Las celebraciones de bodas recuperan músculo en Cuenca tras dos años marcados por la Covid-19

El sector hostelero vinculado con las celebraciones de bodas y comuniones adelanta unas buenas previsiones de cara a la próxima temporada: "Ya tenemos reservadas muchas fechas"

La repentina irrupción del Covid-19 logró traspasar los diferentes ámbitos económicos y sociales para imponer una gran pausa en la mayoría de sectores de nuestro país. Cuenca no fue ajena a esta situación y, consecuentemente, el motor económico de la provincia también se vio directamente afectado. La hostelería fue uno de los grupos que más sufrieron esta anormalidad, tras las medidas emprendidas por las diferentes autoridades, muchos vieron cómo descendían sus ingresos tras la ausencia de clientes en sus espacios gastronómicos.

Las bodas son un claro revulsivo económico para los hosteleros que ofrecen sus servicios a aquellas parejas que deciden darse el ‘sí quiero’. Gracias a estas celebraciones, sus plantillas incrementan directamente proporcional al volumen de sus ingresos. La situación sociosanitaria generada por el Covid-19 en la región situó en el limbo a muchas parejas, obligando a muchas de ellas a retrasar este tipo de celebraciones.

El 2022 ha sido el año de la recuperación. También en el sector de las celebraciones de bodas, que han recuperado su músculo tras dos años marcados por el virus que dejó sin horizonte a muchas de las decisiones en los momentos más duros de la pandemia. El sector de la hostelería más vinculado a las celebraciones, confirman que este año la normalidad previa a la pandemia se ha impuesto entre quienes deciden materializar su matrimonio. «Este año se han hecho todas las reservas que había pendiente del año 2020 y del año 2021, hubo gente que sí hizo sus celebraciones bajo medidas más restrictivas duras, pero fueron los menos. El resto que decidió retrasar sus bodas y las han celebrado este año», señala María López, gerente del restaurante ‘La Playa de Cuenca’ y del restaurante ‘Pit´s’ de la capital.

Misma situación es la que describe Nacho Villanueva, gerente del restaurante Recreo Peral y del salón de bodas ‘La Moraleja’, que confirma que «se han celebrado las bodas con un poquito de resistencia por parte de la gente pero sin olvidar que el global de los invitados se han comportado con total normalidad a excepción de las personas mayores y personas con alguna patología, que han evitado acudir a las bodas de la misma forma que evitar estar en aglomeraciones o han pedido una mesa un poco más apartada. Sin embargo, por parte del restaurante, hemos seguido utilizando la mascarilla y hemos seguido ofreciendo geles hidroalcohólicos».

Tras la pandemia, muchas parejas decidieron buscar nuevas fechas para sus respectivas celebraciones, una situación que abocó a algunos espacios hosteleros a afrontar un exceso de demanda con el que tuvieron que lidiar con organización. «En nuestro caso, sólo damos una boda por cada fin de semana, entonces nosotros hemos tenido completa toda la temporada: desde abril hasta noviembre. Los salones de boda hemos llenado pero también nos hemos repartido entre todos la demanda que había y, aún así, ha habido gente que la ha pospuesto a 2023 porque no tenía la fecha que querían. Es decir, todavía no se han podido celebrar toda la acumulación que hubo desde hace varios años», señala Villanueva.

Presupuestos nupciales

La crisis económica como consecuencia de la situación sociosanitaria generada por la Covid-19 en la provincia también ha tenido repercusiones económicas en los bosillos de las familias y, por supuesto, en los presupuestos nupciales. Las parejas y los salones han experimentado diferentes cambios que ha terminado teniendo repercusión sobre estas celebraciones. Hay quienes sufrieron un varapalo en el presupuesto doméstico, pero también quienes ahorraron durante el confinamiento. Sin embargo, hay restaurantes que se vieron obligados a incrementar un porcentaje del presupuesto acordado tras el encarecimiento de los productos y la materia prima: «Nosotros hemos tenido la suerte de que no nos ha afectado mucho porque la gente no ha escatimado en la celebraciones, no ha habido un recorte en el precio de las bodas porque la gente tenía muchas ganas y además tenía sus previsiones para casarse en 2020 o después y se ha sabido ahorrar. Incluso conozco que otros salones han tenido que aplicar subidas por la subida de costes y la gente lo aceptó bien a pesar de que haber cerrado los gastos anteriormente», indica Nacho Villanueva.

No obstante, María López considera que «la gente ha apretado un poquito más porque antes las parejas iban con algo más de alegría en los presupuestos, pero ahora cuidan un poco más los precios para saber a dónde llegan y a dónde no llegan», quien además indica que la campaña de este año «ha sido muy positiva, no podemos decir que ha sido tan negativa como los dos años anteriores. Se ha hecho lo que no se ha podido hacer antes».

Previsión para 2023

De cara al próximo año, que pronto comenzará a dar sus primeros compases, el sector indica que las previsiones que manejan hasta ahora son bastante positivas. «De mayo a agosto ya lo tenemos todo completo, estamos hablando que estamos ya en un 75 por ciento para 2023, pero se debe principalmente a que solemos dar una boda por cada fin de semana. Y son cifras mejores que las que había en el contexto prepandémico y para el año que viene se prevé que va a ser igual de bueno que este, aunque nos va a costar un poco más completarlo porque en el 2022 la hemos llenado con las aplazadas del 2020 y el 2021», indica Nacho Villanueva.

En este sentido, para María López comparte que la próxima temporada «puede ser buena pero la gente todavía está cogiendo información y ya tenemos reservados algunos días, aunque de comuniones ya tenemos agobio porque ya se comienzan los primeros preparativos