«Poco tino en la forma» y «textos rigurosos»: sombras y luces de la nueva señalización turística de Cuenca

Entrevistamos al autor de los textos de las nuevas señales turísticas, Pedro Miguel Ibáñez, junto a otros 10 expertos o afectados por el proyecto de señalética.

Las nuevas señales turísticas del Casco Antiguo de Cuenca han llegado a la ciudad Patrimonio para sustituir una antigua señalética ya desgastada y vieja que lucía sin vigor en los principales enclaves de la ciudad. Las letras de tono amarillento sobre fondo marrón advierten el cambio, así como los textos informativos que remiten a la web paseandocuenca.es, donde se pueden leer y escuchar datos únicos acerca de los puntos de interés seleccionados.

Guías turísticos, expertos en arte y diseño, historiadores y profesionales del mundo de la comunicación y el marketing examinan con lupa el lenguaje, el tamaño, la ubicación y la efectividad del proyecto técnico, que el Ayuntamiento adjudicó en noviembre de 2024 con un presupuesto base de 73.643,24 euros a Proyectos Integrales de Balizamientos. Pero sobre todo destaca una voz, la del propio autor de los textos quien valora el estreno de manera más acertada en cuestiones de fondo.

«En Wikipedia no van a encontrar textos así»

Pedro Miguel Ibáñez es el creador de quien surgió todo lo demás, el inventor del contenido, el verdadero autor de los textos. Los ha redactado desde el rigor de la investigación de varios años atrás y la metodología de quien se declara amante de la historia del arte. Ha relatado a este periódico cómo empezó todo, cuando hace 6 años le llamó Daniel León, gerente del Consorcio Ciudad de Cuenca, para trasladarle la queja de que las cartelas que había en el Casco ya estaban en malas condiciones y los textos dejaban mucho que desear, por lo que quería encargarle unas nuevas partiendo de cero. Ibáñez, que ha trabajado toda su vida en la arquitectura y el patrimonio, solo puso una condición: que fuera un proyecto a largo plazo para no aparcar el rigor por el camino. Y así fue como consiguió dar a luz una serie de «textos explicativos serios», como él mismo los define.

Primero publicó una serie de libros sobre «Cuenca, ciudad barroca» con los edificios más importantes, que, por supuesto, tienen que ver con los carteles actuales: la Iglesia de San Antón, el Hospital de Santiago, San Felipe, las Concepcionistas… Después, publicó otra línea de libros con la Facultad de Humanidades sobre «Cuenca recóndita» con un contenido que requirió más investigación. Se ha mostrado orgulloso del resultado y de que hayan salido «textos muy fiables» para este proyecto. Lo único que le preocupa es adaptarlos a un folio de longitud sin que falte algo importante.

Lo ha hecho para más de 20 edificios, pero su intención es ampliar el proyecto en sucesivas fases hasta que la lista llegue a 50 o 60 monumentos. Su redacción cuenta con la particularidad de que no se puede encontrar «en ningún otro sitio», es decir, Pedro Miguel Ibáñez ha bromeado asegurando que «hay que venir a Cuenca» para poder leer algo así, con fechas de construcción tan precisas, arquitectos pioneros…, y que en Wikipedia sería imposible encontrarlo.

Volcado en la investigación, Ibáñez echa de menos el fondo en lo que se publica dentro de este ámbito y ha querido resaltar que, lejos de lo que se piensa, «una guía turística supone mucho esfuerzo, pues cuanto más reducida sea más se ven los errores». Sabe bien que el conocimiento dentro de 20 años tendrá matices, pero este conocimiento, el que reflejan ahora estas señales turísticas, parten de una metodología «casi» perfecta.

«Conectan el entorno físico con el digital»

Desde el ámbito universitario, el catedrático de marketing turístico en la Facultad de Ciencias Sociales, Juan Antonio Mondéjar, ha explicado el marco teórico al que responde la señalización de Cuenca, pues es una «clara apuesta por mejorar la experiencia del visitante». Entre los motivos que ha expuesto a este periódico está ofrecer información más actualizada y crear una convivencia armoniosa entre la señalización antigua y la nueva. En su opinión, dicha señalización es una «herramienta clave» a la hora de crear una experiencia positiva en quien visita la ciudad, además de ser uno de los pilares del marketing turístico. Por eso, «al ofrecer información clara, atractiva y accesible, los turistas sienten que el destino Cuenca se preocupa por su comodidad y disfrute, lo que aumenta la probabilidad de recomendaciones boca a boca y reseñas positivas».

También ha subrayado que el diseño de una señalética que sigue manuales de buenas prácticas como el de las Ciudades Patrimonio de la Humanidad «contribuye a consolidar una identidad visual coherente». Es la manera de que se refuerce la imagen de Cuenca como destino Patrimonio Mundial y esto mejore su posicionamiento en el segmento de turismo cultural.

