Cuando un equipo de balonmano cuya seña de identidad es la solidez defensiva encaja 32 goles en un partido es muy difícil que pueda hacerse con la victoria. Tanteo elevado, derrota (casi segura), es el axioma. Es lo que le ha ocurrido este miércoles al Incarlopsa Cuenca en el choque disputado contra el Huesca en la capital oscense, partido que no pudo jugarse en su fecha por el brote de coronavirus que aquejó al equipo conquense, y en el que sucumbido por 32-30. Oportunidad perdida ante un rival directo en la pugna por terminar entre los siete primeros de la tabla clasificatoria de la Liga Asobal.
Los locales empezaron mucho más entonados, con un parcial de 4-1 que obligó a Lidio Jiménez a abjurar de sus pacientes costumbres y solicitar un precoz tiempo muerto antes de cumplirse el minuto 5. Surtió efecto y apenas siete minutos después los de Cuenca eran capaces de darle la vuelta al marcador con un gol de Moscariello (5-6). Una reacción en la que tuvo mucho que ver la buena actuación de Leo Maciel (que, como ya sucediera en Irún, tuvo un rendimiento excelso en la primera mitad pero francamente mejorable en la segunda) y que llevó al partido a la senda de la igualdad.
No terminó de cuajar el Incarlopsa la reacción y los aragoneses volvieron a establecer una brecha de tres goles que otra vez con mucho oficio los de Castilla suturaron para empatar otra vez el partido. Sólo un inteligente gol de Asier Nieto evitó que se llegara al descanso en tablas (15-14).
En la segunda mitad la intensidad, el intercambio de goles y la pareja demostración de aciertos y deméritos marcó los primeros minutos. Cuando más acertado parecía Incarlopsa llegaba una exclusión o una pérdida para dar aire a su rival. 21-21 a los diez minutos y todo por decidir.
Los goles entraban fáciles en ambas porterías y el partido se empezó a torcer por fallos concretos y decisivos en ataque, por tiros perdidos o pasos de jugadores como Pizarro, Bulzamini o hasta Thiago. A falta de referencias claras, el equipo optaba por un ataque más local donde destacó principalmente Nacho Moya que, penalti fallado al inicio al margen, fue el mejor de los conquenses en ese aspecto, aunque no con el suficiente brío como para capitanear remontada. 23-25, 26-24… Cuenca se acercaba pero sin rematar y los nervios, la precipitación y el cansancio pusieron el resto. A cuatro minutos del final un gol de Marcelo ponía los cuatro de diferencia. Los visitantes pudieron poco más que asustar o maquillar hasta el definitivo y frustrante 32-30.
Estadística ampliada del partido.