El inicio del nuevo curso bajo la ‘amenaza’ del coronavirus ha supuesto un reto para los equipos directivos de los centros docentes. Si, además, se le añade el traslado a un centro nuevo, la complicación se dispara. Este es el caso del IES san José, que este nuevo curso imparte las enseñanzas de ESO y Bachillerato en el IES nº7, situado en la calle Juan Martino, donde estaba el Alfonso VIII hasta que ha sido trasladado a su ubicación original.
Con la finalidad de facilitar la circulación de alumnos y dificultar al máximo los posibles contagios por COID-19, el centro ha puesto en marcha una serie de medidas adicionales como la utilización de pulseras de colores, los accesos diferenciados a través de tres entradas y las salidas escalonada, entre otras.
El director del San José, Pablo Manuel Pérez, ha indicado que «el primer día, en general, fue bien. Hemos llegado un poco justos porque hay que tener en cuenta que a nosotros se os ha juntado la preparación del Plan de Contingencia por la COVID-19 con el traslado del instituto. El verano ha sido muy complicado y movido porque hemos tenido que actuar en los dos sentidos. Primero, con la preparación de las medidas higiénicas y sanitarias y, por otro lado, acondicionar el nuevo centro con nuevo mobiliario… Al final, hemos tenido todo preparado y hemos podido empezar con normalidad. Desde el 1 de septiembre nos hemos estado yendo prácticamente todos los días de noche, haciendo los preparativos. Y en fin de semana trabajando en casa por si no no llegábamos».
El máximo responsable del centro docente precisa que la entrada al nuevo instituto se realiza por tres puntos diferentes. «Nosotros tenemos ahora tres puntos de acceso. Eso es una ventaja. Los alumnos están entrando por tres lugares diferentes. Como somos seis cursos, cuatro de ESO y dos de Bachilletaro; lo que hemos pensado es que entren dos cursos por cada puerta. Por una, entran 1º y 4º de la ESO, por otra 2º y 3º y por otra los dos Bachilleratos. Con ello lo que conseguimos es, primero, que no se amontonen y no haya excesivas aglomeraciones en el patio; y, además, que cada alumno utilice el tramo de escaleras que le corresponde. Entonces se nos ocurrió que para que, sobre todo en los primeros días, todos supieran cuál es el recorrido que tienen que hacer poner por el centro flechas de colores, incluyendo las escaleras, en las paredes y en las barandillas y hacemos coincidir, sobre todo pensando en lo más pequeños, el color de la pulsera que lleva el alumno con el de las flechas. Así, al menos en las primeras semanas, todos van mecanizando el flujo de entrada y de salida. Esa es la idea».
«Timbrazos» a medida
Por otro lado, Pablo Manuel Pérez precisa que han implementado otras iniciativas adicionales con el objetivo de reducir al máximo las aglomeraciones y posibles contagios. «Vamos a tocar tres veces el timbre para que no salgan todos a la vez y no se apelotonen, por ejemplo, a la salida y en el recreo. Tocará una vez el timbre y saldrán los de la planta baja, luego tocará dos veces y saldrán los de la primera planta y, por último, tres veces para que salgan los de la planta de arriba Y para el entrar al revés. Se trata de evitar aglomeraciones. Son muchas pequeñas medidas para ver si entre todos somos capaces de ponerlas en práctica con éxito».
Transcurridos los momentos iniciales, estas mismas fuentes reconocen que «he visto un problema serio y es lo difícil que es, sobre todo con los más pequeños,que mantengan la distancia de seguridad y que estén separados 1,5 metros. Una cosa que tenemos clara es que este año tenemos una doble responsabilidad. Por un lado, tenemos que formar a los alumnos en las materias y, por otro, también tenemos que formarlos en salud. Es parte de nuestra responsabilidad».