Mondéjar no ha querido pasar por alto la incorporación de códigos QR en la señalización conquense con texto y audio, ya que permite «conectar el entorno físico con el digital, integrando estrategias de marketing online». A su juicio, esto ofrece la posibilidad de dirigir a los visitantes a páginas web, apps o redes sociales donde pueden encontrar contenidos multimedia, promociones o eventos, ampliando su interacción con el destino más allá de su visita física.

«Correctas, sin más»

Pero en el ámbito académico hay diversas opiniones. El vicedecano de Comunicación y Planificación de la Facultad de Bellas Artes, Daniel del Saz, ha reconocido que las nuevas señales no le «convencen demasiado». Sin embargo, reconoce el «esfuerzo» y dedicación de todos los profesionales que están detrás del proyecto. Sí ha recordado el trabajo de un antiguo alumno sobre señalética en el que mencionaba cómo las antiguas indicaciones del Casco Antiguo eran «apenas perceptibles», pero ha confesado que no está seguro de si las nuevas suponen «una gran mejora».

Como conocedor del diseño gráfico, ha calificado las señales turísticas como «correctas nada más, eso sí, más legibles y visibles». Finalmente se ha decantado por aquello de la cuestión de gustos y no generar más debate.

«Los pegotes de hormigón anteriores no son de recibo»

Junto a la instalación de las placas en pareces y aceras quedan flecos que solucionar, aspectos relacionados que no escapan a la atención del experto. Al historiador de RACAL, Miguel Jiménez Monteserín, la señalética no le parece mal a priori, ya que «como indicación orienta al visitante, que es de lo que se trata».

Lo que ha solicitado al Ayuntamiento es la retirada inminente de los antiguos monolitos que, según ha enfatizado, son «horrorosos» y aún siguen en pie. Piensa que no son respetuosos con el paisaje. «Esos pegotes de hormigón con planos y otra información anterior no son de recibo», ha sostenido Monteserín, ya que a su juicio no están bien situados.

«Elementos distorsionadores»

Del contenido ya se ha dicho bastante, no obstante la forma también es objeto de discusión entre quienes mantienen viva la llama del turismo en esta ciudad. Desde Cuenca Viajes, el guía turístico Guillermo de León ha opinado en Voces de Cuenca que algunas señales son «demasiado grandes».

Partiendo de una crítica constructiva, como explícitamente ha solicitado que se refleje en su valoración, piensa que hay otras ciudades en las que estos elementos «pasan más desapercibidos», y esto, según ha explicado, tiene mucha importancia. «Colocar los letreros en la misma fachada de los edificios históricos hace que el turista corra el riesgo de que irrumpan en sus fotografías», ha matizado. Así es como defiende que hubiera sido mejor colocarlos en sitios donde no se vean tanto. En definitiva, los ha calificado de «elementos distorsionadores», sin ánimo de ofender a nadie.

«No han consultado a las viviendas donde han colocado un cartel»

Las señales tampoco han dejado indiferentes a vecinos y hosteleros de la zona. La encargada del restaurante Raff San Pedro, Andrea Vicente, ya se había fijado en ellas de subida al trabajo, en el corazón del Casco Antiguo. En su opinión, la letra de las señales, aunque está resaltada en tono claro, «aún sigue siendo pequeña porque desde lejos no se lee bien». De momento, sus clientes no le han transmitido ninguna percepción al respecto, pero piensa que quizá les vaya a costar asociarlas con un reclamo turístico.

Por su parte, el portavoz de la Asociación de Vecinos del Casco, Jesús Reyes, ha señalado que «habrá distintas opiniones como hay distintos vecinos». «No nos han consultado como asociación ni han consultado, que sepamos, a los vecinos de viviendas en cuya fachada les han colocado un cartel», ha confesado Reyes.

«La ubicación es surrealista»

El argumento del tamaño también lo ha respaldado una de las profesoras de la Escuela Cruz Novillo, experta en diseño y tipografía, quien ha declarado que «los logotipos son enanos y las particiones del texto resultan raras».

También ha querido dejar constancia de la falta de tino con la ubicación de las señales. Sencillas y de colores correctos, según ha descrito, pero de ubicación «surrealista». Se ha mostrado convencida de que no tiene ningún sentido colocar una señal en un lugar donde «molesta a la vista o estropea el paisaje» y, en este caso, no se ha atinado con la cruz en el mapa, algo que exige «más cuidado» al ser ciudad Patrimonio. A su entender, es un proyecto básico que no necesita grandes cosas, pero sería necesario revisar dónde apuntan las flechas para que estén bien hechas.

En definitiva, los 15 hitos, las 98 señales de dirección y las 48 señales informativas en destino son el resultado de la esperada transformación. A partir de ahora, pasear por el Castillo y su entorno, San Pedro, el Convento de los Descalzos, la Plaza Mayor, San Miguel, el mirador de San Pablo, el mirador del antiguo postigo de Santa María, el barrio de San Martín, la muralla de San Martín, el barrio del Alcázar, la Puerta del Postigo-Escalerillas del Gallo, la Puerta de Valencia, el Puente de la Trinidad y el barrio de San Antón será una oportunidad para encontrar las diferencias.