquier caso, a pesar de todas estas prevenciones metodológicas, los resultados que ofrece este chequeo a la depuradora van en la misma tendencia que ya apuntaban de forma incipiente las pruebas PCR de ese período. Se registró un leve aumento de los casos (de 23 a 24) que puede ser real ya que cuando se concentran varios festivos en una semana, como fue el caso, se suele producir un infradiagnóstico.
La presencia del virus, que no tiene capacidad infectiva ya cuando se recoge, se considera un indicador temprano, un adelanto de lo que va a suceder en los siguientes diez días.