El edificio situado en el número 2 del Paseo de San Antonio de Cuenca ha sido incluido en la Lista Roja del Patrimonio de Hispania Nostra, alertando sobre su grave estado de conservación y el peligro de su desaparición. Esta construcción, datada en 1920, ocupa un lugar destacado en el desarrollo urbanístico del sur de la ciudad, en el origen del barrio de Casablanca, junto a la antigua carretera de Alcázar, un eje clave en el crecimiento de Cuenca hacia esa zona.
El inmueble, que cuenta con dos alturas y un bajo comercial en chaflán, se distingue por su arquitectura vernácula, propia de la época. Su estructura modesta y tradicional está compuesta por muros de piedra de color amarillo pálido, tejar de barro cocido y rejería de hierro en los balcones, características que confieren al edificio un valor histórico y arquitectónico significativo. Además, su ubicación en el cruce entre la calle Diego Jiménez y el paseo de San Antonio lo convierte en un punto representativo de la identidad de la ciudad.

Sin embargo, a pesar de su valor patrimonial, el edificio carece de protección legal específica, lo que ha facilitado su progresivo deterioro. En la actualidad, el inmueble se encuentra abandonado y en un estado de conservación cercano a la ruina. Desde hace más de diez años, se ha venido barajando la posibilidad de su demolición, pero hasta la fecha, la situación sigue sin resolverse.
La inclusión de este edificio en la Lista Roja de Hispania Nostra pone en evidencia la urgente necesidad de proteger y conservar este tipo de construcciones, que forman parte del patrimonio civil de la ciudad. La organización, que lucha por la preservación del patrimonio histórico en riesgo, espera que esta inclusión impulse una acción inmediata por parte de las autoridades competentes para evitar la pérdida de un inmueble que, a pesar de su deterioro, sigue siendo un testimonio del Cuenca del siglo XX.
Este caso resalta la fragilidad de muchos edificios históricos en Cuenca y en toda España, que, sin una adecuada protección legal, corren el riesgo de desaparecer. La preservación del patrimonio arquitectónico y cultural requiere un esfuerzo conjunto entre instituciones y ciudadanos para garantizar que estos inmuebles, cargados de historia y tradición, no se pierdan irremediablemente.