José María Cruz Novillo es, sin duda alguna, uno de los grandes nombres del diseño español además de una figura muy reconocida en pintura y escultura, disciplinas que combina con el diseño gráfico. A lo largo de su dilatada trayectoria atesora un gran número de premios y distinciones, como el Premio Nacional de Diseño, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes o el Premio Laus entre otros, además es académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero sobre todo ha sido y continúa siendo fuente de inspiración e influencia para los diseñadores españoles, que continúan un camino que él y otros pioneros abrieron hace ya más de seis décadas.
Usted nació en Cuenca en 1936 y en 1957 abandonó los estudios de Derecho para dedicarse al diseño, ¿por qué tomó esa decisión? ¿cómo era el mundo del diseño en España en ese momento?
No había mundo del diseño, porque sencillamente no existía la palabra diseño en la España de los años 50. Se hablaba de dibujantes de publicidad o de grafistas, pero nunca de diseñadores. Comencé a estudiar Derecho por tradición familiar, mi padre era abogado y siempre me gustó verle trabajar. Sin embargo, yo desde niño no paraba de dibujar, le hacía retratos a mis compañeros del colegio y salía a pintar los paisajes de Cuenca cada domingo. Pero poco después de acabar el servicio militar en Madrid tuve la oportunidad de empezar a trabajar en la agencia de publicidad Clarín, y ese 9 de noviembre de 1958 mi vida cambió.
¿Quiénes fueron sus maestros, si es que los tuvo?
Claro que los tuve, y los sigo teniendo. Creo que mi mayor maestro ha sido siempre Picasso, aunque tengo también una admiración total por Mondrian, Stella, Goya, Morandi, Beuys, Matisse… No quiero dejar de mencionar a Fausto Culebras y José Navarro Gabaldón, decisivos en mi temprana vocación de artista.
España siempre ha sido un país vanguardista en muchas disciplinas artísticas, ¿en diseño también lo ha sido o ha costado más?
Creo que no lo ha sido, porque el nivel del diseño de un país está indisociablemente unido con el nivel general de ese país: cultural, económico, técnico, social, etc. Y España llegó tarde a la eclosión del diseño europeo, como a tantas otras cosas en el siglo XX. Sin embargo, creo que hemos recuperado terreno y que hoy el diseño español puede competir internacionalmente.
“España llegó tarde a la eclosión del diseño europeo, como a tantas otras cosas en el siglo XX. Sin embargo, creo que hemos recuperado terreno y que hoy el diseño español puede competir internacionalmente”
¿Qué cualidades tiene que tener un buen diseño en su opinión?
Las mismas que la buena poesía o la buena arquitectura: calidad. Es un concepto objetivable, que tiene muy poco que ver con las opiniones personales de cada uno. En este sentido, la poesía tiene la ventaja de que, o es de calidad, o no es poesía. Sin embargo se habla habitualmente de “buen diseño”, cuando lo ideal sería que el malo sencillamente no se llamara diseño, que encontráramos otra palabra para definirlo. También me gusta pensar que la mayor cualidad del diseño es la significancia, y que por lo tanto el mayor defecto es ser insignificante.
En nuestra vida cotidiana el diseño está absolutamente presente, ¿cree que el común de los ciudadanos reconoce, aunque sea de manera subconsciente un buen diseño por encima de uno malo? ¿apreciamos en su medida la importancia del diseño bien sea gráfico, industrial o de cualquier tipo?
Creo que sí. Los ciudadanos estamos tomando constantemente decisiones donde el diseño es un factor fundamental: comprar un coche, elegir una camisa, entrar a cenar en un restaurante, manejar la app de un banco… Y si no acertamos del todo, el tiempo es un juez implacable: el “I love New York” de Milton Glaser, el taburete de Alvar Aalto o la vinagrera de Rafael Marquina eran maravillosos cuando se crearon y lo seguirán siendo dentro de 100 años, no le quepa duda. Otra cosa es que, por ejemplo, el éxito de Ikea se deba básicamente a los bajos precios. Pero algo hemos ganado: el público que preferiría tener en casa un mueble neobarroco de madera maciza acaba decorando su casa con objetos contemporáneos bien diseñados, aunque sea por motivos económicos.
Aunque es posible que mucha gente no lo sepa, usted es el autor de las imágenes corporativas de infinidad de empresas e instituciones tales como Correos, los diarios El Mundo y El País, Repsol, PSOE, COPE, Endesa, Cuenca 2016 y largo etcétera. ¿Hay algún trabajo del que usted esté especialmente orgulloso o que supusiera un hito especial en su prolífica carrera?
No quiero que se me interprete mal, pero no tengo la sensación de haberme equivocado demasiado. Muchos de los trabajos que menciona ahí siguen, décadas después de haber sido creados. El año 1977 fue decisivo para mí, por los encargos de Correos y PSOE. También tengo muy buen recuerdo de mis proyectos de identidad corporativa del Cuerpo Nacional de Policía y de Renfe, y de otros más pequeños como Visionlab. El País no lo diseñé yo (el último rediseño es de mi querido colega Óscar Mariné), pero sí Diario 16, La Gaceta de los Negocios, El Mundo y El Economista, todos estupendos clientes. Y recientemente, estamos bastante satisfechos en Cruz más Cruz con trabajos como Cuenca 2016, Colegio de Ingenieros de Caminos o Sociedad Española de Cirugía Cardiovascular. Siempre bajo la premisa de que el factor decisivo para la calidad del resultado de un proyecto es la calidad del propio cliente: hay que ser experto en encargar diseño.
