Un grupo de madres y padres, en su mayoría también docentes, se ha agrupado en Cuenca para reclamar una regulación más estricta sobre el uso de dispositivos electrónicos en las aulas, especialmente a edades tempranas. Marta García, profesora de Secundaria y una de las impulsoras de esta iniciativa, explica que la preocupación no parte tanto de su rol profesional, sino de su experiencia como madre.
«Somos un grupo de padres y madres que nos hemos movido porque vemos que en algunos colegios se está abusando del uso de las tabletas, sustituyendo los libros de texto a partir de tercero de Primaria», explica García. La iniciativa, aunque aún no está constituida como plataforma formal, sí cuenta con el respaldo de entre cincuenta y setenta familias que comparten esta inquietud.
El detonante de este movimiento fue una serie de recomendaciones emitidas por la Asociación Española de Pediatría tras una reunión con el Ministerio en diciembre. En ellas, se aconseja no sobrepasar una hora diaria de uso de pantallas en ciertas etapas de la infancia, algo que, según Marta García, no se está cumpliendo en numerosos centros educativos.
En Castilla-La Mancha, la aplicación del programa de digitalización educativa -conocido anteriormente como Plan Carmenta- no es homogénea. «En la provincia de Cuenca solo conocemos un colegio que comienza a usar las tabletas en tercero de Primaria: el colegio Santa Ana. A partir de quinto, el número aumenta, pero sigue siendo solo una parte del total», detalla.
En la capital conquense, los centros donde se sustituyen completamente los libros por tabletas desde quinto de Primaria son Fuente del Oro, San Fernando, Isaac Albéniz y Casablanca. Otros, como el Ciudad Encantada, han decidido abandonar esta práctica.
Acceso restringido al Banco de Libros
Este colectivo de padres y madres de Cuenca critica la falta de control y la carga económica que supone este modelo educativo digital, que no permite acceder al Banco de Libros al utilizar licencias digitales no renovables.
“El coste de las licencias digitales lo asumen las familias, además de tener que comprar una tablet que puede costar entre 200 y 300 euros. Y cada curso hay que pagar otros 60 o 70 euros en licencias”, explican desde la plataforma.
Así pues, el uso de tableas en los colegios de Castilla-La Mancha, especialmente en centros que en su día adoptaron el programa ‘Carmenta’, sigue generando controversia entre las familias. Se puso en marcha en el curso 2018-2019 como una apuesta del Gobierno regional por la digitalización en las aulas, con una dotación económica inicial para tabletas y pizarras digitales. Sin embargo, pasados los cuatro años de permanencia obligatoria, muchos centros han optado por abandonarlo. “Ya no tiene sentido, porque todos los centros educativos tienen pizarras digitales, estén o no con tabletas”, subraya García. En Cuenca capital, por ejemplo, ya no queda ningún instituto que mantenga el plan. En la provincia aún hay centros que lo conservan, aunque, según el colectivo, están en proceso de eliminarlo, como es el caso del Luisa Sigea de Tarancón.
Marta García insiste en que el uso de las tabletas no es obligatorio y que cada colegio lo elige al inicio del curso, cuando el equipo directivo presenta su propuesta educativa. “Lo que pedimos no es prohibir las tabletas, sino que se regule su uso. Queremos que se abra el debate, como han hecho otras comunidades autónomas”, señala.
Una de sus principales preocupaciones de este colectivo de padres y madres es la distracción que generan estos dispositivos. “Los niños leen en PDF en lugar de en papel, y están expuestos al uso de Internet. Aunque algunas páginas están capadas por la Junta, creemos que sería mejor limitar el acceso solo a las diez páginas que usan en clase”, explican. También critican que, en algunos colegios, los menores utilizan la tableta incluso en el recreo si llueve o no hay actividades.
El colectivo asegura que muchas de las carencias detectadas en alumnos de Secundaria proceden de la etapa anterior en la que se ha implantado este modelo. «Tienen menos comprensión lectora y se distraen más. No estamos viendo beneficios claros. Solo pedimos que se regule el uso, siguiendo las recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría», afirman.
Actualmente, el grupo en Cuenca forma parte de una red más amplia con familias de Guadalajara, Toledo y Ciudad Real. «Nos hemos intentado poner en contacto con la Consejería de Educación y con la Delegación en Cuenca, pero no hemos recibido respuesta», denuncia Marta García. Tampoco han tenido éxito al intentar dialogar con los equipos directivos de los centros afectados: «La respuesta ha sido totalmente negativa. Se cierran en banda y no están abiertos al diálogo». Al mismo tiempo, han lanzado una petición en change.org solicitando la regulación del uso de tabletas en las aulas.
Desde este colectivo insisten en que su objetivo no es eliminar las tecnologías del aula, sino lograr un uso razonado y controlado que no suponga una carga adicional para las familias ni una merma en el rendimiento educativo del alumnado. El grupo reclama una reflexión profunda sobre la forma en que se están integrando las tecnologías en las aulas. “No se trata de rechazar la digitalización, sino de poner límites y priorizar el bienestar de los niños”, concluye Marta.