¿La ciudad de Cuenca gana o pierde población? La respuesta depende de la fuente que se utilice para contestar. Según el censo más reciente publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), y tal como ha venido contando Voces de Cuenca, del 1 de enero de 2022 al de 2023, bajó de 53.758 a 53.630 habitantes. Es decir, se dejó 128 residentes. Es, según este conteo, una de las cuatro únicas capitales de provincia españolas que merman su tamaño demográfico. Sin embargo, según los datos del padrón municipal revisados por el INE, la ganó. La actualización de las cifras oficiales de población publicadas el 26 de diciembre y basadas en este método apuntan que la urbe conquense pasó en el mismo periodo de 53.389 habitantes a 53.512. O lo que es lo mismo, creció en 123 habitantes.
En el conjunto de la provincia ambas fuentes coinciden en registrar un crecimiento poblacional, pero también hay diferencia en las cifras absolutas. Así, según el censo el territorio conquense empezó el año pasado con 198.436 habitantes (+ 1.796), pero según el padrón la cifra fue de 197.139 (+1.924).
¿Cuál es más fiable?
El motivo de estas discrepancias es que, aunque censo y padrón miden lo mismo, la población, no lo hacen exactamente de la misma forma ni para los mismos fines. El propio INE explica en su web corporativa que el censo de Población «tiene carácter estadístico y su objetivo es proporcionar información sobre él número y la distribución de las principales características demográficas y sociales». Por su parte, «la finalidad del Padrón es puramente administrativa, acreditar la residencia en un domicilio, y sus datos son, por tanto, de carácter nominal».
El Censo de Población ofrece una foto fija de la sociedad en el momento de su realización. El padrón es un registro vivo, que se va actualizando según las personas nacen, cambian sus características (domicilio, nivel de estudios, etc…) o mueren.
¿Cuál es más fiable o más fiel a la realidad?. No hay respuestas tajantes porque dependen de cada caso. Unas son consideradas cifras oficiales por el Estado, pero desde el Instituto de Estadística de Cataluña se apunta en un glosario que «en el Censo se aplican procedimientos estadísticos que permiten recontar mejor la población y sus características que el padrón de habitantes». Además, el sistema de producción de información demográfica basado en registros administrativos ha permitido que el censo de población deje de ser una estadística decenal y desde 2021.
En la misma línea, Dirk Godenau y Sebastián Arteaga Herrera, del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de La Laguna, señalan en un artículo al respecto que «los manuales demográficos destacan a los Censos como la fuente más fiable en el estudio de la población, al tratarse de una operación de recuento con cobertura completa que es independiente de las prácticas de registro de las Corporaciones Locales».
La fuente principal de dificultades en la fiabilidad censal reside en las posibles omisiones, particularmente en caso de personas que se encuentran ausentes en el momento censal. Los residentes ausentes son parte de la población residente y el censo los debería recoger, apuntan. También añaden al respecto que «los censos tienden a una ligera infraestimación de la población».
Respecto al padrón, como factores que apuntan a su fiabilidad destacan que «se trata de registros gestionadas por las Administraciones Locales con finalidades múltiples entre las que la demográfica no ocupa un lugar destacado».
Agregan que «aparte de las altas y bajas por nacimiento, defunción, inmigración o emigración, las Corporaciones Locales pueden realizar altas “por omisión” o bajas “por inscripción indebida”, no vinculadas a estos sucesos demográficos.
Inciden asimismo estos autores en que «los Ayuntamientos normalmente tienen interés en que su población sea amplia, porque una mayor población implica mayores recursos». En este sentido, «las Corporaciones Locales son juez y parte en esta cuestión. Las negociaciones entre INE y Ayuntamientos sobre las poblaciones municipales sistemáticamente cuenta con la posición alcista de la Administración Local, mientras que el INE pretende modificar los registros a la baja».
Los errores que se suelen citar como fuente de una población artificialmente mayor son diversos: «el exceso de registros por falta de baja (defunción, emigración), la duplicidad en registros por altas ficticias (altas por omisión derivadas de “errores” en el DNI o el año de nacimiento), y el empadronamiento de personas que no son residentes en ese municipio», concluyen.