La solución para la iglesia de San José Obrero, a punto de cumplir dos años cerrada por desprendimientos, parece más próxima tras la reunión mantenida recientemente entre el alcalde, Darío Dolz, y representantes de la parroquia y de la Asociación de Vecinos de las Quinientas.
El párroco, Joaquín Ruiz, se ha mostrado optimista tras la entrevista mantenida recientemente con el primer edil. «En ella se nos dijo que el día 15 de noviembre se produciría la segregación y el día 25 de noviembre se llevaría a próximo Pleno para conceder la cesión y que el Obispado hiciese las obras. Porque propusimos al Ayuntamiento hacernos cargo del gasto de la obra y de las reparaciones aunque el inmueble es de propiedad municipal».
En diciembre de 2019 se tomó la decisión de cerrar la iglesia tras la caída de cascotes que podían resultar peligrosos. El problema desde entonces es que toda la actividad parroquial se ha tenido que realizar en los salones, al no disponer de iglesia. «Los salones sólo tienen un aforo de 50 personas y todo se vio afectado. Las catequesis las tuvimos que dividir en tres días y otras cosas no se podían hacer. Por ejemplo, el coro no podía entrar en la misa y al ser un espacio pequeño la gente tenía cierto miedo. Así llevamos desde el 4 de diciembre de 2019», señala el párroco.
Estas mismas fuentes apuntan que el problema radica es que resultaba necesaria la segregación de la iglesia para poder actuar porque «la parroquia junto con todo el barrio era de titularidad municipal. El asunto es que había que segregarlo ya que campo de fútbol, las escuelas, el archivo y la iglesia…eran como una sola parcela y ese proceso se ha demorado durante año y pico. Todavía no se ha realizado un estudio detallado de lo que costarán las reparaciones de la iglesia porque no sabíamos si se iba a ceder. Ahora parece que hay buena voluntad y creemos que puede materializarse»
De hecho, Joaquín Ruiz considera que «esta vez será la buena y es que ya llevamos dos años. En este tiempo ha sido una pena porque los entierros no se han podido hacer dignamente. Las comuniones hemos tenido que hacer con un máximo de dos niños y 25 personas por familia, matrimonios no hemos podido celebrar ninguno….Todo esto ha causado un deterioro en el vida parroquial y un enfado en la gente. Ahora parece que está encauzado el asunto pero la gente está un poco escéptica».