San Andrés se rinde al acordeón

La orquesta de acordeones 'Ciudad de Cuenca' ofreció un concierto inolvidable este domingo el entorno emblemático de la antigua Iglesia de San Andrés bajo la dirección de Daniel Pérez Huelves

La orquesta de acordeones ‘Ciudad de Cuenca’ ofreció un concierto inolvidable este domingo el entorno emblemático de la antigua Iglesia de San Andrés, ahora reconvertida en un espacio para eventos culturales. Bajo la dirección del prestigioso músico conquense Daniel Pérez Huelves, la banda compuesta por ocho virtuosos acordeonistas brindó una actuación que será grabada como uno de los emocionantes momentos de la temporada navideña.

A las 19:30 horas, el público, que abarrotó la iglesia sin dejar sitio para un solo asiento, fue testigo de un despliegue musical que mostró la riqueza y la diversidad del repertorio popular y clásico. La colaboración del Consorcio Ciudad de Cuenca y el Ayuntamiento fue fundamental para que este espectáculo cobrara vida.

Desde las primeras notas, quedó claro que no sería una actuación convencional. Daniel Pérez Huelves, con una maestría digna de un virtuoso entregado de cuerpo y alma a su arte, imprimió su sello personal en cada pieza musical. Sus increíbles movimientos manuales, ejecutados con precisión y pasión, agregaron variaciones espectaculares a las composiciones. Estas improvisaciones no solo destacaron su profundo conocimiento del acordeón, sino que también dotaron a la música de una frescura y vitalidad que cautivaron al público.

La velada comenzó con una selección de polkas llenas de energía, donde la técnica depurada de la banda y las interpretaciones magistrales del director arrancaron los primeros aplausos entusiastas. A estos les siguieron emblemáticos pasodobles que evocaron el espíritu festivo y tradicional de la música española, llenos de matices añadidos por las manos del director, que parecían bailar sobre su acordeón con una fluidez hipnotizante.

Un momento especialmente emotivo llegó con los popurrís de zarzuela, que resonaron con fuerza entre las paredes históricas de la iglesia.

Daniel Pérez Huelves brilló especialmente en estas piezas, incorporando sutiles cambios en la dinámica y el ritmo que acentuaron la riqueza emocional de las obras, transportando a los asistentes a épocas de esplendor musical.