«San Antón cada vez es más conocido de manera más alejada de etiquetas y prejuicios»

Entrevista a Virginia B. Panadero, trabajadora social y coodinadora del proyecto 'De San Antón al cielo'

Trabajar por mejorar las actuales condiciones de vida que tienen muchos residentes del barrio conquense de San Antón es el objetivo con el que nació el proyecto ‘De San Antón al Cielo’. La iniciativa nació con el objetivo de generar actuaciones autogestionadas por la propia vecindad para abrir la puerta a procesos de participación y espacios para compartir, debatir y construir respuestas colectivas que busquen el beneficio del barrio. Tras esta iniciativa, se encuentran Virginia B. Panadero y Azahara Afán de Rivera, ambas de se encargan de coordinar el proyecto que ya ha conseguido atraer a más de 200 vecinos.

El proyecto ‘De San Antón al cielo’ se ha convertido en una herramienta de convivencia y participación en el barrio, ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

Este proyecto es un intento de consolidar el proceso participativo y de desarrollo comunitario que desde hace unos años se está llevando a cabo en San Antón. La iniciativa nació de la reivindicación de los vecinos y vecinas para promover actuaciones autogestionadas en el marco del Plan Urban. Posteriormente en 2018, nos hicimos con una de las ayudas que la Junta de Castilla La Mancha concede para el desarrollo de proyectos de interés general con cargo a la asignación tributaria del IRPF.

Pero por entonces ya existía una larga trayectoria de implicación con la asociación de vecinos, con años de trabajo comunitario, iniciativas locales y compromisos sociales.

Este nuevo año que empieza seguimos sin recursos ni subvenciones, pero con ganas de seguir construyendo espacios de reflexión y de participación.

¿A cuántas personas ha atendido/atiende este programa? ¿De qué manera trabajáis en el barrio?

Durante estos cuatro años hemos trabajado con mucha gente, nuestra intención nunca ha sido hacer atenciones individuales, sino más bien generar procesos de participación y espacios de compartir, debatir y construir respuestas colectivas. Habremos llegado a más de 200 personas de manera directa o indirecta.

Empezamos con algunas iniciativas como Gipsy team box, los viernes de antonia, el perchel garden, apoyo educativo, etc, estas se fueron modificando en otros tipos de espacios, por ejemplo todos los años hemos tenido espacios de trabajo con mujeres, trabajos terapéuticos como la iniciativa ‘Entre Nosotras’ o los más recientes “Laboratorios de autodefensa feminista” , grupos donde compartir nuestras vivencias y experiencias personales donde crear estrategias para prevenir y actuar ante situaciones violentas.

El apoyo educativo con peques también se fue transformando en otro tipo de espacios que atienden sus necesidades emocionales, ahora hacemos también juego libre con acompañamiento emocional gracias a la implicación y compromiso de Javi y Shole y a “el Domo encantado” por prestarnos el espacio.

Otra iniciativa ha sido la “Oficina de derechos sociales”, que no se trata de un espacio físico propiamente dicho, más bien surgió de la necesidad de crear espacios de autoorganización, de reivindicación y de concienciación para hacer frente a las situaciones de vulnerabilidad social y exclusión mediante el apoyo para el acceso a los derechos sociales.

Hemos hecho excursiones con los más peques, colaborado y promovido jornadas de convivencia, proyecciones de documentales, cines de barrio en verano, elaborado boletines informativos, campañas de denuncia, pero hay también otros muchos trabajos menos visibles que hemos hecho durante todo este tiempo cómo relacionarnos con otros barrios, impulsar asambleas interbarriales, jornadas de formación o un encuentro estatal de acción social.

Este proyecto es un intento de consolidar el proceso participativo y de desarrollo comunitario que desde hace unos años se está llevando a cabo en San Antón

Virginia B. Panadero

¿Está protagonizando un proceso de gentrificación?

Creo que hace unos años con el plan Urban, tal vez si hubo un intento de impulsar un proceso de gentrificación, pero a día de hoy no estamos protagonizando esa realidad afortunadamente.

Nuestras vecinas no han tenido que marcharse por ningún proceso de gentrificación, porque sea insostenible la vida, ni porque haya habido una rehabilitación urbanística que haya revalorizado los espacios. Más bien seguimos viviendo los mismos habitantes con casi los mismos recursos y servicios en el barrio.

Y tal vez, lo que si lleva pasando un tiempo es que por un lado hay mucha gente mayor que en un momento dado se ve obligada marcharse por la inaccesibilidad (escaleras, cuestas…) que les dificulta mucho la vida cotidiana y por otro lado el barrio es cada vez más atractivo para estudiantes y jóvenes que ven en San Antón un barrio asequible, amable, abierto… Pero aun así sigue siendo un barrio con mucha diversidad, con mucha gente mayor y gente que lleva toda la vida y con un gran sentimiento de pertenencia.

Cuáles son las principales necesidades que os trasladan los vecinos en el área del Trabajo Social o qué trabajáis con mayor frecuencia. ¿Cuál es la realidad del barrio?

