El Consejo de Estado se encuentra estudiando la medida impulsada por el Ministerio de Derechos Sociales y Consumo para prohibir la venta de la bollería industrial, las bebidas energéticas y azucaradas y regular el consumo de este tipo de productos en las máquinas vending y cafeterías de colegios e institutos. A través de este decreto basado en los criterios que organismos sanitarios han emitido respecto a la ingesta de grasas, azúcares y sal ente los niños, la cartera de Pablo Bustinduy espera regular el consumo de este tipo de alimentos entre los menores.
Los datos que se observan en el último estudio ALADINO, de Vigilancia de la Alimentación, Actividad física, Desarrollo Infantil y Obesidad en España publicado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición arrojan cifras demoledoras: De cada diez escolares, menos de la mitad consumen fruta a diario y solo el 23,8 % consumen verdura a diario. Sin embargo, el 3,8 % de los escolares consume refrescos con azúcar más de 3 días a la semana.
Asociado al consumo de bollería industrial, refrescos azucarados y bebidas energéticas hay una serie de efectos negativos que la nutricionista y farmacéutica conquense, Patricia González señala: «Estos productos tienen un alto contenido en harinas refinadas, azúcares, grasas saturadas y otros aditivos que aumentan el riesgo de obesidad y sobrepeso, diabetes, problemas cardiovasculares y óseos». El hígado graso, caries, alteración de la microbiota intestinal, inflamación y peor respuesta del sistema inmune y algunos tipos de cáncer son otros de la larga lista de enfermedades que González apunta que están ligados al consumo de este tipo de alimentos.
Poniendo el foco en las bebidas azucaradas y energéticas la nutricionista refiere que «pueden contener además altos niveles de cafeína, que aumentan el riesgo cardiovascular y aumentan los trastornos mentales, como arritmias, insomnio, ansiedad, adicción o depresión, que cada vez hay más casos en este tipo de población juvenil». González señala que el consumo de cafeína «no se recomienda en menores de 12 años» y entre los 12 y 18 años «no se recomienda más de 100 miligramos por día». Algunas de las latas de este tipo de refrescos «lo triplican, a lo que se suman otros componentes como la taurina, que tampoco es bueno y es especialmente negativa para niños y adolescentes», según señala González.
Respecto a las patologías derivadas de los malos hábitos alimenticios, el último estudio ALADINO refiere que la prevalencia total de exceso de peso es del 36,1 % en los escolares analizados. Además señala que las prevalencias de obesidad y sobrepeso se mantienen constantes a lo largo de todas las ediciones en las familias de rentas más bajas, lo que supone una potencial cronificación del exceso de peso en los escolares de familias más vulnerables y un aumento de la desigualdad en la salud con respecto a los niños y niñas procedentes de familias con rentas medias y altas. Todo ello apunta a que el sobrepeso y la obesidad no solo son una patología física si no también una social en la que la renta es una valor determinante. En Castilla-La Mancha los datos no son mucho más esperanzadores, pues según refiere la Consejería de Sanidad y Consejería de Bienestar Social del gobierno Regional, solo en el área sanitaria de Cuenca en 2023 había 37 menores de 18 años con diagnóstico de diabetes.

Ante esta situación muchos han sido los colegios e institutos que han tomado cartas en el asunto para tratar de paliar estas pandemias silenciosas por responsabilidad, antes de que hubiera sobre la mesa una normativa regulatoria. Es el caso del CEIP «Isaac Albéniz» de Cuenca, donde la buena alimentación y los hábitos saludables son una de las partes integrales de su proyecto educativo. Así lo refiere María Teresa Langreo, profesora de infantil de este centro. Langreo lleva 35 años de servicio utilizando el desayuno saludable, uno de los proyectos que lleva a cabo este centro. El funcionamiento de esta iniciativa es que se reparten el tipo de alimentos de los almuerzos de los pequeños en los días de la semana, de este modo hay un día libre, otro se lleva fruta, un bocadillo o lácteos, pero también están incluidos productos como la bollería que «recomendamos que sea artesanal», comenta Maite. Para la profesora esta iniciativa tiene una gran acogida «gracias al carácter voluntario» y los efectos se hacen notar «porque son los propios niños quienes son exigentes, saben qué es saludable comer y qué no». Además, refiere que «el desayuno saludable hace a los niños más independientes, más autónomos y conocedores de las opciones alimenticias», Langreo comenta como «por ejemplo, saben cuáles son las alergias los unos de los otros y se cuidan diciéndole al compañero cuando no puede compartir alguna merienda porque lleva algún alimento al que tiene alergia».
Otra de las iniciativas que lleva a cabo este centro en la línea de la educación alimentaria son los «talleres de recetas saludables». María Teresa Langreo apunta que es una iniciativa que ha nacido del cocinero y el equipo de cocina con el que cuenta el comedor del centro «que de por sí desarrollan una gran labor con un menú variado y saludable en el que todo es casero». Langreo comenta que todos los viernes «nos ofrecen la posibilidad de hacer un taller» y que «los niños hacen todas las elaboraciones, pues desde mezclar los alimentos, amasar y todos los procesos necesarios para realizar su plato». Estas lecciones «contribuyen a su independencia, fomentan su autoestima y hacen que sean más conscientes de cómo se tratan los alimentos y que prueben sabores y texturas diferentes». El reparto de fruta para los alumnos de primaria y de leche para los de infantil en el recreo es otro de los pilares que está llevando a cabo el centro. En global todas estas acciones sirven a los docentes «para explicar a los niños multitud de cosas, entre ellas como llevar una alimentación equilibrada y saludable y que pierdan el rechazo a cierto tipo de alimentos», refiere Langreo.

Patricia González comenta que los efectos de los hábitos saludables en los niños «son muy positivos». Señala la importancia de establecer buenos hábitos alimentarios desde pequeños «porque será más fácil mantenerlos hasta la edad adulta, de forma natural y no como una obligación». Con los hábitos saludables que refiere la nutricionista también se consiguen «los beneficios que tiene en el correcto desarrollo y crecimiento físico-intelectual, manteniendo la salud y previniendo de enfermedades, tanto en la etapa infanto-juvenil como en su edad adulta, futura», lo que permitirá que «sean unos adultos sanos con buena calidad de vida».
El reto para el futuro en los colegios que apuntan tanto Patricia González como María Teresa Langreo es «mejorar la calidad de los alimentos que utilizamos en las meriendas». La nutricionista señala que «optar por pan integral de buena calidad, para los bocadillos y atún, pollo o embutidos con alto porcentaje de carne» son grandes opciones. González comenta que «las frutas son el snack por excelencia, la clave es encontrar cuál comen los niños más a gusto», pero también cuenta que «las zanahorias crudas, el hummus con crudités, los lácteos no azucarados como briks de leche sin azúcar o yogures naturales» son buenas opciones. En el desayuno saludable hay también espacio para las meriendas de toda la vida como el pan con chocolate que «con un trocito que sea de alto porcentaje en cacao y un poco de pan de buena calidad, integral 100%» serían alternativas con las que inculcar hábitos saludables en los más pequeños.