«En Cáritas, las personas no son números, cada una tiene un nombre y apellidos con sus problemas y necesidades»

Entrevista al nuevo director de Cáritas Diocesana de Cuenca, Luis Miguel Jiménez Patón

El nuevo director de Cáritas, Luis Miguel Jiménez Patón. FOTO: Esteban de Dios

Una llamada telefónica del obispo de la Diócesis, José María Yanguas, sorprendió a Luis Miguel Jiménez Patón (Cuenca, 1960) con una propuesta que le instaba a ponerse al frente de Cáritas en Cuenca. La idea le abrumó y dudó antes de aceptar. Le preocupaba no ser capaz de hacerlo bien. Días después, asistió al Congreso de Vocaciones en Madrid y allí ocurrió algo decisivo. En la misa de clausura, la homilía presidida por Luis Javier Argüello García, presidente de la Conferencia Episcopal, impactó profundamente a Luis Miguel. Tal fue su efecto que, en ese momento, sintió que no podía rechazar la llamada a liderar Cáritas y que debía cumplir con ella. Aún hoy, al recordar ese instante, las lágrimas asoman a sus ojos. Tras cuarenta años trabajando como taxista en la capital, Luis Miguel se vuelca ahora en el amor al prójimo a través de su labor en Cáritas. Lleva apenas dos semanas como director y se siente muy contento e ilusionado e inmensamente agradecido por el recibimientos de sus compañeros.

-¿Cómo ha sido dar el paso de ser taxista a asumir la dirección de Cáritas?

-Bueno, hace ya 41 años que comencé a trabajar como taxista, así que es algo que ha marcado mucho mi vida. Durante todo ese tiempo, he tenido contacto con mucha gente, he escuchado sus historias, y eso me ha enseñado mucho sobre la vida. La gente te cuenta sus problemas, sus alegrías, pero también te hace ver las dificultades y las carencias que existen en la sociedad. Mi relación con Cáritas comenzó hace unos 12 años, cuando empecé a colaborar con el proyecto del Economato Solidario de Emaús, en la Parroquia Cristo del Amparo. Recuerdo que en aquellos primeros días, estaba aún trabajando como taxista. Después de un tiempo, nos mudamos a la Plaza Sánchez Obrero, en el barrio de Las 500, que es donde viví desde que tenía dos meses. Fue un proyecto que me tocó mucho, y desde entonces no he dejado de colaborar. El año pasado, tras mi jubilación, el obispo me ofreció la oportunidad de tomar las riendas de Cáritas, algo que no esperaba, pero que acepté con mucha emoción. Me hizo sentir una gran responsabilidad, pero también una ilusión tremenda de poder hacer algo por los demás.

-¿Qué objetivos se ha marcado ahora que lidera Cáritas Cuenca?

Bueno, pues ahora que ya voy tomando poco a poco contacto con las distintas realidades, sí que hay varios objetivos. Tuve la oportunidad, el martes, de visitar el centro de alojamiento de urgencia, lo que siempre se le llama Albergue de Transeúntes. Las instalaciones presentan bastantes deficiencias y carencias. Uno de los objetivos es dialogar mucho con las administraciones para intentar conseguir un nuevo espacio, porque este albergue solamente tiene capacidad para diez personas. Y como digo, tiene problemas de humedad, por lo que debemos tratar de conseguir un espacio nuevo en una nueva ubicación, donde podamos tener más plazas para acoger a más gente. Vemos que aún hay personas durmiendo en la calle y nos gustaría mucho, a mí particularmente, pero también al equipo de Cáritas, conseguir que no hubiera nadie durmiendo en la calle y poder ofrecerles un espacio. Aunque se hacen mantenimientos pequeños, el estado de las instalaciones es deteriorado, y necesitamos más recursos y apoyo para lograr un centro más grande.

-Este es el segundo año que el Albergue de Transeúntes se llena y no se puede acoger a más personas. ¿Han trasladado la urgencia de esta situación al Ayuntamiento de Cuenca?

-La última reunión con el Ayuntamiento de Cuenca fue en diciembre, antes de las Navidades. El problema principal es encontrar un espacio adecuado para ubicar un nuevo centro de acogida urgente. Nos dijeron que están buscando un lugar adecuado, pero todavía no han encontrado un espacio. La capacidad sigue siendo limitada, lo que nos obliga a rechazar a personas que necesitan refugio, especialmente en noches frías o lluviosas. Es muy duro tener que decirle a alguien que no puede quedarse, especialmente cuando esa persona está en una situación extrema.

