El Gobierno de Castilla-La Mancha se suma hoy a la jornada de visibilización de la jota que se va a desarrollar en todo el país para que este género musical sea reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Bajo el hastag #yoapoyolajota, desde las redes sociales de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, se va a apoyar que la jota sea reconocida, en primer lugar, como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de España y como paso previo para que posteriormente pueda ser presentada la candidatura ante la Unesco.
Se ha elegido este día 15 de agosto ya que es una jornada festiva en todo el país en el que numerosas localidades celebran sus fiestas mayores en las que tienen lugar numerosas actividades de carácter festivo, musical y tradicional.
Determinadas fuentes sitúan en Valencia los antecedentes de la jota, que se pueden deber a bailes de índole religiosa en su expresión tocada o cantada, sabiéndose de su existencia desde el siglo XVIII, aunque hasta el siglo XIX no es un género consolidado en toda España, siendo actualmente el más difundido del repertorio tradicional español de música popular, por lo que constituye un activo esencial del patrimonio cultural español.
El estilo de la jota en cada lugar de España es diferente y también lo es en Castilla-La Mancha, donde este género está presente en el patrimonio folclórico de numerosos pueblos de las cinco provincias de la región, muchas veces bajo la forma de jotillas o emparejadas a otros bailes como las seguidillas.
Referencias a las jotas de Castilla-La Mancha
En cuanto a las jotas de Castilla-La Mancha, aparecen referencias en el ‘Fondo de música popular o tradicional’ del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) que alberga más de 25.000 melodías copiadas en papel y recogidas en su mayor parte entre 1944 y 1960 por toda España, entre ellas de las cinco provincias de Castilla-La Mancha.
También hay grabaciones de campo en español del etnomusicólogo estadounidense, Alan Lomax, considerado como uno de los más grandes recopiladores de canciones populares del siglo XX y que fueron realizadas en 1952 en distintos puntos de España, incluida Castilla-La Mancha.
Igualmente aparecen referencias a la jota en publicaciones como ‘Danzas populares de España: Castilla La Nueva’ de Manuel García Matos; el ‘Cancionero Musical Manchego’ de Pedro Echevarría; ‘Cancionero de la provincia de Albacete’ de María del Carmen Ibáñez; ‘Cancionero de la provincia de Cuenca’ de José Torralba; ‘Antología del folclore manchego’ de Luis Prado y Antonio Luengo; ‘Danzas, rondas y música popular de Guadalajara’ de Antonio Aragonés; y ‘Folclore toledano: canciones y danzas’ de Mari Nieves Beltrán.
Muchas son las localidades de Castilla-La Mancha donde las jotas tienen su presencia, como la Jota de Mondéjar; Jota de Ánimas o Pujas de Miguel Esteban; Jota de Vendimia de Alcázar de San Juan; Seguidilla-Jota de La Roda; Jota de Las Pedroñeras; Jota de Novios y Ronda de Maya de Alcoronches; Jota del Sombrero de La Puebla de Montalbán; Jota de Santa Lucía de El Bonillo; Jota de Huete; o Jotilla de Moral de Calatrava, entre otro gran número de ejemplos.
La Federación Castellano-Manchega de Asociaciones de Folklore, que cuenta con 71 agrupaciones federadas, prosigue la labor de recogida de información y divulgación de los materiales del folklore castellanomanchego.
Y para hacerse una idea del voluminoso y rico Patrimonio Inmaterial que supone la jota en Castilla-La Mancha, a las incluidas en los cancioneros, grabaciones y archivos mencionados, habría que sumar un número aproximado de 200 piezas de jotas de variados estilos y temáticas con una gran cantidad de ejemplos literarios que integran el repertorio de los referidos grupos.
Por otra parte, las escuelas de folklore, los grupos de coros y danzas y otros colectivos de música y danzas tradicionales, son garantía de continuidad y pervivencia de la jota, con miles de ejecutantes de este tipo de baile, música y canto en Castilla-La Mancha.
En algunas asociaciones de coros y danzas, así como en grupos folklóricos, hay sagas familiares con hasta cinco o seis generaciones consecutivas en la transmisión y salvaguardia de la jota, como por ejemplo la familia Guzmán Fernández, en Alcázar de San Juan.