Desde la semana en la que terminaba junio y empezaba julio, cuando hubo 16, la ciudad de Cuenca no registraba un número tan bajo de casos de COVID-19 como los detectados del 6 al 12 de septiembre. De acuerdo a los datos difundidos este jueves por la Consejería de Sanidad, durante ese periodo se han registrado 27 nuevas infecciones en el municipio. Una cifra más parecida a las de la primavera y los primeros pasos del verano que a las que han marcado la tónica estival.
Respecto a la semana anterior, los casos se han reducido casi a la mitad. De 53 a 27. Es cierto que se trata de datos provisionales y la cifra definitiva sea ligeramente superior por los retrasos en la detección y comunicación, pero la diferencia es tan acusada que el cambio de tendencia es claro. Otro asunto es que se mantenga en el tiempo, porque en este estadio de la pandemia los vaivenes están siendo más recurrentes.
Si la comparación se realiza en términos interanuales, la conclusión es de guarismos muy parejos, casi idénticos. En el comienzo de septiembre del año pasado hubo 25 casos y ahora 27. Las diferencias de contexto son importantes entre una y otra época. Por un lado, por entonces todavía no había vacunas y en este momento la cobertura entre la población conquense es muy amplia. Por el otro, el nivel de limitaciones y restricciones es actualmente muy inferior, la actividad social se ha disparado y ahora previsiblemente domina la variante delta que, según apuntan autoridades sanitarias y científicos, es mucho más transmisible que sus predecesoras y tiene una carga viral 1.000 veces superior.
La incidencia acumulada a siete días se reduce a 49,4 casos por 100.000 habitantes. Traducido al ‘semáforo’ de los criterios del Ministerio de Sanidad supone «riesgo medio», el segundo de los cuatro escalones de alerta. Si se toma la referencia más canónica en epidemiología, a catorce días también por 100.000 habitantes, la tasa se sitúa en 146,4, también riesgo medio. Este parámetro lleva cuatro semanas consecutivas descendiendo.