-Por la emoción con la que habla se podría deducir que sacar a la gente de la calle es una de sus principales aspiraciones como director de Cáritas…

-Sí, sin duda. Es vital sacar a las personas de la calle. Ellos son los últimos, aquellos que no tienen red de apoyo, trabajo ni ingresos, y a menudo tienen problemas de adicciones o enfermedades mentales. Son las personas más vulnerables, y como organización, tenemos que hacer todo lo posible para ofrecerles un espacio seguro. Actualmente hay en torno a 25 o 30 personas durmiendo en las calles de Cuenca, en parques o en infraviviendas. Es un dato que ha aumentado un poco en los últimos años, aunque no de manera alarmante, dado que Cuenca no es una gran ciudad. Pero el aumento de unas 5 personas al año es preocupante. Las personas que viven en la calle están en una situación límite. Si te paseas por las calles de Cuenca y ves a estas personas, sabes que son los más vulnerables, aquellos que no tienen a nadie que les pueda ayudar. Por eso es nuestra prioridad ofrecerles un refugio.

¿Cuáles son los objetivos de Cáritas en el resto de la provincia de Cuenca?

Otro de mis objetivos es trabajar mucho con las Cáritas rurales, porque quizá en Cuenca Capital sea más fácil, debido a la mayor infraestructura y al número de personas dispuestas a hacer voluntariado. Pero en el ámbito rural es más complicado, tienen menos infraestructura y menos personas que puedan dedicarse a esto. En los pueblos, normalmente se trabaja mucho en agricultura y ganadería, y quizá tienen menos tiempo disponible, pero eso no quiere decir que no haya pobreza, que no haya gente necesitada. Por tanto, tenemos que descubrir estos núcleos, como la zona de la Sierra, la Alcarria o la Mancha, y en cualquier sitio donde pueda haber un problema, debemos intentar llegar a socorrerles en lo que podamos. La administración está haciendo un trabajo importante en materia social, pero no puede llegar a todos los sitios. Ahí es donde Cáritas tiene que intervenir, haciéndolo visible, mostrando que Cáritas es la cara de la Iglesia para estar al lado de los más necesitados. Eso es algo que tenemos que hacer patente y hacerlo realidad, no quedarnos solo en palabras. Así que espero poder conseguir algunos de estos objetivos.

Además, otro objetivo es cuidar mucho a los propios trabajadores, a los donantes que tenemos y, sobre todo, a los voluntarios, porque considero que los voluntarios son el alma mater. En Cáritas se desarrolla muchísima actividad, no podemos tener tantos trabajadores como para abarcar todas estas áreas, y entonces deben ser los voluntarios quienes nos ayuden. En Cuenca tenemos un buen número de voluntarios, esa es la verdad, pero nunca viene mal si podemos ir aumentando su número.

«Lo que más me emociona es poder ver el impacto directo que tiene nuestro trabajo en la vida de las personas»

-¿Qué es lo que más le emociona de esta labor?

Lo que más me emociona es poder ver el impacto directo que tiene nuestro trabajo en la vida de las personas. Cada día, cuando entro en las instalaciones o hablo con los compañeros, me siento agradecido por la oportunidad de servir.

-En la actualidad, hay alrededor de 230 voluntarios en Cáritas Cuenca, una cifra que ha disminuido significativamente en los últimos años, principalmente desde la pandemia de Covid-19. ¿Cuál es la relevancia del voluntariado dentro de la institución?

Fundamental. Cuando una persona quiere ser voluntaria y viene a Cáritas, se le hace una entrevista y se le pregunta a qué se quiere dedicar. Aquí tenemos actividades como la recuperación y puesta en marcha de la ropa usada. Se lleva a cabo un proceso: se selecciona, se lava, se desinfecta, se repara, se hace alguna costura si es necesario y se pone casi a la perfección para volver a venderla. Esa es una de las áreas. También tenemos talleres de carpintería, electricidad, y en algunos casos, de fontanería. Y si pudiéramos, me marcaría como objetivo implantar algún otro curso para personas que estén sin empleo, ayudándoles a formarse para su posible reincorporación al mercado laboral. Además, acompañamos a personas que pueden tener problemas de alcoholismo, drogadicción, maltratos o que están sufriendo trata, que es un problema tremendo en nuestra sociedad. Estas áreas, junto con otras muchas que ahora mismo no recuerdo, son parte del trabajo que hacemos y del que hacen los voluntarios.

