Juan Clemente Gómez
LITERATURA INFANTIL
Ogrobello.-Autor :Fabrizio Silei.-Ilustrador:Fabrizio Di Baldo.- Editorial Edebé
Ogrestes es el alcalde de la ciudad de Ogrídea (que, aunque lo parezca, no tiene nada que ver con las flores, para que lo sepáis) y es el ogro más ogro de todos. Sus eructos son tremendos; sus pedos, pestilentes y estruendosos; no se lava nunca los dientes y sus sobacos huelen a pescado putrefacto, 4 tanto que notas que llega con su todoterreno aunque esté a dos kilómetros de distancia. Muchos creen que se trata del camión municipal de la basura, pero es el alcalde con el brazo apoyado en la ventanilla abierta. Por no hablar de lo que le huelen el aliento y los pies. Pero todo eso que nosotros los humanos vemos como defectos, en Ogrídea son méritos. Las ogresas se mueren por él, y su mujer, Ogralea, está celosísima. (A partir de 8 años)
Diario de una chiflada.-Amèlia Mora Sanromà.-Editorial Algar
Ada ha sido muy feliz durante tres magníficos meses: ha ido a la playa, ha dormido hasta las tantas, ha visto horas y horas de tele… ¡Pero todo eso se acabó! Mañana empieza el instituto y vuelven los madrugones, los deberes, los exámenes… ¿Cómo sobrevivirá a este terrible aburrimiento?
“Ana y yo hemos llegado y nos hemos sentado en un rincón de la clase. Hasta aquí, todo marchaba según la deprimente opción 2 (al menos, nos hemos librado de los huevos). La gran mayoría de los compañeros de clase me suenan del barrio o de las otras clases del colegio, pero nunca he hablado con ellos. Y entonces, ha sucedido. Un grupo de diez chicos y chicas desconocidos ha entrado en el aula. Todos nos los hemos quedado mirando. Bueno, creo que todos la mirábamos A ELLA, a la chica que iba en el centro del grupo. Se llama Gloria y entra en la categoría de los TGD (Tan Guapos que Deslumbran). Es como una estrella de Hollywood. ¡Es TAN perfecta! Incluso tiene la voz como aterciopelada, de esas que te apetece pasarte el día escuchando. Y además no ha tardado en demostrar que es superinteligente. ¡Qué rabia me da! Pero quiero ser como ella. Y que sea mi amiga. ¡Qué patética soy!”. (A partir de 12 años)
(*)Amelia Mora Sanromá (Barcelona 1980) es licenciada en Comunicación Audiovisual y trabaja como guionista y escritora especializada en LJ. Actualmente, compagina el desarrollo de proyectos audiovisuales con su faceta de escritora.
ADULTOS
Psicoterapia
Mírame, siénteme.-Cristina Cortés Viniera.-Editorial Desclée de Brouwer
Estrategias para la reparación del apego en niños mediante EMDR
Mírame, siénteme es una llamada de atención sobre la importancia del apego, del tipo de relación que los padres establecen con sus hijos, no solo para facilitar el desarrollo de estos, sino también porque constituye el mejor aliado para solventar los problemas y las crisis del niño y se convierte en un elemento crucial en la recuperación de niños o jóvenes cuando por algún motivo pierden el equilibrio y necesitan ayuda psicoterapéutica.
Cada capítulo se inicia con un breve relato donde se va narrando y describiendo el desarrollo de Eneko desde su gestación hasta los siete años. A través de Eneko tenemos la oportunidad de descubrir cómo se alcanza y conquista un apego seguro. A lo largo de la obra se van explicando los fundamentos y evidencias del apego y la importancia de las primeras relaciones interpersonales para llegar a ser quienes somos.
Los casos clínicos que salpican la obra muestran, a modo de ejemplo, cómo la relación paterno-filial se convierte en un aliado terapéutico de primer orden y cómo las habilidades del psicoterapeuta pueden ayudar a fortalecer y reparar esta relación, propiciando el cambio y la recuperación del menor. Las intervenciones terapéuticas se realizan desde la perspectiva de la terapia EMDR. Mírame, siénteme evidencia cómo EMDR potencia la intervención y ayuda a fortalecer el vínculo, así como a reparar y regular el apego:
“En el séptimo mes de embarazo la vida de los dos cambió. Salvo las primeras semanas en las que se sentía físicamente agotada, Lidia había compaginado estupendamente bien su vida laboral y su embarazo. Su niño la llenaba de energía. La empresa donde trabajaba era pequeña y desde hacía un tiempo no estaba pasando un buen momento. Un día su jefe apareció con muy mala cara y anunció que la empresa había quebrado. Desde el momento en que Lidia recibió la noticia del despido se instaló en ella una preocupación flotante que no le permitía pensar en otra cosa. Hacía cuentas y más cuentas, y los números no parecían cuadrar con sus planes. Se habían cambiado de casa, tenían programadas una serie de reformas y desde luego no habían contado con su despido. La idea de no volver a encontrar trabajo nublaba también su mente. Estaba entrando en bucle, en una rumiación insana que la sumergía en un estado de agobio y sensaciones angustiantes que se retroalimentaban entre ellas. Tenía que ser capaz de romper ese bucle…”