Quedar entre los primeros 15 puestos después de hacer el examen del MIR (Médico Interno Residente) puede ser un sueño para 15.000 aspirantes, pero no para el conquense Miguel Pozuelo Montero, que ha conseguido ocupar el número 12 de la lista en la prueba más importante para el sector médico que se convoca de forma anual.
El 25 de enero le cambió la vida. «No me lo creía, lo llevaba bien preparado y se me había dado bien, pero me puse a correr por la casa gritando: ¡Que he sacado el 12! ¡Que he sacado el 12!». A sus familiares les pasó lo mismo y empezaron a llamar a todo el mundo para contárselo cuanto antes.
Lo cierto es que no ha sido un periplo fácil desde que terminó la carrera en Albacete. «Pensaba que no iba a ser tan duro, estudiaba de media desde las 8 de la mañana hasta las 9 de la noche, descansando hora y media para comer, durante 16 meses», ha desvelado. Además, el día del examen también supuso un gran reto. «Estaba muy nervioso porque depende mucho de cómo estés en ese momento, con tres preguntas menos puedes bajar 300 puestos y si estás por el centro de la curva un acierto pueden ser 500 puestos», según ha explicado. La prueba la componen 200 preguntas y 10 de reserva, y aunque Miguel solo tuvo 36 errores viene a ser como sacar un 7-8 sobre 10. «Se falla bastante y este año ha sido más difícil», ha concretado.
Sin embargo, a pesar de su juventud, tiene claro cómo enfocar el futuro como médico. Entiende que el ser humano es muy complejo y «es importante atender a cada paciente como una persona distinta». Se ha mostrado convencido de que la intensidad del sufrimiento no depende de la gravedad de la enfermedad. «Si se da una pastilla, pero no se mira a la cara se está enfocando mal», ha expresado con empatía.
Una asignatura le reveló la vocación
Miguel Pozuelo ha reconocido que, a pesar de la dureza, no deja de ser una profesión que ha decidido y le gusta mucho. Estudió en el colegio Fuente del Oro, pero hasta 4º ESO «no tenía ni idea» de qué quería estudiar. Fue cuando llegó a Bachillerato y eligió de optativa Anatomía cuando empezó a gustarle la medicina. Además, contaba con la ventaja de sacar buenas notas y tener mejores profesores. De hecho, ha recordado con cariño a un profesor ya jubilado que siempre le decía: «Empieza con antelación que te va a valer más que ser muy listo y arrancar un mes antes». Eso precisamente es lo que recomienda a otros alumnos que pasan por su misma situación para que merezca la pena el esfuerzo. «Organizándote bien, estudiando con antelación y con la ayuda de la academia se puede sacar», ha expresado esperanzado.
De momento, no sabe lo que le deparará el destino, aunque el nuevo Hospital Universitario le llama mucho la atención. «Me pareció increíble cuando lo vi de cerca el otro día», ha enfatizado. Lo que sí sabe es que la residencia no la podrá hacer aquí porque en Cuenca no hay plaza para la especialidad que busca: endocrino o cardiología. Dentro de dos meses elegirá el destino, preguntando a otros residentes y visitando presencialmente algunos hospitales, y trabajará allí durante los próximos cuatro años. «Si puedo evitaré ciudades muy grandes como Madrid o Barcelona», ha bromeado. Cuando acabe su formación ya será médico adjunto. Entonces, y solo entonces, no descarta volver.