En nuestro barrio, como en muchos otros, podemos encontrar situaciones de mucho dolor y sufrimiento. Hay discriminación, desigualdad, y también hay hambre y desesperación.

Y todas estas necesidades como en muchos lugares nos llegan disfrazadas de vergüenza, de culpa, de impotencia… mucha gente se siente responsable de no tener oportunidades, de tener empleos precarios, de no tener recursos, de no tener derechos en definitiva y eso es lo que tratamos de romper y de visibilizar.

Los servicios sociales están saturados y las prestaciones resultan insuficientes, los procesos burocráticos para obtener cualquier tipo de ayuda son excluyentes, con listas de espera interminables, requisitos infinitos y siguen dejando al margen a aquellas personas que más dificultades tienen.

¿Consideras que el barrio de San Antón es el gran desconocido de la ciudad?

Considero que el barrio es cada vez más conocido en la ciudad de una manera que se aleja cada vez más de las etiquetas y prejuicios recibidos y eso es, entre otras cosas, gracias al sentimiento de pertenencia de las vecinas y a la actividad comunitaria que hay en el barrio que nos coloca como un barrio vivo que se moviliza y se preocupa por su gente.

Nuestras vecinas no han tenido que marcharse por ningún proceso de gentrificación, porque sea insostenible la vida, ni porque haya habido una rehabilitación urbanística que haya revalorizado los espacios

Virginia B. Panadero

Te están leyendo muchos conquenses, qué les dirías para que lo visiten en con mayor frecuencia.

Que se animen a pasear por sus calles y conocer a sus gentes. Que es un barrio abierto, plural y dinámico que acoge a las personas de la mejor manera posible. Que se animen a conocer los proyectos que hay en el del Alfar que hacen actividades continuamente, o aquellas actividades que se hacen en el centro social… Conociendo el barrio es la única manera de poder alejarse de los prejuicios que se pueda tener.

Además, se trata de un punto muy estigmatizado, ¿Cómo se combate eso desde vuestra área?

La única estrategia útil que nos hace resistir al etiquetado y a la estigmatización es dar información real. La gente tiene miedo a lo que no conoce, los estigmas no son reales ni objetivos, la mayoría de las personas no tiene un conocimiento fehaciente de los lugares catalogados como peligrosos porque evitan circular por ellos.

Por eso la única manera de combatir el estigma es dar a conocer, hablar y contar historias reales, historias de afecto y de cercanía, de cómo las relaciones en nuestro barrio son más intensas porque nuestras vidas nos importan. Porque nos saludamos todos los días y sabemos quién necesita más o menos ayuda, y a veces también hay conflictos y desacuerdos, claro que sí, como en cualquier familia, como en cualquier lugar… lo que no hay es indiferencia. Y eso sí que acostumbramos a verlo en muchas otras partes de la ciudad. Donde la gente no sabe cómo se llama su vecino, ni el hombre que pide en la calle… Esto en nuestro barrio no pasa.

¿Las diferentes instituciones están a la altura de las necesidades del barrio?

Sabemos que en las instituciones puede haber gente muy competente y concienciada, pero a nivel estructural y haciendo una lectura amplia podríamos decir que la mayoría de las respuestas institucionales que hay no tienen nada que ver con la justicia, con el reparto de la riqueza, con el reparto del poder, con realmente llegar a garantizar la satisfacción de las necesidades y de los derechos. Si no al contrario, muchas de las instituciones en nuestra sociedad están ayudando a criminalizar a las personas empobrecidas, culpabilizándolas de su situación o manteniéndolas bajo el umbral de la pobreza convirtiéndolas en peregrinas de las distintas administraciones para conseguir unas migajas.

En ese sentido las respuestas desde la acción social están siendo totalmente desacertadas, manteniendo a la gente en esa situación y haciendo un ejercicio de caridad, es decir de vaciarnos de nuestros derechos, en clave de clientelismo, arbitrariedad… y por otro lado se hace un ejercicio de control social entre las personas más empobrecidas, para que no haya organización, lucha colectiva… están fragmentando, atomizando, echando a pelear a unas personas empobrecidas con otras. Y es justo lo contrario lo que deberíamos hacer en una acción social transformadora, intentar apoyar procesos de construcción de procesos políticos, espacios de apoyo mutuo, de ayuda mutua, procesos de empoderamiento personal, colectivo y comunitario. Acompañar esos procesos es nuestra misión y debería ser la de toda la Acción Social, para dar respuesta a todas las situaciones de exclusión y opresión.

¿Cómo te imaginas el barrio dentro de 25 años?

La verdad es que no tengo ni idea de cómo podría ser este barrio dentro de un cuarto de siglo, lo que sí tengo es la esperanza de que no se convierta en un barrio gentrificado, de que siga siendo un lugar habitable, con facilidad para vivir y donde la gente y nuestras historias sigan importando y siga habiendo un motor de lucha con identidad propia.