El consejero de Sanidad, Jesús Fernández Sanz, ha dado detalles sobre cómo funcionan los test rápidos para confirmar los casos de coronavirus adquiridos por Castilla-La Mancha.
En primer lugar, Fernández aclara que se trata de una técnica de detección de anticuerpos, “sustancias que segrega la sangre para combatir una infección, para defendernos del virus”. Se trata de un test que detecta la COVID-19 en una persona que ya está enferma y no hay ninguna alerta conocida de este fabricante. Es además una prueba que se realiza con muestras de sangre fresca, extraída habitualmente con un pinchazo en el dedo y los resultados se saben en quince minutos.
Es una prueba que todo el mundo se puede hacer, pero no se trata de un test masivo. Para empezar, el consejero señala que “hay que conocer la técnica y lo tiene que hacer un sanitario”. Por eso no se puede hacer un envío masivo a cualquier centro, porque tiene que haber una persona que sepa interpretar los resultados.
Fernández apunta que “solamente se puede realizar a personas que tienen síntomas, porque no determina nada si no hay anticuerpos en el organismo”. Es decir, tampoco sirve hacérselo a todo el mundo, “porque si no estamos tirando el test y el dinero”. Por eso se va a hacer fundamentalmente en los servicios de urgencias, en las personas hospitalizadas a las que todavía no se les ha hecho el PCR – la prueba habitual- o a profesionales que llevan aislados varios días en casa y que ya han podido desarrollar anticuerpos en su organismo.
“Los test son una parte complementaria de todo el diagnóstico que hay que hacer, pero nos van a acelerar el diagnóstico, nos van a ahorrar hacer PCRs y va a facilitarnos la toma de decisiones”, concluye el consejero de Sanidad.