Carrascosa de Haro no se quedará sin el pan de cada día

Ante la jubilación de los panaderos del pueblo, Pilar Fuente asume el reto de mantener abierta la panadería y garantizar un servicio esencial para sus vecinos

Para Pilar, estos días son frenéticos. Al habitual trajín en el bar se suman los preparativos para la apertura, este lunes, de la nueva tienda-panadería. Limpiar, colocar nuevas estanterías, comprar… Y es que María Jesús Martín Requena y Paulino Tierno Rabadán, el matrimonio que ha llevado este negocio durante dieciocho años, se jubila y nadie en el pueblo parecía dispuesto a continuar con el servicio. Nadie, excepto Pilar Fuente. Con 46 años y al frente del bar del pueblo, Pilar no dudó en dar un paso adelante para evitar que sus vecinos se quedaran sin pan y sin un punto de encuentro esencial.

“La verdad es que no me lo había planteado, pero viendo que nadie más se ofrecía, decidí hacerlo yo”, explica. “Pienso sobre todo en las personas mayores, en mi madre, que tiene 84 años, y en lo necesario que es mantener este servicio básico en el pueblo”.

Pili, como la llaman todos en el pueblo, ha vivido en Carrascosa de Haro la mayor parte de su vida. Nació en Cuenca, pero creció en este pequeño municipio, hasta que se marchó a Valencia. Sin embargo, hace una década, al enfermar su padre, regresó de nuevo. Desde entonces, se ha convertido en una pieza clave en la comunidad, gestionando el bar y ahora asumiendo también la panadería.

Un espacio para la vida social

La panadería de María Jesús y Paulino no era sólo un lugar donde comprar pan, sino un punto de reunión para los vecinos. “Mucha gente pasaba a por el pan y después se quedaba a charlar, a tomar un café o una infusión. Ahora podrán hacerlo en el bar, sin necesidad de irse a otro sitio”, dice Pilar, consciente del valor de estos espacios en un pueblo donde las oportunidades de socialización escasean.

La panadería, que no contaba con un nombre oficial, se convirtió en un punto de referencia para los vecinos, especialmente para la gente mayor que no podía desplazarse a comprar pan y otros productos de primera necesidad.

María Jesús, natural de San Clemente, se trasladó a Carrascosa de Haro hace 34 años tras casarse con Paulino, quien es oriundo del pueblo. La decisión de abrir la panadería surgió en un momento difícil, cuando la familia se vio en la necesidad tras un problema de salud que impidió a Paulino seguir trabajando. Con un hijo pequeño, el matrimonio decidió regentar el servicio de panadería como una forma de ayudar a su economía.

María Jesús junto a su marido Paulino.

A lo largo de los años, la panadería se ha convertido en un lugar donde los vecinos podían comprar no solamente pan, sino también productos de consumo diario como leche, fideos, garbanzos y bebidas. María Jesús recuerda con cariño la rutina diaria: salía a las 9:30 a recoger el pan en Villaescusa, para luego atender a los vecinos hasta el mediodía.

Sin embargo, el declive de la población en el pueblo y la falta de demanda han llevado a la pareja a tomar la difícil decisión de cerrar. «Ya no compensa. Hay tan poca gente y el esfuerzo es muy grande para lo que se saca», explicó María Jesús. Tras pensarlo durante semanas, anunciaron que el último día de apertura sería el último sábado de enero. Aunque la decisión fue tomada con pesar, María Jesús asegura que se siente aliviada de poder descansar después de años de trabajo. «Hace dos años me operaron de cáncer de mama, y aunque ahora me encuentro bien, necesito descansar», ha señalado.

A pesar de este cierre, la pareja planea seguir viviendo en Carrascosa y disfrutar de un merecido descanso. «Ya ha llegado el momento de dejarlo y disfrutar un poco de la vida tranquilamente», dice María Jesús.

El cierre de la panadería ha generado tristeza entre los vecinos, muchos de los cuales han expresado su pesar por la pérdida del servicio. No obstante, María Jesús se muestra esperanzada al saber que Pili se hará cargo del servicio de pan. «Me parece muy bien que alguien del pueblo quiera seguir ofreciendo el pan».

La tienda de Pili, que está en plena fase de montaje, abrirá este lunes, justo después de que el matrimonio panadero se despida. “Estoy comprando lo necesario, llenando estanterías con arroz, judías, productos de primera necesidad… Espero tenerlo todo listo esta semana”, comenta con ilusión.