¿Se considera uno de los padres del diseño moderno en España?
Sí.
“La transformación de las herramientas ha sido gigantesca, y también es decisiva la irrupción del “producto digital”. Y sin embargo, las cualidades que debe reunir un buen diseño siguen siendo las mismas”
También es autor de un gran número de carteles de cine, alguno de películas muy trascendentales en la historia de nuestro cine, como algunos films de Luis García-Berlanga o la mayoría de las películas producidas por Elías Querejeta, además en unos momentos en que los carteles de cine tenían una importancia vital en la promoción de las películas. ¿Cómo trabaja usted el diseño de un cartel de cine?
He creado 81 carteles de películas de momento, el más reciente para un documental sobre mi propia obra (“El hombre que diseñó España”, de Andrea G. Bermejo y Miguel Larraya). Los criterios de diseño no son muy distintos a los de cualquier otro encargo, aunque con Elías Querejeta siempre he tenido que trabajar con plazos cortos de tiempo, y me ha encantado hacerlo. Recuerdo haber tenido que interrumpir mis vacaciones en Ibiza muchos años para venir a hablar con Elías sobre el cartel de la película que iba a presentar poco después en el Festival de San Sebastián. Era el cliente perfecto: culto y exigente, como bien demostró al producir maravillosas películas de creadores como Saura, Erice, Berlanga o León de Aranoa, entre otros.
Usted ha vivido la transformación del mundo analógico al digital, ¿cómo definiría esta transformación?
Es tan sencillo como pensar si Autocad ha mejorado la arquitectura, o Word la literatura. La transformación de las herramientas ha sido gigantesca, y también es decisiva la irrupción del “producto digital”. Y sin embargo, las cualidades que debe reunir un buen diseño siguen siendo las mismas.
No olvidamos su faceta como artista plástico y como escultor, incluso combinado con la música, ¿se siente más diseñador que artista o son actividades complementarias?
Yo soy un artista que intenta resolver lo mejor posible los encargos que recibe como diseñador. Hace tiempo intenté resolver esta aparente contradicción con una frase: el diseñador es un arquero que lanza la flecha con el propósito de acertar en el centro de la diana, mientras que el artista lanza la flecha y, en el lugar donde se ha clavado, pinta la diana.
Siempre ha ejercido como conquense y nunca ha perdido la vinculación con su ciudad de nacimiento. ¿Se siente reconocido en Cuenca?
Sí, y estoy muy agradecido. Espero que la designación de 2019 como “año Cruz Novillo” haya contribuido a que mis paisanos conozcan mejor mi trabajo.
¿Cómo describiría a su ciudad desde su visión como artista y diseñador?
No soy objetivo, amo a mi patria chica. Sigue siendo una gran desconocida, pero cada vez menos.
“En Cuenca me encantaría recibir el encargo para completar con una nueva obra el díptico que imaginé cuando instalamos la gran escultura en la Glorieta del Ingeniero Ángel Pérez”
En un momento determinado de nuestra historia Cuenca era sinónimo de vanguardia artística. ¿Cree que se puede recuperar esa identificación? ¿Qué debemos hacer para combinar modernidad y patrimonio histórico?
No creo que haya perdido esa cualidad. El Museo de Arte Abstracto o la Fundación Antonio Pérez son maravillosos ejemplos, aunque seguirán necesitando un reconocimiento y apoyo constante ciudadano y político que ponga en valor el gran trabajo que llevan tantas décadas haciendo.
Me dicen que sigue siendo usted una persona extraordinariamente activa. ¿Qué proyectos tiene en marcha en estos momentos? ¿Alguno tiene que ver con Cuenca y en caso negativo hay algún proyecto que le gustaría acometer en nuestra ciudad?
He tenido un mal año de salud, pero voy recuperándome. Estoy preparando mi exposición en la Galería Fernando Pradilla de Madrid que inauguro el mes que viene, y en el Palacio Quintanar de Segovia en marzo, además de la feria Estampa. Y sigo trabajando a diario en mi estudio con mis colaboradores Meli, Pablo y Pepe. Estamos muy ilusionados creando productos para nuestra nueva tienda en www.cruznovillo.com, basados por ejemplo en el ABC animal que dibujé para Fósforos del Pirineo hace 50 años, o en algunas marcas clásicas del estudio. Esto está permitiendo que nuestro trabajo sea conocido internacionalmente de una manera que nunca hubiera imaginado, apoyado también por el libro “Cruz Novillo Logos” de la editorial inglesa Counter-Print. En Cuenca me encantaría recibir el encargo para completar con una nueva obra el díptico que imaginé cuando instalamos la gran escultura en la Glorieta del Ingeniero Ángel Pérez. Y también acabar el proyecto de identidad de Cuenca que comenzamos en 2016, de forma que cada conquense tenga su propia marca personal y única, no solo visual (logo) sino también sonora. Ojalá sea posible.