La cresta de la sexta ola de la pandemia del coronavirus se alcanzó en la ciudad de Cuenca entre el 3 y el 9 de enero, cuando se diagnosticaron 1.389 positivos. Desde entonces la curva no ha hecho más que bajar, aunque se ha ido manteniendo en registros de récord, de los que no había antecedentes ni siquiera en los picos de la segunda y tercera onda (en la primera la Consejería de Sanidad aún no desglosaba los datos por municipios, por lo que es imposible comparar) hasta que en el último reporte ya se sitúa en niveles de contagios similares a los del invierno del año pasado.
Así, del 31 de enero al 6 de febrero se han contabilizado 469 infecciones en la capital conquense. La cifra -que seguramente se revise ligeramente al alza la próxima semana, una vez refinados los datos de Sanidad- supone el cuarto descenso semanal consecutivo (-136) y unos números muy parecidos a los que hubo al comienzo de las reciente Navidades o durante la tercera semana de enero de 2021, mientras la segunda ola comenzaba su descenso.
La incidencia acumulada a 14 días por 100.000 habitantes -un parámetro cada vez más cuestionado pero que sigue siendo una de las referencias de las autoridades sanitarias para calibrar la evolución epidemiológica- desciende en una semana en casi un millar de puntos. De 2.980 a 1.989 considerable bajada pero insuficiente para abandonar el estadio de alerta 4 o riesgo muy alto, el más alto existente, en la taxonomía establecida por Ministerio de Sanidad y comunidades autónomas.
