Este jueves 23 de mayo se cumplen dos décadas de la viral visita a Cuenca capital de unos recién casados Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, por aquel entonces Príncipes de Asturias y hoy Reyes de España. El secretismo con el que los príncipes organizaron su viaje de novios y el interés que había por saber dónde irían convirtió su visita a la capital conquense en una noticia viral para la época.
Juan Antonio Mondéjar, catedrático de marketing e investigación de mercados de la UCLM, subraya que “la visita tuvo un impacto invaluable” para Cuenca, y asevera que ha sido “una de las mejores herramientas de promoción turística que ha tenido la ciudad en los últimos 20 años”.
Una repercusión «de un valor incalculable»
El catedrático destaca que este tipo de contenidos publicitarios se técnicamente se denominan ‘Publicity’, y consisten en que la promoción no es pagada y se realiza de forma indirecta. “La noticia era dar a conocer la visita de los príncipes, no promocionar la marca ‘Cuenca, naturaleza y cultura’. Pero tuvo una repercusión de un valor incalculable, que no tiene precedentes en la historia y que probablemente no se vuelva a repetir. Es una acción de comunicación que se produjo de forma totalmente espontánea, se convirtió en viral para una época en la que no había redes sociales”, apunta.
Los cronistas de la época describieron con todo lujo de detalles el recorrido de los príncipes. Llegaron a última hora de la tarde, cenaron comida típica en el Mesón Casas Colgadas como morteruelo, ajo arriero y resoli y, tras cruzar el Puente de San Pablo, durmieron en el Parador. Por la mañana, vestidos con vaqueros y prendas de calle, volvieron a dar un paseo turístico por algunos de los hitos más famosos del Casco Antiguo, como las Casas Colgadas y la Catedral, en la que estuvieron aproximadamente unos quince minutos antes de partir en dirección a Albarracín.
Mondéjar recuerda las fotos que Felipe hizo a Letizia con su cámara de fotos con las Casas Colgadas de fondo, y cómo ambos pasearon por el Casco Antiguo como una pareja más -pese a una multitud que no paraba de vitorearles-, lo que “impactó directamente en el segmento de viajes de novios”. Este tipo de tours “se suele hacer hoy en día con expertos y viajes de periodistas especializados, pero tal y como lo hicieron ellos, sin ser un contenido pagado, tuvo el plus de credibilidad que la publicidad no tiene”.
«Ni el mejor estratega de marketing pudo planificar aquella campaña»
“Realmente para nosotros fue la mejor estrategia de promoción turística de la ciudad. Ni el mejor estratega de marketing pudo planificar aquella campaña”, destaca el catedrático de marketing de la UCLM, que asegura que “la ciudad todavía puede aprovechar aquel tirón, por ejemplo, invitándoles a que vuelvan. Las autoridades deberían hacer un esfuerzo para que vinieran porque es la mejor estrategia posible. Y más, cuando los hoy reyes tienen tan buen recuerdo de aquel día”. Y es que según indica, “así se promocionaría que alguien que visitó Cuenca hace 20 años puede volver. Lo que se trata es de fidelizar al turista, construyendo una imagen de marca que sea positiva que potencie que quien nos visite, vuelva”.
Mondéjar destaca que “la prueba de que el impacto se aprovechó y hoy en día sigue perdurando en el tiempo es que 20 años después hay clientes que siguen pidiendo esa misma habitación en el Parador”. Un dato que corrobora Juan Serrapio, director del Parador de Cuenca en declaraciones a este periódico. “Es la habitación 305, probablemente la más icónica de las que hay y también la más demandada. Eso va a quedar siempre en el ideario general de este Parador, la habitación de los reyes”, apostilla detallando que “no es una habitación muy especial ni la más lujosa del hotel, pues en aquel momento no había disponibilidad de la suite. Es una habitación superior, con vistas al Puente de San Pablo y a las Casas Colgadas, pero no es la mejor habitación del Parador. Es una habitación amplia pero no es la suite».
Como dato anecdótico, el Parador de Cuenca regaló a los príncipes en agradecimiento a su visita, una réplica de la llave de la habitación en la que se hospedaron durante su luna de miel. Esta llave de la ‘305′ la recogió Felipe de Borbón en Fitur 2013, en Madrid, de manos de la directora del Grupo Paradores de España.
«Querían mezclarse y ser uno más»
Luis Baquero, actual jefe de comedor del Parador de Cuenca, y que entonces ya formaba parte de la plantilla, relata a este periódico la “sorpresa” del personal y de los clientes cuando tras pasar la noche bajaron a desayunar al comedor normal con el resto de hospedados. “Querían mezclarse con la gente como si fueran uno más, para ellos era de los más normal, pero el resto de los que estábamos ahí estábamos alucinados”, narra.
Baquero recuerda cómo en aquel momento era camarero y se acercó a ellos para atenderles: “Como a todo el mundo, les pregunté si querían tomar café, leche, té o alguna infusión. Los príncipes se levantaban al buffet y cogían su desayuno exactamente igual que los demás, no quisieron ningún trato especial ni nada. Nada más que un servicio normal”. De su trato, destaca que “fueron muy educados y sonrientes. Nos veían la cara de asombro que teníamos todos y claro, ellos estaban muy sonrientes”.
Disparó el turismo de parejas
Por su parte José Manuel Abascal, presidente de la Agrupación de Hostelería de Cuenca, recuerda que el año posterior a la visita de los príncipes “subió mucho el turismo de parejas”. No se produjo un crecimiento en el absoluto de turistas, indica, pero “sí que hubo una reformulación en el perfil de turista que venía a Cuenca”. “Es de agradecer que eligieran Cuenca porque nos situó más si cabe como una ciudad ideal para el turismo de parejas y para vivirla y enamorarse”, celebra el líder de la patronal hostelera.
En aquel momento ya era el director del Hotel Torremangana y recuerda que la llegada de los hoy reyes “fue una sorpresa. A mi me llamaron para avisarme y estaba ya en la cama, a las once de la noche. Pensé que me estaban vacilando”. “Teníamos una reserva para el domingo y la pusieron como grupo de turistas. Como era en domingo y no en sábado me extrañó, y le pedí a la comercial que les llamara para confirmarlo. Cuando me llamaron para avisarme de que habían venido los príncipes empecé a hilar cabos, y luego resulta que no era un grupo de turistas sino toda la guardia real y personal de la Casa Real camuflado”.
Abascal subraya que “la visita fue un suceso muy importante para Cuenca que trascendió no sólo a España, sino que salió en todos los sitios, sobre todo hispanoamericanos donde se sigue la prensa española”. “Fue un movimiento muy importante que culminó con la visita de muchas parejas, que nos pedían conocer qué recorrido hicieron los príncipes en su visita a Cuenca y nos puso en el candelero turístico como una ciudad para vivirla”, sentencia.