El colegio «Fray Luis de León» de la capital conquense tiene en marcha el Programa de Alumnado Ayudante a partir de 1º de Primaria a través del cual los alumnos y alumnas aprender a resolver los conflictos por sí mismos. Se trata, en definitiva, de una ‘escuela de vida’ en la que forman parte de la solución del problema y, de forma paralela, ayudan a detectar y prevenir los que pudieran surgir.
Este es el cuarto curso en el que este programa se pone en funcionamiento en el centro conocido todavía por muchos conquenses como ‘La Aneja’ por su vinculación y proximidad al desaparecido edificio de la Escuela de Magisterio. En 1º, 2º y 3º de Primaria todos los niños y niñas de la clase participan como alumnado ayudante. Se van rotando y cada semana hay dos, normalmente chico y chica. Elena Vellisca, jefa de Estudios y Coordinadora del centro, explica que «durante esa semana, en los recreos, están para ayudar a resolver los conflictos que pudieran surgir o que les puedan comunicar sus compañeros. Suelen ser cosas muy básicas. Se trata de que les cuenten qué ha ocurrido y que intenten solucionarlo de forma pacífica. Cuando hay algo que se les escapa, acuden al profesor. Se trata, sobre todo, de que intenten dialogar y que se den cuenta de que los conflictos se pueden solucionar hablando». Otra de las funciones es ayudar a integrarse a quienes llegan nuevos al centro.
En 4º, 5º y 6º la clase elige a los cuatro alumnos ayudantes para todo el curso. «Les dábamos un chaleco o un brazalete para distinguirlos. Pero este año no lo hacemos por las restricciones de la COVID. Una vez al trimestre quedamos, comemos juntos y hacemos una formación, dinámicas de grupo, vemos un video… Este año también está condicionado por la pandemia. No se trata de que estén vigilando porque tienen que jugar y divertirse igual pero los compañeros saben que pueden acudir a ellos para resolver algún conflicto», señala.
La jefa de Estudios señala que pusieron en marcha el Programa de Alumnado Ayudante «no porque hubiese conflictos significativos sino para que hubiese un buen clima de convivencia en el centro y porque es algo que a los chicos les gusta y que hace que se impliquen más. En definitiva, creo que el centro funciona mejor. Son más conscientes de que hay conflictos que se pueden solucionar y que ellos pueden ayudar a ello. Y que hay cosas que puede hacer o decir a un compañero que les pueden hacer daño y antes ni se lo planteaban. A veces se detectan algunas cosas que en principio son pequeñas pero se pueden hacer más grandes. Si lo detectas pronto, evitas que vaya a más».
Buzones de convivencia
Las iniciativas puestas en marcha para favorecer la tolerancia y el entendimiento en el «Fray Luis de León» incluyen la instalación de dos buzones de convivencia para que los chicos «pueden dejar de una forma más privada o anónima si han tenido algún problema. Si han observado que se meten mucho con un niño, por ejemplo, y no se atreven a contarlo pues lo escriben en un papel y lo dejan. Cada quince días, aproximadamente, en un recreo nos juntamos, abrimos ese buzón y leemos lo que hay para intentar dar soluciones. Es cierto que se solucionan cosas y los chicos están pendientes».
Vellisca apunta que «no suelen ser conflictos serios. Puede ser desde el que ha recibido un balonazo y se enfada hasta el que dice que le han insultado….Muchas veces abordamos el tema del acoso y les hacemos ver que los observadores pasivos también tienen importancia y que no hay que dejarse llevar por reirle las gracias a otros». Por último, el centro también dispone en el patio del Banco de los Amigos al que puede acudir quien lo necesite. «Si llega un niño nuevo al cole, alguno que no tiene con quien jugar porque no han venido sus amigos…se sientan y los demás ya saben que necesita ese día amigos».