El presidente del Ejecutivo autonómico, Emiliano García-Page, recela de la utilidad de aplazar la vuelta presencial al colegio -prevista inicialmente para el lunes 10 de enero- para frenar o mitigar la sexta ola de la pandemia del coronavirus y sus consecuencias. En una rueda de prensa tras la Comisión de Salud Pública y Vacunación, ha mostrado sus dudas sobre esta medida que plantean otras comunidades autónomas y que se ha decidido ya en países como Portugal.
«La situación es mucho mejor que la que había cuando se regresó a las aulas en septiembre de 2020. Ahora tenemos mucha más experiencia en medidas de protección y se está vacunando a los niños, algo que para entonces ni se planteaba», ha argumentado tras una pregunta de los medios de comunicación.
«Ya saben cuál es mi opinión desde el principio de la pandemia», ha continuando, remarcando que para él «la educación de calidad es la que se hace viendo y mirando el rostro de los niños, de manera presencial, por muchos ordenadores o pantallas digitales de las que dispongamos». En esa línea, ha enfatizado que «todavía está por evaluar» el impacto que ha tenido en la educación y el desarrollo infantil el periodo de educación online del primer confinamiento.
Sus dudas también tienen que ver con la falta de otras medidas. «Sería extraño que no apliquemos restricciones en ámbitos como la hostelería y sí lo hiciéramos en la educación. Que los niños no pudiesen ir a clase y sí que estuvieran por ahí reuniéndose en otros ámbitos».
No obstante, a pesar de esa postura inicial, el presidente castellano-manchego ha asegurado que aceptará y aplicará lo que se decida conjuntamente en la la comisión que el próximo día 4 de enero reunirá a los titulares de los Ministerios de Sanidad, Educación, Universidades y Política Territorial con los consejeros de estas áreas de todas las comunidades autónomas.