Una parte importante de las investigaciones científicas es tener material biológico con el que poder descubrir una cura para cualquier enfermedad o el origen de la misma. Las plataformas para gestionar esas muestras son los biobancos, regulados por la Ley de Investigación Biomédica, con el fin de que puedan ser prestadas para esos fines y acelerar el proceso de aplicación a los pacientes. Uno de ellos por excelencia es el del Hospital La Fe en Valencia, que está coordinado por la conquense Raquel Amigo.
¿En qué consiste un biobanco?
Desde la parte formal, los biobancos están regulados por la Ley de Investigación Biomédica. En 2009, el Instituto de Salud Carlos III, que es la máxima autoridad que gestiona la investigación en nuestro país, dijo que era necesario que los hospitales de tercer nivel tuviera biobancos, es decir, los que aúnan la tecnología, la asistencia, la especialización y la investigación. Eran necesario para que la traslación de la investigación llegara más rápido a los pacientes. Es decir, que aquello que se investiga en los hospitales realmente se pueda aplicar más rápidamente a los pacientes y se beneficien.
¿Cómo se acelera ese proceso?
Son capaces de gestionar y acoger mucha cantidad de material biológico, de muy diferente tipología y de muy alta calidad para que en un momento determinado, cuando se necesite para una investigación, se de el material en condiciones adecuadas. La función esencial de los biobancos es gestionar ese material biológico donado por los pacientes para investigar.
¿Sois entonces como unos intermediarios entre los pacientes y los investigadores?
Sí, somos como una pieza intermedia entre los investigadores y los pacientes, que son los que dan este material biológico a las unidades hospitalarias. Los biobancos aseguran que el tratamiento de ese material se hace manera adecuada, que pueden ser muestras utilizadas para investigación como sangre, médula ósea, tejidos, orina, heces, cerebro, aorta… Aquí se obtiene de cada uno de ellos el material genético, los proteínas, etc, y nosotros lo ofrecemos a la comunidad científica para que lo utilice.
¿Por qué es importante?
Lo primero porque lo que intentamos hacer es que el material sea gestionado por una unidad que no es ni juez ni paz, es decir, no tiene conflicto de intereses. Porque en investigación, aquel médico que tenía acceso a las muestras investiga sobre el cáncer de mama por ejemplo, pero esa investigación le pertenece a la comunidad científica. El material es del paciente y por tanto, el beneficio que se obtenga de ese análisis tienen que retornar en él.
¿Ese material tiene que tener unas ciertas características o pasar algún filtro para que lo podáis gestionar?
Un requisito imprescindible es que el paciente haya consentido para el uso de ese material para investigación. Luego, puede venir cualquier material. En el biobanco del Hospital de la Fe decidimos previamente qué tiene que venir, qué es importante, porque la investigación es una inversión que se debe situar estratégicamente. Lo que recogemos tiene que tener interés científico. Hacia dónde se dirige la investigación en la actualidad. Todo aquello que sabemos que hay una población de pacientes, los cuales se pueden beneficiar de ello al igual que otros de cualquier parte del mundo, es ahí donde recogemos según la tipología. Vemos de qué se muere la gente en el mundo, pues hacia eso hay que dirigir la investigación. O qué es lo que provoca más gasto en el sistema sanitario.
¿Cuáles son las enfermedades que más recogéis?
Sabemos que el cáncer de mama si investiga mucho, también de ovario y de pulmón. Tenemos también de la unidad de psiquiatría, todo el tema de esquizofrenia, bipolaridad, trastornos de la conducta alimentaria… Todo lo neurodegenerativo, pues alzhéimer, ELA, párkinson… Hacia eso es donde nosotros vamos. Tratamos los servicios asistenciales que hay en el hospital y fuera. En este biobanco tenemos representación de todos los servicios del hospital. También tenemos un banco de cerebros que creamos en 2018, para poder dar respuesta a la investigación en enfermedades neurodegenerativas.
Sois uno de los biobancos de excelencia en el país. ¿Cómo habéis conseguido serlo y qué os diferencia de otros?
