La semana del 30 de agosto al 5 de septiembre fue la última en la que se diagnosticaron más de 30 casos de COVID-19 en la ciudad de Cuenca. En aquel periodo la Consejería de Sanidad registró exactamente 53 y, desde entonces, las cifras que viene ofreciendo cada jueves la institución en sus informes hebdomadarios nunca han superado la treintena.
En estos más de dos meses ha habido oscilaciones en los contagios de pequeña magnitud en términos relativos: alzas y bajas que han dibujado dientes de sierra, o más bien la rugosidad de una lima, pero cuyos picos máximos se han quedado en 29 infecciones semanales.
En la última actualización, publicada este jueves, Sanidad revela que del 1 al 7 de noviembre detectó 17 casos en la capital conquense, una media de 2,42 al día. Supone una leve bajada respecto a la semana anterior, cuando se contabilizaron 27 y una situación análoga a la que se vivía a mediados de octubre o finales de noviembre. Las autoridades sanitarias regionales no ofrecen información acerca de cuántos de estos nuevos infectados estaban vacunados y cuántos no u otros detalles como edad, sexo y presencia de síntomas.
La tasa de incidencia se sitúa en 31,08 casos por 100.000 habitantes a siete días. De acuerdo a las clasificaciones estipuladas por el Ministerio de Sanidad eso significa que la ciudad está en «riesgo medio», el segundo de los cuatro niveles de alerta existentes, pero muy próxima a cambiar a la categoría de «riesgo bajo».
La mayoría de los epidemiólogos suelen preferir el dato a 14 días vista porque, aunque no es tan inmediato, ofrece una versión más de conjunto y en él no se notan tanto los posibles sesgos por el retraso en la detección y notificación. Esa tasa sube hasta los 69,57 casos por 100.000 habitantes. También es riesgo medio en el criterio taxonómico ministerial. La ciudad lleva ya siete semanas por debajo de los 100 en este índice.