-¿El perfil de las personas que piden ayuda en Cáritas Cuenca ha cambiado en los últimos años?

-Sí, ha cambiado. Aunque siempre hemos dicho que tener trabajo no significa que se cubran todas las necesidades, la realidad es que muchas personas con empleo siguen necesitando ayuda. El perfil de quien pide ayuda ahora es diferente al de hace unos años. Trabajamos mucho para que las personas tengan empleo, ya que es la mejor forma de dignificar su situación. Sin embargo, en la actualidad, tener un trabajo, incluso a jornada completa, con un sueldo de unos 1.200 euros, no siempre cubre todas las necesidades de una familia. Si tienes que pagar 600 euros de alquiler y cubrir otros gastos como comida, ropa para los niños, material escolar, y en algunos casos, medicamentos, el sueldo no llega. Por eso surgió el proyecto del Economato, donde las personas solo pagan el 25% del coste de su compra, y el resto lo cubre la parroquia que los deriva allí.

-¿Qué tipo de situaciones viven las personas que acuden al Economato?

Muchas personas nos cuentan sus problemas personales y sus dificultades. Hay quienes nos explican que, a pesar de trabajar a tiempo completo, no les alcanza el dinero. Tienen hijos, deben pagar alquiler, servicios básicos y otros gastos esenciales. Algunos incluso tienen problemas de salud graves. Gracias al Economato, podemos ofrecerles alimentos y productos básicos a precios reducidos, pero también les ayudamos con otros gastos, como medicamentos o facturas.

-En la provincia de Cuenca existen un total de 26 Cáritas parroquiales. Ocho de ellas están en la ciudad de Cuenca y el resto están en los pueblos. ¿Cómo se canaliza la ayuda en los pueblos pequeños?

En los pueblos más pequeños, los sacerdotes a menudo actúan como enlace entre las personas necesitadas y Cáritas. Nos avisan de situaciones de necesidad, y automáticamente nos ponemos en contacto para ver cómo podemos ayudar. Por ejemplo, recientemente, Mari Paz y Trini, dos compañeras de Cáritas, estuvieron en el pueblo de Mira, que fue muy afectado por la dana de octubre. Ahí, las familias han sufrido graves daños tanto en sus viviendas como en su maquinaria agrícola, y aún siguen necesitando ayuda.

Luis Miguel Jiménez Patón en un momento de la entrevista. FOTO: Esteban de Dios

-¿Qué labor lleva a cabo Cáritas en la ayuda a las personas afectadas por la dana en Mira?

La situación en Mira es muy grave. Muchas familias lo han perdido, tanto sus viviendas como los bienes de trabajo. Con el tema de Mira estamos teniendo dos líneas de trabajo. La primera fue atender la emergencia, la primera fase, que era cubrir las necesidades básicas como higiene, agua, calefacción con el tema de calefactores y medios para la limpieza. Una vez que esa primera fase terminó, los seguros han ido respondiendo. También la Fundación Amancio Ortega dotó de una ayuda bastante importante al ayuntamiento para que lo destinase a las familias. Y ahora estamos también nosotros dando respuesta a las situaciones de cada familia. Las situaciones son muy diferentes. Tú, yo, cualquiera de nosotros que tenemos una vida más o menos normalizada con nuestro trabajo, nuestra casa, con hipotecas o sin hipotecas, en cinco minutos te has quedado sin nada. La ayuda ahora se centra en rehabilitar las viviendas. Cada familia tiene una situación diferente y, dependiendo de lo que cubra el seguro, algunos necesitan más ayuda que otros. En algunos casos, el seguro cubre solo una parte, como el cuarto de baño, pero no el mobiliario o las ventanas, y en esos casos Cáritas puede ayudar. Estamos comenzando a ayudar y estamos empezando a analizar cada situación de cada familia. Aún no podemos decir un número exacto, porque estamos empezando a trabajar en ello.

-De 2024 aún no se dispone de cifras, pero ¿Cuál es el número de personas a las que ayudó Cáritas en 2023?

