Universitarios de Cuenca en Polonia: «Estábamos muy asustados porque no sabíamos si la situación iba a empeorar»

"Lo primero que pensé fue en regresar a España si la situación se agravaba", señala una de las estudiantes Erasmus tras el impacto de dos misiles en territorio OTAN

Durante la noche del martes el mundo contenía la respiración ante un posible ataque del Ejército ruso en suelo europeo. Entre tanto revuelo y confusión, las primeras informaciones adelantaban que dos misiles rusos habían atravesado el espacio aéreo europeo y habían estallado en una pequeña localidad polaca, causando la muerte de dos transeúntes. Esta situación puso en guardia a la OTAN y a los principales líderes mundiales como consecuencia de la guerra emprendida tras la invasión de Rusia en Ucrania.

Polonia es uno de los destinos europeos más demandados entre los estudiantes Erasmus españoles, junto a Italia, Portugal o Francia. Muchos estudiantes de la Universidad de Castilla-La Mancha retomaron este destino para desarrollar sus estudios tras la pandemia. Sin embargo, la actualidad no ha sido ajena para muchos de los estudiantes desplazados. Y la noche del pasado martes, quedará grabada en la memoria de todos los que se encuentran en Polonia.

Ya había entrado la tarde cuando la preocupación y el miedo provocado por una gran confusión, generó en muchos estudiantes en tierras polacas una sensación de angustia de la que todavía no terminan de dar crédito. Es el caso de Adela María Luna García-Cantarero (Santa Cruz de la Zarza, 20 años) y María Vara Manzanares (Albacete, 23 años), ambas estudiantes del Campus de Cuenca que se encuentran cursando sus estudios en Polonia, gracias al programa Erasmus.

«Al principio tuve bastante miedo, todo el mundo nos estaba preguntando qué había pasado y eso nos causaba más inquietud todavía. Además, estamos fuera de nuestras casas y de nuestro país y lo primero que se me pasaba por la cabeza era si podría volver a España en caso de que se agravase mucho la situación. También es verdad que los medios de comunicación alarmaron mucho sobre la noticia y crearon más pánico», señala María Vara, estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Facultad de Comunicación.

Una situación muy similar a la de Adela María, estudiante de la Facultad de Educación de Cuenca: «Me enteré por WhatsApp de que habían caído dos misiles en territorio polaco, me comenzaron a enviar noticias y enseguida comencé a comprobar si era cierto. Efectivamente era así y diez minutos más tarde nos dijeron que el ministro de Polonia estaba convocando una reunión de urgencia para ver qué había ocurrido y si eran rusos o ucranianos los que habían atacado. Había mucha confusión».

Esa tarde, en una llamada con su familia, Adela prefirió guardar silencio y no desvelar nada a su familia para no levantar la alarma. «Mi madre me preguntó qué me pasaba, porque me notó la cara de asustada y disgustada. Y realmente lo estaba porque no nos estaban dando información verídica, simplemente nos estábamos enterando de lo que estaba sucediendo a través de las redes sociales. Ningún polaco fue capaz de decirnos lo que estaba pasando y tampoco ninguna persona responsable de nosotros tanto de aquí como de España», señala la joven de Santa Cruz de la Zarza, que, en una llamada posterior, reconoció a su familia que supo la información con anterioridad, pero no sabía cómo afrontar la situación.

De las dos estudiantes universitarias, María Vara es la que más cerca se encuentra de Przewodów, el pueblo polaco donde cayeron los misiles. Vara desarrolla sus estudios en la ciudad de Opole, es decir, a tres horas de viaje en coche de la zona afectada por las explosiones. Y, aunque está cerca de la frontera con República Checa, ella valoró regresar a casa. «En ese momento piensas todo lo malo que puede ocurrir y lo único que quieres es regresar a casa y estar con tu familia», señala. Y añade que tanto su familia como sus amigos comenzaron a preocuparse por ella y por la desagradable situación que estaba viviendo junto a sus nuevos compañeros. Su familia, incluso, le advirtió que «si la cosa se ponía mal volviese a casa, que en tal que viese algún indicio de peligro que no me lo pensase dos veces».

En el caso de Adela María, su residencia se encuentra en Zielona Góra, una pequeña ciudad al Oeste de Polonia, hace frontera con Alemania y se encuentra a hora y media de Berlín. Entre su ciudad y la zona afectada existen unas ocho horas de viaje en coche, una lejanía que tranquilizó tanto a la familia como a la propia estudiante. «Mi padre me dijo que no me preocupara, que eran dos misiles perdidos y además había sido muy lejos de donde vivo. También me dijo que Polonia es miembro de la OTAN y que en caso de Putin atacase, el resto de países de lo comen».

La preocupación que mostraban los grupos de amigos de las dos estudiantes contrastaba en ese momento con la situación que estaban observando en el comportamiento de la ciudadanía polaca, una sociedad que solo mostraba falta de interés. El mismo que les producía la situación bélica que se está produciendo en Ucrania desde hace nueve meses, muy escaso. «La gente polaca se comportaba con normalidad con nosotros, como si no hubiera pasado nada. Ellos no nos contaban nada y nosotros tampoco queríamos hacer mucho hincapié en la noticia porque no sabíamos cómo iban a reaccionar».

Frente a la situación de tensión que se vivía en la comunidad internacional, los jóvenes, mientras, buscaban motivos para distender la tarde y seguir disfrutando de la etapa que actualmente desarrollan. De hecho, el humor tampoco faltó aquella noche para María Vara: «Entre mis compañeros del Erasmus se hacían bromas, nos decíamos: ‘venga chicos, disfrutad el Erasmus que se nos acaba’, pero preferíamos no comentar el tema sin tener los datos suficientes para hacer estipulaciones, pues ya estábamos bastante asustados como para hacer hipótesis sobre el asunto.

La luz de la mañana del miércoles dispersó todas las dudas que las jóvenes se llevaron a su descanso. Mucho más relajadas y aliviadas tras conocer las primeras informaciones ya contrastadas, el susto se fue difuminando y el ritmo de la jornada trasladó a un segundo plano la mayor parte de las preocupaciones. Sobre todo aquellas que se escapan de su control. Las jóvenes ahora se centran en retomar y llevar a buen puerto sus respectivos estudios, que cursan desde el mes de septiembre a miles de kilómetros de sus hogares.

El desenlace de la tensión generada por el estallido de los misiles no se vislumbra a corto plazo, desde un punto de vista geopolítico, del mismo modo que tampoco lo hace la situación bélica provocada por la invasión de Rusia en Ucrania. Sin embargo, los líderes mundiales se muestran más relajados tras conocer que los misiles no fueron lanzados desde Moscú. Algo que Joe Biden, presidente de Estados Unidos ve «poco probable» y que también conviene en señalar el Gobierno ruso después de negar que hayan sido lanzados por su ejército. Un nuevo contexto más esclarecido que ha devuelto la respiración a una sociedad que no comparte lo que se está pasando en la tierra bañada por el Mar Negro, al Este de Europa.