Este es un hospital puntero en España en muchas patologías y con un alto grado de pacientes en investigación. Eso nos ha creado un contexto y un ambiente propicio para poder generar valor a lo que hacemos. También este hospital tiene un instituto de investigación acreditado, que fue de los primeros en el país, y esa acreditación pasa por una evaluación muy exhaustiva por parte del Instituto de Salud Carlos III. Todas esas exigencias de calidad de las muestras, artículos, proyectos competitivos, europeos, de financiación, de ensayos clínicos… es lo que nos ha hecho posicionarnos en un ambiente que nos ha enriquecido, no es un trabajo único nuestro.
Además, tenemos un sistema de gestión de calidad implantado muy sólido, y eso provoca dar muestras de calidad y teniendo contenta a la gente, a los científicos, los clínicos y a la sociedad. Hemos hecho actividades para acercarnos a la sociedad y hemos participado en todas las iniciativas con asociaciones de pacientes, y por eso la gente cree en la donación de material y sabe que se tiene que hacer a través de biobancos.
¿Cuál ha sido vuestro trabajo mejor valorado?
Somos biobanco de referencia también de diferentes patologías a nivel nacional, uno es el banco nacional de fallos medulares. Somos el banco que lidera y centraliza todas las aplasias infantiles en España (desaparición de las células encargadas de la producción de la sangre en la médula ósea). Esto nos ha abierto muchas colaboraciones y posibilidades en participar en proyectos dentro de grupos internacionales. También hemos participado en un grupo internacional sobre pronósticos de síndromes mielodisplásicos, que es un cáncer hematológico. Han elaborado un índice pronóstico de uso universal en la estratificación del riesgo de este tipo de pacientes. Nosotros hemos sido el cuarto biobanco del mundo aportador en casos validados.
Hay otro proyecto sobre la detección del cáncer de próstata a través de un análisis del carácter olfativo de los perros. Ese proyecto nació en La Fe, en neurología, y todas las muestras las hemos gestionados nosotros.
¿Cuántas muestras podéis almacenar al año?
Al año conseguimos alrededor de unas 6.500 donaciones, es decir, unas 6.000 personas dan muestras al biobanco. Esto supone un stock de 250.000 muestras al año que están disponibles para investigar. Entre ellas se puede hablar de ADN humano, el microbiano (heces y orina).
¿Y esas muestran caducan?
No caduca. La ley de investigación biomédica nos dice que nosotros podemos conservar el material biológico durante el tiempo necesario para cubrir los fines para las cuales fueron recogidas. Pero los fines de la investigación no se sabe cuáles son, no podemos ponerle fecha. Ahora bien, sí que pueden llegar a perder calidad, pero las técnicas ómicas (secuenciadores) está cada vez más avanzado, podemos obtener información incluso de muestras muy degradadas.
A nivel personal, ¿cómo ha terminado una conquense coordinando esta plataforma en Valencia?
Yo soy de Cuenca capital y toda mi familia también. Mi madre es de Belmontejo y mi padre es de Minglanilla. Los dos son profesores y por circunstancias de la vida, cuando opositaron se mudaron a Valencia. Yo nací en Cuenca, pero nunca he vivido allí, aunque voy siempre que puedo. Salgo en la Hermandad del Descendimiento, he vivido las vaquillas, sus veranos en los viveros, la feria del libro… todo. Mis vacaciones y mis puentes han sido allí. Y llegar a este puesto nunca lo había pensado, porque yo soy ingeniera de formación, pero salió una convocatoria competitiva del Ministerio de Ciencia y me presenté. Fue un choque cultural tanto para el hospital como para mi que un ingeniero viniera, pero ya llevo 15 años aquí y estoy muy agradecida.
Incluso hace poco, en la Noche Europea de los Investigadores, yo quería hacer algo diferentes porque las actividades iban dirigidas a gente mayor. Por eso, yo elegí una obra de Pedro Mercedes y la enlacé con el trabajo que hacemos aquí en ciencia. Por eso a mi Cuenca la llevo en el corazón.