El Hotel Torremangana cumple esta Semana Santa su cincuenta aniversario, unas bodas de oro que marcan una época en la que ha sido un referente de la hotelería, naciendo una instalación que no existía en la ciudad y que supuso un avance hacia la modernidad y una apuesta por el turismo.
Corría el año 1968 cuando un grupo de emprendedores tomó la iniciativa de construir un establecimiento hotelero que dotara a la ciudad de Cuenca de una infraestructura que hiciera destacar a la ciudad. La idea, fruto del tesón de Emilio Gómez Huerta, visionario para su época de la importancia de crear una infraestructura hotelera de semejante envergadura para la ciudad de Cuenca; fue seguida por un grupo variopinto de inversores. Entre ellos, destaca la importancia que tuvo la participación desde aquellos orígenes de Manuel Abascal Peñaranda, que se convirtió en el promotor que encabezó la iniciativa empresarial para que la misma pudiera llegar a buen fin.
Manuel Abascal Peñaranda desde siempre destacó por su amor a su tierra y la historia de la misma y, sobre todo, por su puesta en valor de la experiencia empresarial que se había forjado en el sector hotelero a nivel nacional e internacional.
Fue en la Semana Santa de 1971, también en el mes de abril como la de este año, cuando el Hotel Torremangana abrió sus puertas a la sociedad conquense en particular y al mundo en general. Capitaneado por su impulsor Emilio Gómez Huerta, que fue director del establecimiento durante sus primeros años; sus salones, restaurantes, bares y habitaciones han sido testigos de los avatares de cincuenta años de la historia, cultura, arte y acontecimientos sociales de la ciudad.
Desde sus inicios el Hotel Torremangana, de la mano de su fundador Manuel Abascal, se convirtió en un bastión imprescindible para la promoción del turismo en y para Cuenca, siendo una de sus máximas mantener siempre la mejor calidad del servicio, de ahí uno de sus eslóganes promocionales más conocidos: ‘Siempre en constante renovación’.
Tiempos difíciles
Renovación y modernización de las instalaciones que se puede comprobar hasta en estos inciertos días en los que celebra sus bodas de oro. La cruel pandemia ha hecho mella de manera especial en el mundo de la hostelería y en especial a los hoteles, siendo el Torremangana, por su envergadura empresarial, uno de los mayores damnificados.
A pesar de todas las vicisitudes, el Hotel Torremangana, tras haber cumplido sus primeras cinco décadas de vida, se enfrenta a estos duros momentos que nos está tocando vivir con la certeza y el ánimo de seguir siendo el mismo referente en el sector hotelero conquense y de mantener a la altura que se merece el pabellón de la promoción turística de ciudad.