Un desafío personal

Aunque asume esta nueva etapa con entusiasmo, Pilar también es consciente del reto que supone. “Es un esfuerzo grande. Yo ya tengo bastante trabajo con el bar, y ahora sumarle la tienda y la panadería es un desafío. Pero lo hago porque me da pena que el pueblo se quede sin esto”, confiesa.

El bar es su ocupación principal y, salvo en fines de semana, lo gestiona sola. Su marido, que tiene una empresa de albañilería y fontanería, le ayuda cuando puede, especialmente en las épocas de mayor afluencia, como agosto o Semana Santa. “Me preocupa sobre todo en los puentes y el verano, cuando viene más gente. Ahí será complicado, pero lo iremos llevando”, dice con determinación.

La despoblación, un problema demasiado vivo

Para Pilar, la despoblación no es únicamente un tema de debate político o mediático, sino una realidad que se vive cada día en Carrascosa de Haro, su pueblo. “La falta de trabajo es el mayor problema. La gente joven no tiene más opción que irse. Mi hijo tiene 20 años y no puede quedarse aquí porque no hay empleo”, señala.

La economía del pueblo ha estado tradicionalmente basada en la agricultura y la ganadería, pero estas actividades han ido desapareciendo. “Antes había más ovejas, más ganaderos, pero ahora prácticamente no queda nadie”, explica.

A pesar de las dificultades, sigue apostando por su pueblo. “Aquí se vive con tranquilidad, se respira otro aire. No es fácil, pero merece la pena”, concluye con una sonrisa.

Este lunes, cuando Pilar abra las puertas de la nueva tienda-panadería, Carrascosa no solamente conservará un servicio esencial, sino también un símbolo de resistencia y compromiso con la vida rural.

Mari Carmen Casamayor, la alcaldesa en lucha

Para la alcaldesa, Mari Carmen Casamayor, «es tremendamente importante tener en cuenta que en un pueblo como Carrascosa de Haro, donde la población está muy envejecida, contar con una panadería es una necesidad básica».

“La media de edad en Carrascosa supera los 65 años, con muchos vecinos entre los 70 y 98. Muchos no conducen, ya sea porque no pueden o porque nunca lo hicieron, como es el caso de algunas viudas. Si no contamos con servicios esenciales, se encuentran con serias dificultades para abastecerse”, lamenta.

Por eso, Mari Carmen se siente muy feliz de que Pili se haya decidido a coger las riendas del bar: «Es una chica encantadora y muy trabajadora. Se enteró de la situación y, sin dudarlo, se ofreció a continuar con el servicio.»

El futuro de Carrascosa de Haro

Carrascosa de Haro cuenta actualmente con 92 habitantes empadronados y desde 2023, el municipio ha perdido 15 habitantes, una cifra que refleja la clara tendencia negativa en la evolución poblacional.

Mari Carmen Casamayor, alcaldesa de Carrascosa de Haro.

«Hoy por hoy, si sumamos a los jóvenes que estudian en ciudades como Cuenca o Albacete, que regresan los fines de semana, estamos alrededor de los 75 habitantes permanentes. La situación es preocupante, ya que tenemos una población muy envejecida, con una media de edad superior a los 70 años, y esto requiere de muchos servicios», asegura Mari Carmen.

La falta de recursos y ayudas para enfrentar esta problemática es otro de los desafíos del municipio. La alcaldesa señala con frustración la “escasa subvención” que recibió el año pasado para implementar un programa de envejecimiento activo, destinado a mejorar la calidad de vida de los mayores. «Pedí 6.000 euros para ofrecer servicios como rehabilitación geriátrica, y me concedieron solo 350. Es vergonzoso, sobre todo cuando tenemos que garantizar los servicios básicos a una población que no tiene otros recursos», lamenta.

El reto de mantener la vida en Carrascosa de Haro va más allá de las ayudas económicas; la alcaldesa subraya la necesidad de un enfoque integral para preservar la España rural, que no se limite a los discursos políticos, sino que se traduzca en medidas concretas. «Lo que necesitamos son recursos reales para que podamos mantener a nuestra gente aquí», concluye, apelando a la colaboración institucional.

En medio de las dificultades, Mari Carmen se mantiene firme en su compromiso con el municipio. «No podemos permitir que nuestros mayores se queden sin los cuidados que necesitan. Es fundamental que podamos ofrecerles una vida digna, y eso solo será posible si conseguimos los apoyos necesarios», finaliza.

Carrascosa de Haro, como muchos otros pueblos rurales, enfrenta la dura realidad de la despoblación, pero la determinación de su alcaldesa demuestra que, a pesar de los retos, la lucha por la supervivencia de estas pequeñas comunidades continúa.