Muchos aspectos han cambiado en la pandemia del coronavirus desde que se declarara por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace dos años, pero hay uno que se mantiene esencialmente igual en todas las olas. La trayectoria es la misma, aunque , afortunadamente, inmunidad natural y vacunal y una aparente menor agresividad hayan cambiado las proporciones. Primero sube la curva de contagios, luego la de hospitalizaciones y más tarde de la de muertes Y el descenso acata ese mismo orden. En esta sexta onda en Cuenca se ha reproducido el mismo patrón: mientras febrero supera la cifra de un fallecimiento por COVID-19 al día en la provincia, el número de ingresados ya está por debajo de la treintena y los diagnósticos siguen en caída libre. Los datos más recientes desglosados por municipios ofrecidos por la Consejería de Sanidad constatan que del 7 al 13 de febrero se detectaron 271 positivos en la capital conquense.
La rebaja respecto a la semana anterior es de 214 diagnósticos, del 44%, y supone el quinto descenso de la serie. Es cinco veces menos la cifra que se alcanzó durante el pico de esta oleada, las 1.389 infecciones detectadas del 3 al 9 de enero. La curva está en niveles inferiores a los del comienzo de Navidades, aunque todavía duplica los puntos álgidos de la quinta ola.
La incidencia acumulada también cae a plomo. Retrocede más de 600 puntos hasta quedarse en 1.400 casos por 100.000 habitantes en catorce días. Es una tasa elevada para los criterios del Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas -a partir del umbral de 500 ya se considera riesgo muy alto- pero ya se asemeja al comienzo de la bajada de la segunda ola.