En 2023, hubo 242 personas voluntarias y 10.896 personas beneficiarias. Es importante remarcar que cuando una persona se beneficia, la ayuda que recibe no es solo para ella, sino también para su familia, como su marido e hijos. Esto se refleja en la inversión total, que incluye áreas como Economía Solidaria, cursos de formación, becas, inclusión social y recursos residenciales. En total, 32 personas viven en los recursos residenciales y 10 personas en el albergue.

-¿Qué área dentro de Cáritas enfrenta mayores dificultades actualmente?

-El área de inclusión, sin duda. Tenemos 32 plazas y siempre están ocupadas. Si tuviéramos 50, también lo estarían. La demanda ha aumentado y hay lista de espera. Además, las familias lo tienen aún más difícil porque acceder a una vivienda es prácticamente imposible para ellas.

-En el centro residencial para familias de Cáritas Cuenca, la estancia puede prolongarse hasta 18 meses. Anteriormente, comentaba que tanto el Albergue para Transeúntes como este centro estaban al completo. ¿Es el acceso a la vivienda uno de los problemas más acuciantes en la sociedad conquense hoy en día?

-Sí, muchísimo. No sólo en la ciudad, sino también en pueblos grandes como Tarancón, donde tener una vivienda se ha convertido en un privilegio en lugar de un derecho. Las personas que han logrado salir de la calle, formarse y encontrar trabajo se encuentran con la barrera de que no hay viviendas disponibles o los precios son inaccesibles. Muchas familias viven en habitaciones alquiladas porque no pueden permitirse una vivienda completa. En algunos casos, estas habitaciones cuestan entre 300 y 400 euros. Además, hay propietarios que prefieren no alquilar a familias con hijos, lo que dificulta aún más la situación. Algunas familias acaban viviendo en locales comerciales reacondicionados por la falta de alternativas.

«Queremos vencer las barreras burocráticas para que la ayuda llegue sin límites«

-¿Qué es lo más duro para las personas que trabajan en Cáritas, quienes están aquí todos los días viendo estos casos?

-Lo más duro es tener que negar una ayuda. Cuando alguien viene a solicitar apoyo, se estudia su caso y si no hay posibilidad de ofrecerle lo que necesita, es realmente difícil. Se nos parte el corazón. Hay casos que nos han conmovido profundamente, porque la impotencia de no poder ayudar es desgarradora. Nuestro lema es «Allí donde nos necesitas, abrimos camino a la esperanza», pero cuando no podemos dar esa esperanza, es muy duro. Cada persona que atendemos tiene una historia. No son números, son Juan García Fernández, Adela García Jiménez, cada uno con sus problemas y necesidades. Hay quienes han caído 17 veces y 17 veces les volveremos a tender la mano, porque somos Iglesia y ellos son los preferidos de Jesús. Para nosotros, son lo prioritario. Muchas veces nos dicen: «¿Cuántas veces habéis ayudado a fulanito?». La respuesta es: todas las que sean necesarias.

Para Luis Miguel, su visión de Cáritas se resume en «dar amor al prójimo». FOTO: Esteban de Dios

-¿Cuál es su mayor anhelo como director de Cáritas Cuenca?

Que nuestro lema sea una realidad: «Allí donde nos necesitas, abrimos caminos». Queremos vencer las barreras burocráticas para que la ayuda llegue sin límites. El propio Papa Francisco nos ha recordado que no debemos ser burócratas, sino hermanos. Queremos que quienes se acercan a Cáritas sientan nuestra cercanía y solidaridad.

-Si tuviera que definir en una palabra su visión de Cáritas, ¿Cuál sería?

-Amor. Amor al prójimo. Esa es la esencia de lo que hacemos.

-¿Qué mensaje daría a los voluntarios, trabajadores y benefactores que sostienen la labor de Cáritas?

-Que no se desanimen ni desfallezcan. Y que quienes sientan la curiosidad o la necesidad de conocer el voluntariado, que se acerquen. Pueden ayudar en muchas formas, incluso en sus propias localidades. Necesitamos manos y corazones dispuestos a servir.

-¿Un mensaje final para terminar?

-Solo expresar nuestra gratitud a las personas que confían en nuestra labor. Desde los que donan 60 céntimos hasta quienes hacen aportaciones mayores, todos son importantes. Cáritas se financia principalmente a través de la Iglesia y también de fondos públicos, pero el apoyo de nuestros socios y donantes es fundamental. Gracias de corazón. «Ayúdanos a ayudar». Con vuestra colaboración, podemos seguir transformando vidas.