El pasado sábado 18 de junio se celebraban en Castilla-La Mancha oposiciones al cuerpo de maestros. En Cuenca se realizaron las pruebas de la especialidad de Primaria, unas pruebas que según sindicatos docentes superaron las previsiones de la organización en aspectos como el alojamiento de la ciudad.
Una de las personas que se enfrentó a este duro proceso de oposición fue Cristina –Cristina Tu Ru Ru en redes sociales-. Esta maestra se vio en una situación comprometida, donde asumía una multa por estar haciendo sus exámenes.
Tras varias vueltas no tuvo otra opción que aparcar su vehículo en zona azul. Esta circunstancia obliga a renovar el ticket cada dos horas, que es el tiempo máximo que se puede seleccionar. Cristina y sus acompañantes pagaron para el periodo de tiempo que comprendía las 10 y las 12 horas. Sin embargo, el problema estaba en que no podrían salir a renovar el ticket al estar a esa hora todavía en medio del examen.
Ante la imposibilidad de salir del centro, o utilizar el móvil para volver a pagar la zona azul, Cristina decidió dejar una nota visible desde la luna del vehículo. En este papel se podía leer «estoy opositando, no puedo salir ni usar el móvil para renovar ticket, ten compasión«.
La prueba de oposición terminaba, Cristina y sus acompañantes se dirigían al vehículo con la adrenalina del examen recién hecho y con la preocupación de si tendrían una multa en el coche.
Pronto se resolvería esa duda cuando desde lejos observaron que en el limpiaparabrisas se podía observar un papel de multa. Para sorpresa de todos, cuando cogieron el papel se podía leer el siguiente mensaje: «Te deseo justicia. La suerte para los que juegan. Ánimo. Marido y padre de docentes».
Así, el controlador de estacionamiento regulado que leyó el mensaje dejado en el vehículo tuvo compasión y decidió finalmente no poner la multa a pesar de que la hora del ticket ya había pasado. «Fue una sorpresa, todavía queda gente buena. Eso nos dio una alegría y un subidón. Si nos escuchas desde aquí, muchas gracias», expresaba Cristina a través de una radio musical.
Cristina contó esta historia a través de redes sociales, y pronto empezó a compartirse a través de ellas. Muchos no dudaban en contestar «de Cuenca tenía que ser».