Miles de personas se dan cita cada año el Domingo de Ramos en el casco antiguo de la capital. Entre palmas y olivos se ha creado un nuevo modo de ocio entre los más jóvenes, que desde antes de que la Venerable Hermandad de Jesús entrando en Jerusalén y Nuestra Señora de la Esperanza culmine su desfile en la Plaza Mayor, reúne a multitudes en diferentes puntos de la zona antigua de la ciudad. El entorno del Castillo, la bajada a San Miguel y la propia Plaza Mayor se han convertido en los tres principales focos donde se concentran macrobotellones cuyos daños colaterales afectan al patrimonio cultural e histórico de la ciudad, a la higiene y limpieza de la zona y a la vida de los vecinos que conviven con esta situación.
Jesús Reyes, presidente de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo, comenta que esto 2025 «esperamos que la gente se comporte mejor, y que respete al patrimonio artístico y las viviendas». Aunque los vecinos, según apunta Reyes reciben «con los brazos abiertos a todo aquel que quiera venir a nuestro barrio a disfrutar la tradición», piden a quienes acudan que sean conscientes de que «en el casco vive gente, y vivimos los fines de semana, en San Mateo y en Semana Santa».
En años anteriores algunos vecinos han hecho llegar quejas a la asociación fruto de las situaciones vividas. A este respecto Reyes señala que se mantienen expectantes por «las medidas que tome el Ayuntamiento para controlar esa concentración y ese macrobotellón». El presidente apunta que «esperamos que esas medidas sean adecuadas y que por lo menos eviten que la gente orine sin control por todas partes y dejen basura». Las micciones y la suciedad son dos de las principales quejas de los vecinos del casco, que señalan que «aunque luego pasen los efectivos de limpieza del Ayuntamiento, estas celebraciones se han extendido a todas partes, por lo que la suciedad se queda en los rincones más escondidos».
Referente a la ordenanza que ha planteado el Ayuntamiento para erradicar el consumo de alcohol en la vía pública, Reyes señala que han participado «todas las asociaciones de vecinos de Cuenca, entre ellas la del Casco Antiguo, y entidades de todo tipo». A pesar de que es una normativa orientada específicamente al control de esta problemática Reyes sostiene que «tal y como está a día de hoy el botellón de Domingo de Ramos, aunque fuera ilegal, se seguiría celebrando por la falta de medios para controlarlo», por lo que según apunta el único método es «hacer un llamamiento al civismo». Reyes ha señalado que el aumento de la presencia policial podría ser «una medida disuasoria» con la que evitar «algunos de los comportamientos que vienen siendo habituales desde los últimos años».
La problemática «del botellón de Domingo de Ramos, del de San Mateo o de cualquier otro que se quiera instaurar no es algo que se vaya a solucionar con el reglamento» pues, según apunta Reyes «es una cuestión mucho más compleja con implicación social». Reyes señala que el botellón es «un modo de ocio para la gente, especialmente para los jóvenes, que se concentran y se divierten simplemente bebiendo alcohol». Para el presidente de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo la verdadera problemática está en explicar a esos jóvenes «cómo divertirse sin hacer botellón, sin beber alcohol y sin dejar todo hecho una porquería».